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El grupo escocés Williamwood, en el primer Festival Intercéltico.
20 años de Festival Intercéltico en Avilés

20 años de Festival Intercéltico en Avilés

El certamen puesto en marcha por Esbardu sigue en pie después de abrir camino a la música celta en la ciudad

RUTH ARIAS

Miércoles, 16 de marzo 2016, 04:55

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A los de Esbardu siempre les ha gustado encomendarse a San Patricio, y quizás este misionero cuya onomástica se celebra mañana jueves haya tenido algo que ver en el auge y resurrección del Festival Intercéltico de Avilés que organiza esta asociación cultural desde hace la friolera de 20 años. Al frente ha estado siempre Juan Casas, que en este tiempo ha vivido momentos buenos y malos, pero que nunca se ha dado por vencido.

«Fuimos a representar a Asturias en el Festival de Lorient en 1993, y vimos como allí se valoraba esta música», recuerda. De aquel viaje vino con una idea rondando en la cabeza: la de reproducir aquello en Avilés. Parecía una quimera, porque en aquel entonces, a los grupos de música tradicional «se les usaba de relleno en las fiestas», pero el Intercéltico fue un éxito desde su primera edición.

Aquel primer festival comenzó siendo un proyecto para tres días, pero el programa terminó programando siete. Acudieron bandas de Escocia, de Irlanda, de Bretaña, de Galicia... regiones hermanas en las que suenan las gaitas y los tambores. Hubo alguna anécdota, como la del extravío de los instrumentos de percusión del grupo escocés Williamwood, que durante los primeros días tuvo que tocar con bombos y tambores tradicionales asturianos que le prestó Esbardu, hasta que la compañía aérea pudo recuperar los suyos.

«El éxito fue sorprendente», reconoce Casas. Aquel primer Intercéltico tuvo un presupuesto más que ajustado. Contó con una ayuda de un millón de pesetas que aportó el Principado y otro millón y medio del Ayuntamiento, cuyo concejal de Cultura por aquel entonces era el popular Joaquín Aréstegui. «Había oído hablar de Lorient y le pareció buena idea», cuenta.

Sacar adelante aquella primera edición de 1997 fue muy complicado, pero a partir de ahí, el festival fue creciendo año a año, hasta alcanzar su cenit en el año 2006. «Conseguimos hacer un cartel con nombres consolidados con Carlos Núñez a la cabeza», dice Casas. Su concierto fue uno de los más multitudinarios que se recuerdan y consiguió llenar las calles del casco histórico de Avilés. «En El Carbayedo estuvieron dando cenas hasta las cinco de la madrugada», relata.

El festival sirvió para despertar el interés del público avilesino por la música tradicional asturiana y de otras regiones de la cultura celta. «Hace 20 años, cuando empezamos, hablar de esta música era cosa de cuatro entendidos, pero nuestra propuesta era educar y compararnos con otras regiones similares», dice Casas. Así, la música asturiana se fue dignificando, y los grupos dejaron de tocar «en una esquina de un prao» para subirse a un escenario con luces y sonorización profesional.

En 2008, el Intercéltico se ganó la categoría de Fiesta de Interés Turístico Regional, pero la línea ascendente se quebraría el año siguiente, cuando el Ayuntamiento promovió la creación de Beltaine, un evento paralelo de similares características. Casas asegura que prefiere no acordarse de aquello, pero solo su perseverancia logró que el festival, herido de muerte, lograse resistir y permanecer durante los tiempos difíciles. Beltaine duró solo tres años, aunque la crisis económica y los recortes en las subvenciones han hecho que la recuperación no haya sido total.

El festival celebrará este mes de julio su vigésima edición, con un programa aún por cerrar y una ubicación todavía por definir. La plaza de Carlos Lobo y El Carbayedo hace tiempo que se quedaron pequeñas, y habrá que enfrentarse a nuevos rotos al tiempo que se sigue manteniendo la esencia. «Somos una base turística muy importante, y hacemos promoción de Avilés desde hace 20 años», destaca Casas, que cada día del año se entrega con pasión a la tarea de hacer un mejor Intercéltico.

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