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eugenia García
Sábado, 17 de febrero 2018, 17:22
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“La situación es muy complicada. El restaurante no aguantó la cimentación, se ve una inclinación de unos treinta centímetros”, explicaba Fátima Tome Da Silva, de 49 años, y sus hijos Samuel, de 22, y Daniela, de 15, contemplaban en silencio, desolados, su casa precintada. Consiguieron sacar algunos objetos personales -televisores, playeros, los libros del instituto de Daniela-, pero a las doce y media de la mañana, por acuerdo del arquitecto técnico de Villaviciosa, los bomberos del Principado y el Protección Civil se decretaba el precinto de la sidrería el Faro, hogar y medio de vida de esta familia de origen portugués afincada en Tazones.
“Para garantizar la seguridad no se permite ningún acceso hasta que el lunes vengamos con técnicos municipales que valorarán si se puede apuntalar las zonas más débiles”, anunciaba Héctor Barturen, jefe de la Policía Local de Villaviciosa. Desde Protección Civil confirmaban que “la situación es muy complicada. El restaurante no aguantó la cimentación, se ve una inclinación de unos treinta centímetros. No hay solución para ello, va a acabar marchando todo a la mar”.
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