Borrar
El programador de cine Fran Gayo, durante una visita al Niemeyer.
«Aún no hemos llegado a los niños»

«Aún no hemos llegado a los niños»

Programador de cine del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer

BORJA PINO

Sábado, 1 de noviembre 2014, 00:14

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Todo ser humano necesita de una afición para enriquecer su existencia, desde algo tan amplio como la literatura hasta una actividad tan especializada como la filatelia. Fran Gayo (Gijón, 1979) ha convertido el cine en el 'leitmotiv' de su vida. Y es que el actual programador cinematográfico del Centro Cultural Internacional Oscar Niemeyer ha pasado la mayor parte de su existencia entre láminas de celuloide, tratando de congeniar las exigencias de la industria con las demandas del público. Este mes cumple ya dos años en el cargo. Un momento idóneo para hacer balance de su gestión desde Buenos Aires, ciudad en la que reside.

Hace ya 24 meses que asumió esta responsabilidad. ¿Ha sido un periodo de tiempo intenso?

Partamos de la realidad de que, para mí, el de programar cine es el mejor trabajo que puedo tener; lo llevo realizando desde 1997, cuando me nombraron programador del Festival de Cine de Gijón, y no lo cambio por nada del mundo. Dicho esto, empezar un proyecto como el del Niemeyer desde cero está siendo enriquecedor a todos los niveles.

¿Cómo se ha progresado este género en el Niemeyer?

Arrancamos muy despacio, pendientes de qué espacio teníamos para programar, y de la respuesta del público. Con el tiempo vimos que teníamos una base de espectadores fieles que confían en nosotros más allá de lo que programemos, ya sea una cinta desconocida o la última película premiada en Cannes. Tenemos una base sólida, y a partir de ahí podemos desde agotar las noventa localidades de nuestra sala hasta llenar sólo una cuarta parte de ella. Y eso es importantísimo; saber que el proyecto caló y que hay un colchón es la clave de todo este entramado.

En estos dos años, ¿ha cambiado la filosofía cinematográfica?

Creo que no, que no la hemos cambiado. La primera vez que me lo propusieron mi primera idea fue la que planteé, esa intención de difundir un cine alejado de las salas más comerciales, y me dijeron que adelante con ello. Y, como ya tenía experiencia programando en Asturias, sabía que el público asturiano siente una especial debilidad por el cine de autor más clásico. Queríamos traer ese cine que nunca llega, que ni siquiera se distribuye en España, y también abrir un espacio al nuevo cine español y asturiano.

¿Y están satisfechos con el devenir de su trabajo?

En general, sí, pero del mismo modo que hay cosas que me tienen muy contento hay otras que tenemos que llegar a comprender. Por ejemplo, la presencia del cine asturiano está teniendo muy buena acogida, y rara es la proyección en la que no se agotan las localidades. Y también fue un hito el Circuito de Cine Independiente de hace un año, porque nos permitió ponernos a la altura de gente que lleva mucho más tiempo en esto que nosotros.

Pero, por lo que ha dicho, también hay puntos oscuros...

Sí, y entre ellos está la lucha por intentar comprender las proyecciones para los más pequeños. Los niños no van al cine por propia voluntad, siempre los llevan sus padres, y nos encontramos con sorpresas no siempre agradables, como invertir mucho tiempo, esfuerzo y dinero en traer títulos a los que, al final, va poca gente. Nos queda encontrar una explicación para eso, aunque entiendo que llevar a sus críos al cine no sea lo que más anima a muchos padres, pero bueno, es la cuenta pendiente de estos dos años.

¿Hay algo más que crean que deben revisar próximamente?

Programar es siempre una aventura, una promesa constante, porque nadie va a encontrar la fórmula definitiva para atraer a la gente. Mi trabajo va más allá de escoger películas; hay muchas variables que atender: los días de las proyecciones, las horas, los géneros... Y tenemos que adaptarnos constantemente

¿Cómo encara el futuro?

Va a ser complicado, como el de todas las salas del país. De un tiempo a esta parte no paran de cerrarse cines, y centros como el Niemeyer no pueden responder a las carencias de exhibición. Es un futuro en el que tendremos que trabajar mucho, pero espero que las cosas mejoren. De hecho, éxitos como el nuestro confirman que ya estamos mejorando.

Tal vez la solución definitiva pase por proyectar cine comercial.

Hace poco me preguntaron si vamos a proyectar cine comercial, y respondí que es muy difícil compaginar esa clase de películas con nuestras elecciones habituales. Es algo que nos excede, porque tendríamos que empezar a funcionar como una sala comercial, con varias salas, varias sesiones al día... No es nuestra filosofía.

¿Y su rentabilidad?

Económicamente, los resultados de venta de entradas oscilan entre los muy buenos y los muy aceptables, así que creo que vamos bien. El año pasado salieron buenos números, y éste seguimos el mismo camino. Y eso es un esfuerzo, porque aquí nadie te regala nada.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios