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El músico Iyán Méndez toca el violín fabricado con tapones de plástico.
La armonía de unos tapones

La armonía de unos tapones

Cáceres acogió el pasado jueves una actuación con un violín construido con tapones de plástico por el luthier avilesino Roberto Jardón

PATRICIA MENÉNDEZ

Domingo, 31 de agosto 2014, 00:46

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La madera resinosa de abeto tuvo que ceder protagonismo al plástico. Lo mismo le sucedió a la cola de conejo con la silicona. La sobriedad compuesta por la diversidad de tonos marrones que forman el taller del luthier avilesino Roberto Jardón se vio rota hace un tiempo por los azules, verdes y naranjas propios de unos tapones de leche entera, desnatada y semidesnatada.

Todo esto sucede en el marco del proyecto solidario 'Vínculos', que mantienen desde hace años la Fundación SEUR y la Orquesta de Cámara de Siero (OCAS). «En 2007 fuimos a Bolivia y SEUR nos ayudó a transportar unos instrumentos que luego dejaríamos en las escuelas de allí. Desde entonces hemos mantenido una relación muy estrecha», explica Manuel Paz, director de la OCAS. «La Fundación SEUR tiene en marcha el proyecto 'Tapones para una nueva vida', con el que mediante la recogida de tapones compran cosas para niños con problemas. Entonces, nosotros le dimos una vuelta de tuerca y pensamos que lo siguiente era construir un instrumento con esos tapones», añade.

Dicho y hecho. Paz le trasladó el proyecto a Miguel Fernández, profesor de acústica del Conservatorio de Oviedo, que se encargó de idear el diseño de este violín tan particular. «Una vez tuvimos la idea y el diseño, nos pusimos en contacto con Roberto, el gran constructor», indica el director de la OCAS.

El luthier avilesino Roberto Jardón fue el artífice de este instrumento en «un experimento acústico del que siempre aprendes cosas, sin olvidar el trasfondo social del asunto», según apunta el propio Jardón. Un mes dándole vueltas al proyecto y dos días de construcción fueron suficientes para crear este ejemplar de violín con tapa y fondo de tapones de plástico procedentes de botellas de la Central Lechera Asturiana. «Es un proyecto muy atrevido. El violín tuvo problemas de estructura y audición desde el principio por los materiales», explica el luthier, cuya pasión por la fabricación de instrumentos se remonta a su juventud, cuando vivía con sus padres en las montañas del occidente asturiano, «donde se hacía todo a mano». «Me gustaba mucho la música clásica de niño, ahí empezó todo. Luego estudié filosofía y me di cuenta de que realmente quería dedicarme a esto», indica Jardón.

Con la idea, el diseño y el instrumento ya construido, solo quedaba mostrarle al público la armonía de los tapones. Para ello, el compositor asturiano Alberto Lozano se encargó de componer una música para violín de tapones y orquesta sin tener aún el instrumento acabado. De ponerlo a prueba se encargó más tarde el estudiante de física y miembro de la OCAS, Iyán Méndez, que ejerció como solista en el 'Concierto para tapones solidarios y orquesta' que tuvo lugar el pasado jueves en Cáceres, donde se realizó el estreno de este proyecto. «Previamente habíamos hecho un pre-estreno en Oporto, en un hospital infantil para niños enfermos de cáncer. Allí se rompieron dos cuerdas diez minutos antes de empezar», relata Méndez, que asegura que la experiencia fue «fantástica» y que «repetirá en todos los conciertos» con este violín tan particular. «En el estreno de Cáceres todo salió a la perfección, el violín estaba hasta afinado. Yo no quería toquetearlo mucho por si acaso», añade el solista entre risas.

De Cáceres a Alicante, Sevilla y Trujillo, porque este violín solidario ya tiene más conciertos programados para octubre por el sur de España. «Lo siguiente queremos que sea un violonchelo de tapones, además del xilófono de tubos con material reciclado que ya tenemos», apunta Paz, director de una orquesta que es, ante todo, solidaria y que ha viajado por Honduras, Bolivia, Guatemala, Marruecos Portugal o Grecia con distintos proyectos.

«Hemos trabajado con artistas de la talla de Miguel Ríos, Víctor Manuel, Mauro Rosi, María Espada o Joana Amendoeira, entre muchos otros, y todos se van muy contentos y nos piden que no cambiemos», explica el director de la OCAS.

«Las orquestas se pueden formar por muchas razones, el elemento de cohesión de esta es la parte humana. Nosotros nos costeamos los viajes junto con algunas ayudas del Ministerio o de fundaciones con la de SEUR, y a cambio recibimos el calor del público y relaciones personales muy intensas», añade. Con un concierto de la OCAS en La Laboral se construyó un hogar para mujeres víctimas de la violencia de género en Nicaragua, y en una actuación en Oviedo el público, en lugar de pagar entrada, donaba sangre a la salida del espectáculo.

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