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David Díaz -izquierda-, del Grupo Mavea, ayer en la introducción de la conferencia de Carlos Sánchez.
El ejemplo del anillo verde de Santander

El ejemplo del anillo verde de Santander

Carlos Sánchez, responsable de llevarlo a cabo, explica en el Aula de Cultura la recuperación del entorno

C. DEL RÍO

Martes, 2 de febrero 2016, 04:56

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El proyecto de anillo verde en la bahía de Santander llega tarde, cuando la mitad de su superficie se ha perdido y su costa natural se ha reducido en un 15%. Aún así, este programa Life de la Unión Europea, organismo que sufraga la mitad de su presupuesto (3 millones de euros), todavía está a tiempo de conservar y proteger para el uso público una red de zonas naturales en la zona más densamente poblada de Cantabria. Un proyecto de conservación de la naturaleza y de sostenibilidad ambiental que ayer explicó el presidente de la Fundación Naturaleza y Hombre, Carlos Sánchez, en el Centro de Servicios Universitarios con motivo de la celebración hoy del Día Mundial de los Humedales. La charla 'El anillo verde de la bahía de Santander y la marisma de Alday: conectando la naturaleza y la ciudad' estuvo organizada por Aula de Cultura de LA VOZ DE AVILÉS, en colaboración con la asociación ornitológica Mavea y el patrocinio de Cafés Toscaf.

La idea llevaba varios años gestándose hasta que el año pasado recibió el respaldo político y económico definitivo. «Ahora estamos llegando a acuerdos de colaboración con los municipios y con los propietarios de los terrenos para ir construyendo el anillo, que es una red de zonas verdes que bordeará la bahía», explicó Carlos Sánchez.

El objetivo principal de esta red es la «conservación de la biodiversidad y la creación de zonas naturales para el esparcimiento ciudadano». De hecho, el anillo «se va a coordinar con las iniciativas gubernamentales de la ruta cicloturística y el 'arco verde'». Esta segunda denominación alude a la reclamación de «zonas concretas de la bahía que por su especial valor merecía la pena conservar e impedir en ellas el relleno propio de las zonas de estuario, como ha ocurrido en Alday o en la marisma blanca». Aquel primer proyecto puede ser considerado el germen del anillo en el que se trabaja ahora en terrenos que en su mayoría son de titularidad pública.

Como medidas concretas, se plantea la «recuperación de zonas forestales del entorno de la bahía, de los humedales de agua dulce, la recuperación parcial de las marismas y la de pequeñas islas del interior, junto con un plan de lucha contra las especies invasoras», según resumió Carlos Sánchez antes de pronunciar la charla. Se contará también con un «programa de educación ambiental y de uso público» que se verá apoyado con la «creación de un centro de dinamización de lo que supone un anillo verde que implica a diez municipios».

«Se quiere ensalzar los valores ecosistémicos y los servicios que la bahía nos presta (de alimento y de ocio) en coordinación con la ruta ciclista y con otras acciones de turismo sostenible como una actividad de fotografía de naturaleza», resumió. Iniciativas turísticas que no solo son «compatibles» «sino recomendables, porque todo lo que sea divulgación siempre es positivo».

Carlos Sánchez no se aventuró a extrapolar el ejemplo santanderino a Avilés porque reconoció que no conoce lo suficiente la zona. A preguntas de este diario, sí pudo adivinar los «problemas que tendrá Zeluán» porque «por lo que he visto y leído del sitio, es una calcamonía en pequeño de Alday».

«Este tipo de zonas aisladas, fragmentadas y con poca superficie requieren una atención y un mantenimiento de por vida. Son zonas presionadas históricamente que merece la pena recuperar por el servicio que prestan a la ciudad», apuntó.

Mavea, coorganizadora de la charla, recordó que lleva cinco años reclamando la restauración de las marismas de Maqua, antes conocidas como de Llodero. «Esta ensenada es el único espacio de la ría de Avilés que conserva cierta naturalidad primitiva; el resto de esteros ha desaparecido y son, en la práctica, irrecuperables».

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