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Manuel Noriega, Paco Cueto, Vanesa Fernández, Pepe Laso, Pablo Santiago y Sergio Narciandi. G. F. B.
La olla ferroviaria triunfa en El Peral

La olla ferroviaria triunfa en El Peral

Se elaboraron cinco guisos del plato que comían los empleados del ferrocarril entre La Robla y Bilbao, para cien comensales

GUILLERMO FERNÁNDEZ

COLOMBRES.

Domingo, 6 de mayo 2018, 01:01

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Más de cien comensales degustaban ayer en la localidad ribadedense de El Peral la especialidad gastronómica conocida como olla ferroviaria. El guiso, de más de cien años de antigüedad, era la comida habitual de los ferroviarios que trabajaban en el transporte de carbón de las minas leonesas, entre La Robla y Bilbao. A principios del siglo XX tardaban entre seis y quince días en recorrer los 750 kilómetros, de ida y vuelta, y el plato caliente era el más adecuado para un trayecto largo y un clima extremo.

Explicaba el llanisco Manuel Noriega, organizador de la elaboración culinaria, que se conoce como olla ferroviaria a «una gran cazuela, de barro o porcelana, que se introduce en una estructura metálica». En el fondo del artilugio se coloca carbón vegetal para calentar la cazuela y «se cocina el plato, que puede permanecer caliente durante mucho tiempo». El recipiente tiene «un asa, por lo que se puede transportar mientras se sigue cocinando», algo que resulta muy útil en los viajes.

Para los ferroviarios, que la cocinaron hasta finales de los años 60, la olla significaba la posibilidad de comer caliente a diario y de forma económica. El guiso ofrece dos variantes: «Patatas con carne de cerdo o costilla de ternera, o legumbres , como alubias y garbanzos, con carne, tocino, chorizo y morcilla», detallaba Noriega. Antes de la llegada del gasoil como combustible, la olla se podía elaborar conectada a la máquina, al recibir «el vapor de la locomotora por una tubería de cobre».

En la pradería de la sidrería-parrilla El Bau, regentada por Vanesa Fernández, los cocineros, divididos en grupos, prepararon cinco ollas. Manuel Noriega y Paco Cueto cocinaron tres que llevaban «carne y costilla adobada con patatas». Pablo Santiago, vecino de Pimiango, preparó una con «trozos de costilla, zanahoria, patata y un toque argentino a base de ají molido». Y el dúo formado por Sergio Narciandi y Pepe Laso, también de Pimiango, elaboraba otra con «magro de cerdo y patata».

Noriega, que lleva 41 años como trabajador en el ferrocarril, comentaba que había aprendido la técnica culinaria que utilizaron sus colegas de profesión cuando estuvo destinado en la estación cántabra de Bezana: «Me enseñó un ferroviario de Mataporquera y la traje a Asturias». De diferentes localidades asturianas y cántabras acudieron comensales que dieron buena cuenta del plato ferroviario por el módico precio de 10 euros, «simplemente para sufragar los gastos de la pitanza». No faltaron el gaitero Manolín Vela y el tamboritero Pin Vega.

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