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GUILLERMO FERNÁNDEZ
LLANES.
Lunes, 18 de junio 2018, 00:26
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En una mañana de muy variado semblante y sol espléndido en la tarde, los vecinos de Balmori, acompañados por decenas de voluntarios de pueblos cercanos, daban vida al vistoso rito y la pintoresca ceremonia de la plantación de la hoguera de San Juan, un eucalipto de 37 metros de largo y 3.500 kilos de peso. Para cortar el árbol, cerca de un centenar de lugareños se habían trasladado a primeras horas de la mañana hasta el bosque de El Carrozu, en la localidad de Lledías. Los expertos precisaron que el madero tenía «más de 35 años de vida».
La operación de corta y salida del eucalipto del monte duró más del tiempo inicialmente previsto. Los romeros regresaban a Balmori a las cuatro de la tarde y se enfrentaron a una comida de confraternización en la que no faltaron entremeses, paella, fabada y postres, por el módico precio de 12 euros. Dos horas más tarde la comitiva se ponía en marcha para embocar en el hoyo el descomunal eucalipto.
Al frente del cortejo marchaba la banda de gaitas L'Alloru y a continuación aparecía la hoguera, sobre un carro arrastrado por los bueyes 'Cachorro' y 'Galán', propiedad de Juan González 'El Marineru'. Cerraba el cortejo un grupo de mozas que jaleaban con sus cantares a los plantadores y lo hacían al contrapunto de un tambor en manos de Lucía Fernández, una joven de 13 años que debutaba al mando de los palillos. Una vez que el eucalipto había llegado a su lugar estratégico -en una plaza, al lado de la iglesia y cerca de la antigua bolera- comenzaban los preparativos. Se colocaron las cuerdas, así como las banderas de España y Asturias en la cima, y con la ayuda de cinco 'jorquetos' y centenares de pequeños impulsos, la cúspide del árbol tardaba dos horas en mirar al cielo. De preparar los tornos se encargó Pedro González y de dirigir la operación con sus voces, como desde hace 14 años, se ocupó César Fernández, quien con «orgullo» heredó una función que su abuelo, José Ramón Llano, había desarrollado durante medio siglo.
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