Los Telares adeuda tres meses de sueldo a sus trabajadores, que empiezan a movilizarse

Los trabajadores de la cadena textil Los Telares han comenzado a movilizarse a través de las redes sociales ante la degradación de su situación laboral y el temor de que la empresa acabe cerrando. Acumulan tres meses sin cobrar -las nóminas de diciembre, marzo y abril- y asisten con perplejidad a la alarmante falta de producto en sus tiendas. Aseguran que la empresa no ha comprado la ropa de verano, lo que obliga a seguir con la liquidación de las prendas de invierno en pleno mes de mayo, y que las reposiciones semanales han pasado de las 500 u 800 prendas a las 25, una cantidad a todas luces insuficiente.

La única explicación recibida llegó vía Facebook. La empresa explicó en esta red social que la ropa de verano llegaría en breve pero tuvo que eliminar el comentario ante la airada reacción de sus seguidores, muchos de ellos amigos y familiares de los trabajadores. Esta actitud evasiva y poco transparente es otra de las quejas de una plantilla que demanda información. Aseguran que «no estoy autorizado a dar información» es la única respuesta que obtienen cuando se ponen en contacto con la dirección sobre cualquiera de estos aspectos.

La cadena textil Los Telares inició un proceso concursal a finales de 2012 que concluyó en marzo de 2014 tras prescindir de once comercios en España -uno de ellos en Gijón- y de 52 trabajadores -diez de ellos en Asturias-. La situación conllevó cambios en la organización interna, el más significativo para los trabajadores, el relacionado con los salarios. Aparte de una merma por la eliminación del pago de extras como la colocación del escaparate o la limpieza, cobran su sueldo en dos veces, una mitad a principio de mes y la otra, a mediados.

Ante la delicada situación que atravesaba la compañía, asumieron la situación sin hacer ruido y convencidos de que con pequeños sacrificios se podría seguir hacia delante. La noticia de que un fondo de inversión suizo adquiría la cadena, confirmada el pasado mes de diciembre, infundió esperanza a la plantilla ante las promesas de modernización del producto y mejora de la gestión.

«Ahora sabemos que era todo mentira», se lamentan sin atreverse a dar la cara ante posibles represalias.