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De izquierda a derecha, Marta García, las nutricionistas Araceli Llerandi y Laura Sánchez y el doctor Jesús Bernardo, nutriólogo.
Más de la mitad  de los escolares avilesinos padecen sobrepeso

Más de la mitad de los escolares avilesinos padecen sobrepeso

Realizado el pasado curso sobre una muestra formada por 19 alumnos del IES de La Magdalena, el 21,1% pesaba menos de lo debido

J. F. GALÁN

Sábado, 20 de diciembre 2014, 01:30

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La obesidad infantil es uno de los más graves problemas de salud pública del siglo XXI, una enfermedad que adquiere tintes de pandemia. Afecta a gran parte de la población del planeta, sobremanera en los países desarrollados, y la prevalencia crece a ritmo alarmante, según advierte la Organización Mundial de la Salud.

Avilés no es ninguna excepción. El doctor Jesús Bernardo, médico nutriólogo, y las nutricionistas Araceli Llerandi y Laura Sánchez han realizado un estudio promovido por la Cofradía del Colesterol Bueno sobre composición corporal y hábitos alimentarios en la adolescencia, con resultados cuando menos alarmantes. Nada menos que un 42,1% de los escolares avilesinos padecen sobrepeso y un 10,5% obesidad. Quizá resulte más sorprendente que un 21,1% estaba por debajo del normal, por lo que tan solo un 26,3% se encontraba dentro de los márgenes que se pueden considerar adecuados.

El estudio se llevó a cabo a lo largo del pasado curso escolar sobre una muestra formada por diecinueve estudiantes de Secundaria del Instituto de La Magdalena, doce mujeres y siete hombres con edades comprendidas entre los 13 y los 17 años.

Por sexos, un 16,6% de las chicas pesaba menos de lo recomendable, un 41,7% padecía sobrepeso y un 16,7% obesidad. En consecuencia, solo el 25% estaba en su peso. En el caso de los chicos, sobrepeso el 42,8%, bajo peso el 28,57% y normopeso, es decir, el idóneo, en idéntica proporción, el 28,57%.

El estudio también demuestra que, como cabía esperar, la principal fuente del sobrepeso es la mala alimentación. Y no tanto por cantidad ingerida como por malos hábitos alimentarios. Solo el 36,8% de los adolescentes estudiados seguía una dieta óptima, en el 10,5% de los casos era de muy baja calidad y el 52,6% restante necesitaba mejorarla.

La clave es, según explica el doctor Bernardo, combinar adecuadamente los alimentos y realizar cinco ingestas diarias. La primera es la más importante, y aunque la inmensa mayoría desayuna, en concreto el 95%, son pocos lo que lo hacen de forma completa y equilibrada. Solo el 27,8% toma la correspondiente ración de lácteos -yogur o leche preferentemente semidesnatada- cereales, pan mojado en aceite de oliva y fruta.

La segunda comida del día debe realizarse a media mañana, el clásico pincho o mejor aún una pieza de fruta. En este apartado se puede hablar de notable alto. Un 89,5% lo hace, según el estudio. A la hora de comer todos los adolescentes se sientan a la mesa, «aunque otra cosa es que coman de manera adecuada», advierte el doctor Bernardo, que apuesta claramente por la dieta mediterránea: «legumbres, más pescado que carne y a ser posible blanca, verduras y frutas». En el otro extremo se sitúa la bollería industrial y la comida rápida, «que solo ha de tomarse de forma muy puntual».

La estadística baja a la hora de la merienda. Un 32% de los adolescentes se va a la cama con el estómago vacío, y solo el 84,2% de los estudiados realiza la última toma del día, la cena, que no debe ser pesada y ha de realizarse al menos un par de horas antes de acostarse, tiempo que el cuerpo precisa para hacer la digestión.

Mejorar los hábitos

Las conclusiones son evidentes. Más de la mitad de los adolescentes necesitan mejorar sus hábitos alimentarios para alcanzar el peso idóneo, deficiencia que tiene sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. Una alimentación escasa «implica menos hormonas, y el desarrollo se retrasa», advierte el doctor Bernardo.

En el caso de sobrepeso y más aún de la obesidad, el diagnóstico es claro. «Constituyen el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Cada año fallecen alrededor de 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, el 44% de la carga de diabetes, el 23% de cardiopatías isquémicas y entre el 7% y el 41% de algunos cánceres son atribuibles a esta enfermedad. Y no lo digo yo, lo dice la Organización Mundial de la Salud», reitera.

No se queda ahí. La obesidad infantil «se asocia con una mayor probabilidad, en la edad adulta, de muerte prematura y discapacidad. Pero además de estos mayores riesgos futuros los niños obesos sufren dificultad respiratoria, mayor riesgo de fracturas e hipertensión. También presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovascular, resistencia a la insulina y efectos psicológicos».

Evitar el sobrepeso requiere cambiar los hábitos alimentarios, adaptándolos a la dieta mediterránea, y adecuar las cantidades ingeridas a las calorías gastadas. «Lógicamente un deportista necesita comer más que una persona de habítos más sedentarios, aunque todo el mundo debe hacer algo de ejercicio, es algo que hay que incorporar a la rutina diaria», recalca el doctor Bernardo, que también muestra su sorpresa por ese 21,1% de adolescentes que pesaba menos de lo que debería.

Lo atribuye fundamentalmente, «a la crisis, a que cada vez se dedica menos tiempo a la cocina y también, aunque en menor medida, a los cánones que impone la moda», concluyó.

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