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Ana Belén baila en escena durante la representación de 'Kathie y el hipopótamo'. :: marieta
La prodigiosa verdad de las mentiras

La prodigiosa verdad de las mentiras

Ana Belén llevó al Niemeyer la obra teatral de Vargas Llosa, 'Kathie y el hipopótamo'

ALBERTO PIQUERO

Sábado, 28 de febrero 2015, 00:18

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Detrás del Premio Nobel de Literatura que atiende por Mario Vargas Llosa, conocido fundamentalmente por sus novelas mayúsculas, existe asimismo el autor teatral, que ha ido desgranando poco a poco su puesta en escena en nuestro país. La primera de las obras que subió a las tablas fue 'La Chunga'. Después, 'Kathie y el hipopótamo', que ayer llegó al auditorio del Centro Niemeyer, bajo la dirección de Magüi Mira y protagonizada por Ana Belén, junto a un elenco del que formaron parte el asturiano Ernesto Arias, Eva Rufo y Jorge Basanta. Todos ellos se multiplicaron en escena para recrear la historia.

El inmenso talento del novelista se propaga al dramaturgo, comenzando por la arquitectura de una obra compleja que resuelve de manera transparente, solución a la que tampoco ha de ser ajena Magüi Mira.

'Kathie y el hipopótamo' muestra la historia de una mujer que viene de vuelta de muchas cosas y aún continúa en el camino de ida, la cual contrata a un amanuense para que escriba los viajes exóticos que ella habría realizado por Asia y África. El punto de partida es sólo el pretexto que envuelve la relación entre la realidad y la fantasía, entre lo vivido y lo soñado, entre las aceras cotidianas y los bosques de la ficción. Vargas Llosa, quien también es ensayista, tituló uno de sus trabajos de este género como 'La verdad de las mentiras'. Ese es el juego sobre las tablas, servido por una inspiradísima Ana Belén -consigue que el espectador se olvide de que es Ana Belén-, muy bien secundada por el resto de los actores.

Como ha dicho el propio autor, «las mentiras de Kathie y de Santiago (Ernesto Arias), además de sus verdades, delatan las mías y, a lo mejor, las de todo el que, al mentir, exhibe la impúdica arcilla en que amasa sus mentiras».

Un texto y una representación que bajo una apariencia amable, embarca en las grandes preguntas de la existencia, acerca de la identidad, las ambiciones, las frustraciones, la imaginación y los puentes colgantes que separan o unen a las personas.

La banda musical compuesta por David San José se acopló como una prolongación de esa atmósfera tan onírica como reflejo cierto de la vida. Excelente. La crítica ha puesto en cuestión el añadido de unas canciones francesas de los años 50. Justo es decir al menos que Ana Belén las canta de manera primorosa.

El público -950 personas que llenaron la sala- ovacionó con largo entusiasmo esta invitación al arte y sus disfraces, que son también los nuestros.

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