Orden superior

Alberto del Río trabajó codo con codo con Justo Ureña, anterior cronista oficial de la villa de Avilés, en el despacho que este último tenía en el Palacio de Valdecarzana. A la muerte de Ureña, Del Río siguió ocupando el mismo espacio y realizando el mismo trabajo de estudio y difusión de las cosas de Avilés. Desde el Ayuntamiento se le siguió llamando para que en numerosas ocasiones hiciera de guía oficial de Avilés cada vez que llegaba una visita importante.

Del Río también tomó el relevo de Justo Ureña en las páginas de LA VOZ DE AVILÉS, en donde cada domingo nos ilustra, de una forma didáctica y amena, sobre las mil y un cuestiones que conforman el acervo cultural y patrimonial de esta ciudad. Y lo hace desde el conocimiento exhaustivo que le permite su experiencia de años como una de las personas que, por ejemplo, participó activamente en la construcción de lo que más tarde desembocó en la Casa de la Cultura actual o en el descubrimiento del valor del casco histórico como elemento de promoción de primer orden para la ciudad.

Hace unos días, un funcionario, bastante avergonzado, le llamó para decirle que debía abandonar el despacho del Palacio de Valdecarzana y recoger las pertenencias que pudiera tener allí, «por órdenes superiores». Alberto del Río recogió sus libros, donó unos cuantos más, y dejó en perfecto orden de revista el despacho que durante tantos años había compartido con Justo Ureña y que luego había ocupado en solitario desde 2011. No recibió ni una llamada, ni una explicación, ni obtuvo un gracias por tu trabajo. Avilés.