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Un ciervo en la cúpula del Niemeyer. Son siluetas de luz creadas a partir de imágenes captadas en la naturaleza por Javier Riera.
Ciervos en el Niemeyer

Ciervos en el Niemeyer

El artista avilesino Javier Riera inaugura bajo la cúpula 'La luz vulnerada'

J. F. GALÁN

Domingo, 22 de junio 2014, 01:39

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El ciervo es el elemento central de 'La luz vulnerada', una singular exposición firmada por el artista avilesino Javier Riera. Campan a sus anchas por el interior de la cúpula luciendo cornamenta, aunque son intangibles. Solo se pueden ver, no tocar. Son proyecciones de luz, siluetas creadas a partir de imágenes reales captadas en el campo por el propio Riera, que traza una similitud entre las cavernas que habitaba y en las que se expresaba artísticamente el hombre primitivo y la cúpula del Niemeyer. Inaugurada ayer, podrá visitarse hasta el 14 de septiembre.

Licenciado en Bellas Artes, Riera ejerce la docencia en la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid. Su trabajo artístico se basa en la relación entre la geometría y la naturaleza, y su principal herramienta es la luz. Las proyecciones. En 2012 creó un jardín lumínico en Valencia formado por once esculturas geométricas proyectadas sobre la vegetación del antiguo cauce del Turia. Anteriormente, en 2008, había llevado su 'Noche áurea' al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, en Madrid.

Ahora su obra se puede disfrutar bajo la cúpula del Niemeyer. «El hombre primitivo, en un tiempo anterior a la arquitectura, pintaba animales en las paredes y en los techos de las cuevas, en lo que se ha interpretado como un acto de invocación, no exenta de admiración, cuya finalidad última sería la caza del animal como medio básico de supervivencia», dijo ayer. Ahora esa caverna es la cúpula del Niemeyer, «una caverna construida, pasada por el tamiz y la alta sofisticación de la cultura a la que ha llegado el hombre».

¿Y por qué el ciervo? «Es un animal cargado de simbolismo que ya se representaba en la prehistoria. Tiende un puente entre lo instintivo y lo natural, entre la tierra y el cielo, representados por los conceptos superpuestos de caverna y cúpula. Es la idea central de la exposición», explicó.

La visita continúa por las salas laterales. En una hay cinco fotografías en la que se aprecian formas geométricas proyectadas sobre paisajes y una serie de cinotipias -«método de emulsión de imágenes sobre un papel grabado», explico Riera- en la que nuevamente la luz es el elemento que da vida a la obra.

En la opuesta, cinco pantallas de considerable tamaño y formato vertical permiten apreciar la obsesión del autor por la naturaleza y la geometría. Cada una recoge una secuencia de ciento veinte imágenes de un motivo estático de la naturaleza, como por ejemplo, un árbol, que se va transformando en función de cómo y cuánta luz recibe.

«Recogen los cambios que crea sobre el paisaje». Al principio todo es blanco, quemado, y al final tan oscuro como la noche. «Están captadas durante hora y media sin variar la velocidad ni la apertura del diafragma», dijo Riera, y en cada una de las imágenes cambiantes se superpone una forma geométrica, entendida «como un lenguaje natural anterior a la materia, capaz de establecer con ella un tipo de resonancia sutil y reveladora».

La consejera de Cultura, Ana González, presente en la inauguración, también estableció un paralelismo entre 'La luz vulnerada' y las cavernas prehistóricas. «Es esa reflexión la que aprovecha Javier Riera para intervenir sobre la cúpula, imprimiendo en ella siluetas lumínicas que son mucho más que un mero elemento plástico. Son una evolución de las pinturas rupestres que tanto nos sobrecogen. Y aquí, en Asturias, podemos admirar en yacimientos como los e Tito Bustillo, el Pindal, El Buxu o la caverna de la Peña de Candamo», manifestó.

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