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La sexólogo y escritora francesa Valérie Tasso, ayer, en el Centro de Servicios Universitarios.
«El sexo no comete delitos»

«El sexo no comete delitos»

La penúltima jornada del curso de sexología de la Universidad de Oviedo remarca la diferencia entre deseo y acto criminal

Cristina Del Río

Viernes, 24 de julio 2015, 00:09

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Erotismo y deseo. ¿Dónde están los límites? ¿Se puede controlar el pensamiento? ¿Cabe la perversión? ¿O quizás no existe? No para los sexólogos José Luis Beiztegui y Valérie Tasso, que abogaron por disfrutar en libertad de los deseos sexuales siempre y cuando se hagan sin coaccionar a terceros.

«Una cosa es el acto y otra el deseo, y este no se puede fiscalizar», advirtió Beiztegui, quien reivindicó la necesidad de utilizar las palabras con propiedad, haciendo alusión a su raíz etimológica. «El pederasta no es el cerdo cabrón que hace daño a un niño, ese porcentaje es muy pequeño, en realidad es una persona que siente un amor erotizado por un infante y será el primero en liberar a un niño si ve que este va a ser hostilizado». Ese deseo por los niños los convierte, según Beiztegui, protagonista junto a la escritora francesa de la penúltima jornada del curso sobre sexología que la Universidad de Oviedo celebra en el Centro de Servicios Universitarios de La Ferrería, en «mejores tutores o profesores». Como el deseo no tiene coto no es operativo «torturarse por ello, lo que hay que hacer es controlar los actos».

Advirtió que «los procesos de sexuación no terminan nunca y, en este sentido, los deseos pueden cambiar», no así «sus anclajes, que nacen del interior».

La escritora francesa Valérie Tasso reflexionó con el auditorio sobre el pecado, las perversiones sxuales, las minorías eróticas, las desviaciones y la parafilia. La sexólogo cree que «no ha cambiado nada» en los últimos años porque «hemos pasado de la sotana a la bata blanca». «La homosexualidad se cayó del manual de la psiquiatría hace cuatro telediarios, como quien dice», apuntaló.

Tasso quiso saber la opinión que ciertas prácticas sexuales como la necrofilia y la zoofilia provocaban en los asistentes para, a continuación, reflexionar sobre la ridiculización pública de algunos personajes famosos por sus apetencias íntimas. Hoy en día es «un arma de exclusión social» y esto -usar la sexualidad para ridiculizar a alguien- «sí que es una perversión», añadió.

En una intervención muy participativa en la que se comentaron las connotaciones sociales o culturales de algunas de estas prácticas, Tasso rechazó a quienes asimilan la prostitución con la trata de personas, «yo lo asociaría más bien con la industria textil, con multinacionales que van a los campos argentinos a explotar muchachas. ¿Habéis visto a alguna de estas feministas ultrarradicales levantar la mano contra esto?»

La escritora señaló que el sexo «es el reflejo de la condición humana» y, como tal, en pro del orden social «no podemos dejar que se salga con la suya», por eso se reprime tanto consciente como inconscientemente. «El deseo es muy perturbador, por eso 'hay que' controlarlo». «No es como el deseo de compra en un sistema capitalista en el que la gente se realiza comprando en Zara, que ese se fomenta; con el sexual afloran las partes oscuras del ser humano y se sale de este modelo absolutamente tiránico», profundizó tras la charla. La tiranía a la que se refiere Tasso es la criminalización de prácticas sexuales libres y consentidas - «porque el sexo no comete delitos»- y de la que, según ella, tienen mucha culpa los medios de comunicación.

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