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Antonio Ramírez Crespo, ayer en la Cámara de Comercio. lópez
«El 90% del éxito depende de la actitud de cada uno, es algo personal»

«El 90% del éxito depende de la actitud de cada uno, es algo personal»

especialista en comunicación y finanzas

Fernando Del Busto

Viernes, 6 de marzo 2015, 00:27

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«Buenas tardes, soy Antonio». Así, de esta manera, uno a uno, estrechando la mano y preguntando su actividad laboral se presentó ayer Antonio Ramírez Crespo a todos los asistentes a la conferencia que impartió en la Cámara de Comercio de Avilés bajo el título 'Factores críticos de éxito'. Su gesto no es casual. «Ningún conferenciante saluda personalmente a los asistentes a su charla. Si haces lo mismo que los demás, será más difícil tener éxito». Es una de las claves que compartió con LA VOZ antes de su intervención, que él denomina «show-ference» y que abordó con el espíritu de Bruce Springsteen antes de subirse al escenario: «No salimos a pasar el rato, sino a tocar el mejor concierto jamás interpretado».

De origen luarqués y con una biografía por medio mundo. ¿Qué le llevó a ese recorrido?

Salí de Luarca en el año 70 por cuestiones de amor. Estuve en Nueva York 20 años, del 73 al 93. Antes de ir estuve en Tenerife para hacer la mili. Allí me hice profesionalmente. Salí de Luarca sin ningún tipo de formación. Luego estuve en México del 93 al 2000, que fue cuando regresé a España. Estuve en Madrid tres años y desde entonces estoy en Luarca.

Un hombre hecho a sí mismo, ¿eso sería posible en España?

Por eso hay que escucharme, saber lo que yo transmito. La idea de mi 'show-ferencia' es que no tengan que tener las experiencias que yo tuve para alcanzar esos beneficios.

Pero eso lo solemos decir todos: volver a ser joven con lo que sabemos ahora.

Se podría hacer sabiendo lo que yo sé ahora, no lo que yo sabía entonces. Sí, es posible.

Y en una entrevista como esta, ¿qué idea podemos transmitir?

La 'show-ferencia' de factores críticos de éxito nace porque, gentilmente, me invitaron a una conferencia sobre la reindustrialización de Asturias. Durante cuatro horas y media estuve escuchando a grandes ponentes, gente muy relevantes del sector productivo y de la política. Me llamó la atención que todos ellos, y ellas, pues había alguna mujer, hablaron muchísimo de la competitividad. Pero las palabras excelencia y ambición, que son las que hacen la competitividad, sólo las mencionaron una sola vez cada uno en las cuatro horas y media. Entonces decidí que alguien debía hablar de eso, porque sin excelencia y ambición no hay competitividad.

Pero sí existe una cierta cultura de la excelencia en la empresa.

Pero no toda la que deberíamos. Y, lo que es más importante, toda la que nos exige el mercado. Esto tiene que ver con los problemas que estamos teniendo y que seguiremos teniendo por algún tiempo hasta que adaptemos como algo diario la excelencia y la ambición.

La idea de excelencia es clara. Sin embargo, el concepto ambición puede tener unas condiciones peyorativas.

Lo uso en su acepción más positiva.

¿Cómo la puede definir?

Querer lo mejor siempre, lo mejor de que seas capaz. No es ser mejor que nadie. Es ser lo mejor que tú puedas ser. Es algo que explico muy claramente.

O sea, ¿al final la clave del éxito está en uno mismo?

Indudablemente. La actitud personal es el 90% del éxito.

Para desarrollar esas ideas, ¿las mayores barreras son las culturales?

Obviamente es algo cultural y muy profundo. Pero de la misma manera que aprendemos que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer, aprenderemos, hoy en día, que sin excelencia no se llega a ningún sitio.

En una cultura como la española, o la europea, tiene mucho peso la cultura de lo público, la seguridad que representa un puesto de trabajo fijo y que esté todo reglado y organizado. ¿No choca esa mentalidad con sus planteamientos?

Efectivamente, no te lo van a poner fácil. Y el secreto de eso es tratar de ser tu mejor tú constantemente. Dar lo mejor de ti mismo tanto en el aspecto personal como profesional. En las conferencias hablo extensamente sobre eso. No es fácil, pero es posible.

En su última carta a sus inversores, Warren Buffet repasa sus principales errores. ¿En una cultura como la española puede ser posible una actitud así?

Muy elegante por su parte. Y tiene que ser posible en España. Es más, hay gente que aconseja cometerlos porque la única forma de aprender es cometer errores. Somos muy adversos a cometer errores y no debemos serlo. Todo el mundo que viene de fuera nos dice que uno de los problemas es que no queremos equivocarnos nunca y, por eso, no arriesgamos. Por eso nunca llegamos a nuestro máximo nivel, quedamos en un nivel intermedio, vamos sobre seguro.

En estas 'show-ferencias', ¿cómo se siente, como un misionero o un profesor?

Yo me defino como un compartidor. Ni siquiera 'coach', que está muy de moda. Soy un compartidor. Tengo unas vivencias y creo que es interesante que otra gente pueda sacar beneficio de ellas. Y, simplemente, las comparto.

Lleva desde doce años en Asturias, ¿algún asistente a sus charlas transformó su vida?

No tantos como yo quisiera, pero hay muchos. Sé de algún participante al que le cambió la vida.

¿Por ejemplo?

Los ejemplos son privados.

Sin dar datos que revelen la identidad.

Por ejemplo, un señor que era médico en un hospital, con su posición asegurada de por vida. No tenía ambición. Después de escucharme me mandó una nota muy cariñosa diciéndome: «Creo en lo que dices y lo estoy aplicando ya». Ahora es el director de un hospital.

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