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Marcos Álvarez muestra la reclamación puesta contra el Niemeyer.
Reclama al Niemeyer atención médica privada por una caída en el auditorio

Reclama al Niemeyer atención médica privada por una caída en el auditorio

Marcos Álvarez, que resbaló y se torció la rodilla en el auditorio, asegura que los acomodadores «no me hicieron caso»

BORJA PINO

Domingo, 3 de agosto 2014, 00:39

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Para Marcos Álvarez Trinidad, el día 20 de marzo pasado figura nítidamente grabado en su memoria. Fue esa noche cuando, acompañado de su esposa Sonia García Fernández, ocupó una localidad en el auditorio del Centro Cultural Oscar Niemeyer para disfrutar del preestreno de la película 'Dos francos, cuarenta pesetas'. Y también fue entonces cuando un tropezón aparentemente inocente en uno de los escalones de la sala dio inicio a una pugna entre él y el Niemeyer que aún persiste en la actualidad.

«Estábamos sentándonos en nuestras butacas, aún no había empezado la proyección», recuerda Álvarez. «Me levanté para ir al servicio y, cuando volvía a mi asiento, patiné en la moqueta de uno de los escalones de bajada y, como no tiene tope en su extremo, me torcí la rodilla izquierda».

En su opinión, fue a partir de ese momento cuando todo empezó a ir de mal en peor. «Los acomodadores ni se molestaron en ayudarme, y eso que estaban a mi lado», apunta, indignado. Ahora, con la rodilla inmovilizada y a la espera de una resonancia fijada para dentro de ocho meses, trata de conseguir que los responsables del Niemeyer permitan que los médicos del seguro del centro cultural le atiendan. «Sólo quiero que sus doctores le echen un vistazo a mi rodilla, porque así no puedo trabajar, estoy en paro y no puedo esperar ocho meses. ¿Y si me sale una oferta laboral ahora?», expresa.

Por el momento, Álvarez está a la espera de que el abogado de oficio que se le ha asignado busque la forma de emprender acciones legales contra el Niemeyer. No obstante, «ya me han dicho que va a ser muy difícil, porque, al ser una Fundación, no se puede denunciar a nadie en concreto». «Pero yo no quiero dinero; sólo quiero que me traten como es debido», concluye.

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