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El público pobló, una vez más, la sala de conferencias del Centro de Servicios Universitarios.
«El parque de Doñana se está secando»

«El parque de Doñana se está secando»

Fernando Ibáñez, técnico responsable de la estación biológica, reclama «un poco de orden» para conservar «un ecosistema único»

José Fernando Galán

Martes, 3 de febrero 2015, 00:18

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«Doñana es, ante todo, paisajes: marismas infinitas, dunas inmensas, 40 kilómetros de playa virgen, grandes pinares, un gran mosaico modulado por el río Guadalquivir, que ha creado un ecosistema único». Fernando Ibáñez, técnico responsable de la estación biológica de Doñana, dibujó en primer lugar el continente antes de abordar el contenido. Habló de la fauna, de la flora y de los riesgos que se ciernen sobre el Parque Nacional de Doñana y su entorno inmediato, de igual riqueza natural. La agricultura, la sobre explotación de su gran acuífero subterráneo -el más grande de Europa-, la pesca, la ganadería, la mixomatosis, las especies invasoras y los dragados previstos en el Guadalquivir para que puedan surcar sus aguas cruceros de mayor porte rumbo a Sevilla son algunos de ellos.

La charla, cuarta de las cinco que componen el segundo ciclo 'Ciencia y Naturaleza', organizado por el Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS en colaboración con el colectivo ornitológico Mavea, el patrocinio de Cafés Toscaf y la coordinación de Armando Arias, reunió, pese a la lluvia y el frío, a buen número de personas en el Centro de Estudios Universitarios de Avilés, deseosas de oír las experiencias de alguien que trabaja y vive en Doñana desde hace 34 años. Se titulaba 'Doñana, un patrimonio mundial esculpido por los humanos desde el Neolítico', período en el que el hombre ya se había asentado en la desembocadura del río Guadalquivir.

«La primera vez que fui llegué a dedo desde Madrid. Iba a un encuentro de anilladores, y quedé enganchado», manifestó Ibáñez. Después se remontó a los orígenes de lo que hoy es el parque, forjado por una serie de tsunamis. «Crearon una barrera de arena que fue cerrando un lago, convirtiendo Doñana en un espacio único».

Si hay un animal representativo del parque ese es el lince ibérico. «En 1985 se constató que la población de la península Ibérica era de al menos 1.500 ejemplares. En 2010 se hizo un nuevo censo, y el máximo se estableció en 200. Hoy quedan unos 175. Es el felino más amenazado de extinción del planeta». En Doñana la población se reduce a «30 ó 40 ejemplares, de los cuales solo diez viven en el interior del parque. El año pasado murieron 21 atropellados, más otro siete ahogados o a tiros. Está abocado a la extinción», lamentó.

Coches, rifles y pozos no son el principal peligro que acecha al lince ibérico. «El problema está en que los conejos, que un día no tan lejano estaban absolutamente por todas partes, prácticamente han desaparecido del parque, por la mixomatosis, una enfermedad. Y todos los intentos que se han realizado para reintroducirlos han fracasado. Ahora mismo nos vamos a gastar más de un millón de euros en volver a intentarlo, y será dinero tirado», auguró.

Al águila imperial ibérica no lo va mucho mejor. «En la península Ibérica quedan unas 350 parejas, en Doñana solo nueve, que crían unos seis pollos al año. Y hay gente que los sigue matando».

Con todo, Doñana sigue siendo un paraíso, especialmente para las aves. «Hay miles de gansos, de flamencos, de garzas... Hasta unas 400 especies», casi todas atraídas por la inmensidad de sus marismas, quizá el principal ecosistema del parque, pero ni mucho menos el único. Lo que sucede es que están en franco retroceso. «A principios del siglo XX había unas 120.000 hectáreas de marismas, hoy no llegan a 20.000. Doñana se está secando».

Hay un problema que se repite año sí y año también, siempre en las mismas fechas, la romería de la Virgen del Rocío. «Son unas 50.000 personas que cruzan el corazón del parque, y no todas son muy respetuosas con el medio ambiente. No recuerdo la cifra exacta, pero creo que se recogen unas 800 toneladas de basura».

Doñana «no puede vivir de espaldas a lo que le rodea, ni cerrarse al turismo, que genera mucha riqueza a los pueblos del entorno, ni siquiera al Rocío. Lo que hace falta es poner orden y sentido común, y parece que los políticos no están muy por la labor», concluyó, entre aplausos, Fernando Ibáñez.

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