«Si alguien tuviera que decir algo serían nuestros padres»

Con la mente puesta en los exámenes y un tanto desbordadas por la repercusión que ha tenido su protesta, las chicas a las que el pasado miércoles se les prohibió ir de excursión por el centro de Avilés por llevar unos pantalones demasiado cortos para visitar alguna de las iglesias por las que pasaba el recorrido, tal como asegura la dirección del instituto que se les había advertido, fueron ayer las protagonistas de una comunidad escolar en la que no se hablaba de otra cosa.

Conceptos como libertad, respeto, imposición, tolerancia, recato, derecho o decoro se mezclaban en las conversaciones de los jóvenes estudiantes del instituto de educación secundaria La Magdalena y no siempre en la misma dirección. No todos los compañeros apoyaban a sus compañeras en una postura, la de rebelarse contra la prohibición, que ellas defienden con determinación. «Si alguna persona se metiera con nuestra forma de vestir tendrían que ser nuestros padres», coinciden en señalar Raquel García, Nadaya Gutiérrez y Olaya Bandín.

Descartan haberse vestido con pantalones cortos para desafiar a la profesora pero sí reconocen que les molestó «las formas autoritarias» que empleó en la advertencia sobre la indumentaria porque, y en esto coinciden todas, «no nos avisó de que íbamos a ver iglesias». Fue, de hecho, el supuesto tono de la docente, que no es la que tienen habitualmente en el curso, lo que crispó a unas estudiantes que enarbolaron el binomio de educación pública y libertad para defender su decisión.

«Vino a última hora del día anterior (martes) a nuestra clase y nos dijo que iba a hacer calor», explica Nadaya. «Pues llevamos pantalón corto, respondimos nosotras», continúa. «¡No, no quiero ni pantalón corto ni tirantes porque son mis normas!», habría sido la respuesta de la educadora según el relato de las jóvenes. El problema habría estado «en la forma de decirlo». No fue un desafío pero Nadaya reconoce que los alumnos pactaron ir de pantalones cortos. Antes, consultaron el régimen interno del centro, amplía Olaya. «Lo hicimos por defendernos», asegura. «Yo veo bien cierto recato en el interior de un templo. Si me pide por favor que vaya de largo, voy de largo pero que no me lo diga gritando», argumenta Nadaya. Olaya, por su parte, recuerda que «no estamos haciendo nada malo» y que «nuestra profesora (la titular) nos defendió, la iglesia no dice nada sobre entrar en pantalón corto en ella».

La explicación de Raquel García discurre en la misma línea e insiste que «si alguien tuviera que decir algo tendrían que ser nuestros padres», con cuyo apoyo cuentan. El relato de Raquel ilustra lo que pasó el miércoles, después de que se les prohibiera unirse a la salida cultural. «En el despacho del director discutimos por esto y nuestra 'profe' habitual del curso se ofreció a quedarse con nosotras en caso de que en alguna iglesia no nos dejaran entrar», comenta.

«Sí, hay que tener respeto a las religiones aunque uno sea ateo pero no es lo mismo visitar una mezquita que una iglesia como San Nicolás de Bari, que es católica y que es un colegio al que también van niñas vestidas con falda», argumenta Raquel, de «casi 14 años» y estudiante de 2º de Secundaria.

Menos reivindicativa se muestra Luana Ayusto, que ayer no pudo acudir al instituto por enfermedad. Afirma que ella se enteró el mismo día de los consejos sobre el atuendo y defiende el recato del suyo. «Yo voy con un mono un poco por encima de la rodilla, no creo que sea tan corto», comenta sorprendida. Dice que hubiera acatado la norma o advertencia de haberla sabido y asegura que «nos quedamos a cuadros cuando nos prohibieron ir». «Opté por callarme porque ella (la profesora) se puso a gritar», relata.

El Sindicato de Estudiantes ha convocado para hoy una sentada de protesta frente a la puerta del centro.