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Llegada del féretro de Tino Ovín a la iglesia de San Bartolomé de Nava, donde se celebró el funeral.
«Cuando te daba  un culete de sidra,  Tino te daba   parte de su vida»

«Cuando te daba un culete de sidra, Tino te daba parte de su vida»

Nava despide a Constantino Ovín, 'Tino el de La Barraca', creador del decálogo del escanciador y defensor de la sidra sin complejos

LYDIA IS

Jueves, 23 de marzo 2017, 00:06

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A Constantino Ovín de la Vega, más conocido como 'Tino el de La Barraca', le gustaba decir que había nacido en un tonel y había sido bautizado en un llagar. Naveto de la cosecha de 1942, estuvo vinculado toda su vida a la sidra, a la que hace años dejó como legado el decálogo del escanciador, unas normas que han aplicado echadores de todo el mundo y que en su momento quedaron registradas en un póster que adorna la mayoría de las sidrerías.

En los últimos días, su estado de salud empeoró y Tino falleció el lunes, a los 74 años, en el hospital de Cabueñes. Ayer, para su despedida, la iglesia de San Bartolomé de Nava se quedó pequeña y fueron muchos los que quisieron acompañar a su familia. Porque si la sidra fue una de sus pasiones, la otra fueron los suyos. Casado con Irma Huerta, era padre de dos hijas, Rosalía y Paula, y abuelo de tres nietos, Alejandro, Miguel e Iván. «Fue un gran naveto que siempre que podía presumía de ello y que conocía el mundo de la sidra como nadie», destacó Roberto Llamedo, maestre de la Buena Cofradía de los Siceratores y amigo. «Le gustaba escanciar y hacerlo bien, cuando te daba un culete de sidra, te estaba dando también parte de su vida, hacía de cada culete uno único», añadió. Por su parte, el alcalde de Nava, Juan Cañal, aseguró que «fue un enamorado de la sidra y un referente en el arte del escanciado».

Cofrade de Honor en 2015

En los años setenta puso a prueba su destreza como escanciador y tras ganar los tres concursos a los que se presentó, decidió retirarse de la competición y pasó a ser el echador oficial del Festival de la Sidra de Nava, cargo que ocupó durante quince años.

Entre sus discípulos están Laura y Susana, ambas campeonas de escanciado e hijas de su primo Segundo Ovín, que ayer recordaba a Tino como «el no va más, el que mejor sabía cómo tratar la sidra». Además, señaló que tenía tanta precisión que era capaz de escanciar el chorro por el agujero de una banqueta.

Para Manu Martínez, de la sidrería La Figar, fue «un verdadero maestro». El hostelero aprendió a escanciar con trece años y rememoró que «siempre me decía, 'ponte tiesu, que vas a acabar de la espalda'». También destacó su afán perfeccionista y como anécdota, recordó el año que ganó el concurso del Festival de la Sidra. «Fue gracias a él, estaba de jurado y se tapaba la boca para decirme que mejorara la postura», desveló.

En mayo de 2015, Tino fue nombrado Cofrade de Honor de la Buena Cofradía de los Siceratores. Él mismo relató entonces a EL COMERCIO que «el chorro tiene que ser gordo y caer con fuerza en el vaso; así es imposible que sepa mal». Era además un defensor de la sidra sin complejos y aseguraba que «como la de Nava, no la hay en ningún sitio».

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