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Los dos traumatólogos en una de las operaciones para realizar una artroscopia de cadera en el Hospital Universitario San Agustín.
Traumatología del San Agustín ya aplica artroscopias de cadera

Traumatología del San Agustín ya aplica artroscopias de cadera

Los doctores Carlos Corona y Jesús García han realizado 30 intervenciones tras dos años de formación específica

FERNANDO DEL BUSTO

Martes, 22 de marzo 2016, 04:49

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La artroscopia es una técnica quirúrgica cuyo uso en las rodillas se ha generalizado en todos los servicios de Traumatología del mundo por las ventajas que presenta para los especialistas y para el paciente. Sin embargo, la capacidad de innovación de los traumatólogos ha llevado a que se aplique en otras partes del cuerpo, como la cadera, hombros, muñeca y tobillos.

En el caso de cadera, la nueva aplicación comenzó a desarrollarse en 2001 y ya se encuentra entre los recursos quirúrgicos de los que dispone el servicio de Traumatología del Hospital Universitario San Agustín de Avilés (HUSA). Dos de sus especialistas, los doctores Jesús García y Carlos Corona, se han formado específicamente para la aplicación de esta técnica.

No fue un proceso sencillo. Durante dos años, recibieron una formación específica con cursos, congresos y prácticas en cadáveres para adquirir la destreza necesaria. La complejidad de esta técnica lo demuestra que aunque las primeras artroscopias de cadera se realizaron en la década de los 80 del siglo pasado, la complejidad de la articulación provocó que no se avanzase más por ese camino hasta el presente siglo y, en la actualidad, sólo los profesionales más avanzados la han incorporado a su cartera.

La aplicación de la artroscopia en la cadera surge al comprobar la predisposición a tener artrosis en las personas que se produce un 'choque' entre la parte anterior del cuello del femur y la ceja anterior del cotilo de la pelvis. Ese golpe continuado, explican los doctores Corona y García, provoca el desgaste de la articulación y aumenta las posibilidades de que aparezca artrosis, incluso que sea necesario llegar a la prótesis de cadera.

«Si se logra frenar ese choque constante, se evitará ese desgaste, reduciendo las posibilidades de que aparezca la artrosis y también de la prótesis. Si es necesario un implante será siempre más tarde que si no se hubiese hecho la artroscopia», comentan. No son las únicas ventajas para el paciente.

La artroscopia obliga a un día de hospitalización después de una intervención con anestesia general. La recuperación posterior es mucho más rápida que en el caso de una prótesis. Además, antes de la artroscopia, las únicas formas de atajar el dolor que siente el paciente era mediante calmantes o el implante. Ambos traumatólogos coinciden en que se trata de una intervención «sencilla para el paciente, pero muy complicada para el traumatólogo. No es una intervención fácil». Una operación de este tipo necesita prácticamente de una mañana de quirófano.

«Evolución positiva»

De hecho, tan sólo en el servicio de Traumatología los doctores Corona y García la han asumido tras la formación específica. Después de los cursos, realizaron las primeras intervenciones en Avilés contando con la presencia del traumatólogo Eric Margalet, uno de los pioneros de este uso de las artroscopias en España. Además, ha desarrollado una técnica pionera de artroscopia que ambos han escogido por aportar más seguridad al enfermo.

Por sus manos ya han pasado 30 pacientes y, hasta la fecha, la evolución es positiva, anulando el dolor. Aunque este tipo de intervención es ideal para personas jóvenes, entre 20 y 50 años, se han fijado una serie de criterios médicos. «Debemos tener una certeza radiológica de que existe ese golpe; además no debe existir un desarrollo de artrosis o que sea mínimo. Otro criterio es que la persona sufra dolor», comentan.

No son las únicas evoluciones de la artroscopia asumidas por los traumatólogos del San Agustín. Ya se han incorporado plenamente la intervención en el hombro, que permite curar roturas de manguito o problemas con los tendones que antes eran de muy difícil o casi imposible solución. Al año se realizan entre 50 y 70 intervenciones de este tipo. También aplican para pequeñas patologías en la muñeca y el tobillo, si bien son casos mucho menos frecuentes.

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