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«Llamé al 016 y me dijeron que hasta el martes no podía ir a una casa de acogida»

La mujer atacada en La Maruca explica que le dijeron que «tras dos altas voluntarias, tenía que entrevistarme con la responsable antes de volver a ingresar»

FERNANDO DEL BUSTO

Lunes, 20 de octubre 2014, 00:52

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La mujer que el pasado lunes fue arrojada por su pareja a una hoguera en La Maruca había solicitado 48 horas antes su ingreso en una casa de acogida para víctimas de violencia machista. Así lo aseguró ayer P. G, de 21 años de edad, en una conversación desde el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde se recupera de las quemaduras de segundo y tercer grado que sufrió en ambas piernas y en la zona lumbar. La convalecencia se espera larga y lo más probable es que pase por el quirófano para su recuperación.

La relación con su expareja, cuyo nombre responde a las iniciales de J. J., era conflictiva desde hacía tiempo. De hecho, ella ya había presentado dos denuncias contra él por malos tratos. Además, entre septiembre y el pasado lunes, relata que se produjeron entre tres y cuatro episodios de violencia.

«No era una situación de maltrato diario, pero en cualquier discusión o si le decía que le iba a dejar me daba un puñetazo. Me decía que si no estaba con él no estaría con nadie. Una vez me agarró el cuello y me apretó tan fuerte que me desmayé. Él pensó que me había matado», recuerda.

En esa situación, la joven acudió a los servicios de ayuda a las mujeres víctimas de violencia machista, entrando en una Casa de Acogida. Aunque, finalmente, solicitó el alta voluntaria para regresar con J. J. «Me llamaba y me comía la cabeza. Dormía debajo del centro, en su coche. Iba a verme. En la casa de acogida no tenía dinero ni para tabaco. Quedábamos para vernos y me lo daba. Quedaba con él en la estación de autobuses; en lugares con gente. Me comía la cabeza y volvía», confiesa.

Sin embargo, la realidad era muy diferente, como lo comprobó dos días antes de la agresión, el pasado 11 de octubre, sábado. Ese día, después de una nueva discusión, él se fue de la casa abandonada en la que vivían en La Maruca. Ella aprovechó para pasear por Avilés y telefonear al 016, el teléfono gratuito para ayudar a las víctimas de la violencia machista.

«Solicité el ingreso en una casa de acogida y me comentaron que, como tenía dos altas voluntarias, antes de volver tenía que entrevistarme con la responsable del servicio. Por el puente, no podría ser hasta el martes. Entonces les pregunté qué hacía si pasaba algo. Me aconsejaron que llamase a la policía y les pregunté qué pasaba si no me daba tiempo. Sí, mujer, te dará. Eso fue lo que me dijeron», recuerda.

«Me decía: ¡te voy a matar!»

Con esas palabras, regresó al lugar donde vivían y donde el lunes, a eso de las tres de la tarde, se produjo una nueva discusión de la pareja, tras la que él se fue de la casa. Tal como ayer publicó LA VOZ, la pelea continúo a través de las redes sociales hasta que, a eso de las siete de la tarde, regresó a la vivienda. En ella, la mujer había prendido una hoguera con una manta porque tenía frío.

La entrada de J. J. desató un nuevo episodio de violencia. «Me pegó un puñetazo en el lado izquierdo de la cara y al caer me golpeé la parte derecha contra la pared. Me agarró por los brazos, a la altura de los codos y me tiró en la hoguera. Me apretaba hacia el fuego mientras me gritaba que me iba a matar», recuerda P. G.

La rápida intervención de los vecinos evitaba que la joven sufriese mayores heridas. «Llevaba puesta una sudadera gruesa y evitó que sufriese más quemaduras en la espalda», explica. Fue llevada a las Urgencias del Hospital San Agustín de Avilés y, tras una primera atención, era trasladada al HUCA donde se encuentra el servicio de referencia para este tipo de intervenciones.

Consciente del largo camino que aún tiene por delante, P. G. asegura que esta historia ya forma parte de su pasado. «Tengo claro que no pienso morir tan pronto y menos a sus manos. Sólo pienso en recuperarme y sé que lo haré porque soy fuerte, tengo a mi familia y a mis amigos. Quiero salir del hospital y mover todo lo que pueda para que él se pudra en la cárcel», afirma.

De momento, cuenta con una orden de alejamiento que impide que J. J. se acerque a menos de 400 metros de ella. «No entiendo porque sigue en libertad», comentaba ayer desde su habitación del HUCA.

Después de arrojar el lunes a su pareja a la hoguera, J. J. se entregó al día siguiente a la Policía Nacional. Actualmente se encuentra en libertad, según la familia de la víctima, y el juzgado dictó una orden de alejamiento de 400 metros como una primera medida para proteger a P. G. de nuevas agresiones.

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