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Otros dos intoxicados por mercurio en AZSA se suman a la huelga de hambre

Otros dos intoxicados por mercurio en AZSA se suman a la huelga de hambre

Reclaman «que se llame a las cosas por su nombre y que lo que nos pasa se reconozca como enfermedad profesional»

RUTH ARIAS

Martes, 28 de junio 2016, 04:34

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Ya son tres. Carlos Martínez y David Peláez han tomado finalmente la decisión de seguir a su antiguo compañero de trabajo David Román e iniciar también una huelga de hambre. Lo harán hoy mismo, después de haberse hecho unas analíticas y de convencerse de que «no nos dejan otra salida», como asegura Martínez. Reclaman «que nos solucionen el tema sanitario y que nos hagan todas las pruebas», después de que la mayoría de ellos hayan dejado de ser revisados por el HUCA tres años y medio después de que sufrieran una intoxicación por inhalación de mercurio cuando trabajaban para la empresa IMSA en las instalaciones de Asturiana de Zinc.

Aseguran que hace más de un año que no les citan en el hospital ovetense, donde se había puesto a su disposición un equipo de medicina interna para realizarles un seguimiento continuo. En lugar de eso, han sido remitidos a sus respectivos médicos de cabecera. «La mayoría no quieren oír hablar del mercurio», lamenta Martínez. «Me dicen que tiene que verme un toxicólogo, pero que ellos no tienen, y las cosas se quedan así», explica Peláez.

Ambos han remitido un escrito por mediación de su abogada tanto a Asturiana de Zinc como al Instituto Nacional de la Seguridad Social, hacia el que se dirigen sus principales reclamaciones. «Reivindico que se llamen las cosas por su nombre y que se reconozca que esto es una enfermedad profesional», exige Peláez, cansado de verse abandonado por el sistema sanitario y también por el mercado laboral.

De momento, la única parte que se ha puesto en contacto con los huelguistas es Asturiana de Zinc, que se ha interesado por sus pretensiones. Se espera que estos días se produzca una reunión para abordar los problemas que los afectados por aquel accidente laboral vienen sufriendo en los últimos meses. La empresa ha vuelto a insistir en su «máxima disposición» para ayudar a los afectados que, en cambio, no han obtenido ninguna respuesta por parte del Sistema de Salud.

«No nos piden pruebas, los médicos nos mandan al HUCA, el HUCA a la mutua, la mutua al médico de cabecera y así siempre», denuncia Martínez. Mientras, sus problemas de salud van en aumento. «Yo tengo claro que ahora no puedo seguir trabajando», señala. No es sólo porque acabe de romperse un brazo, algo que atribuye a la descalcificación que sufre desde el accidente, y que le ha llevado a perder también varias piezas dentales. Lo peor es la fatiga continua, los dolores de cabeza, la disminución de vista y de oído.

Tanto él como Peláez aseguran sentirse «con ánimos» de dar la batalla. «Esto no es una broma ni un pulso, es que no vamos a consentir que nos dejen desamparados», afirma Martínez, que incide en que su batalla no es por cobrar una indemnización. «El dinero se acaba, y nuestra prioridad es la salud», señala.

Convenio caducado

Además del equipo del HUCA que les atendía hasta hace un tiempo, también habían acudido a unos toxicólogos en Valladolid donde les realizaron unas valoraciones. Ahora, el colectivo estaba reclamando un nuevo examen para comprobar la evolución de las secuelas de la intoxicación por mercurio con el paso del tiempo pero, según ha podido saber este diario, el convenio de la empresa con ese equipo tenía validez hasta este mes de junio, sin que hasta ahora se hayan dado pasos para renovarlo. De confirmarse la caducidad de este acuerdo, los afectados no tendrían ya ningún toxicólogo especializado en metales pesados a su disposición. La mayoría de ellos, no obstante, se habían quejado de la escasez de visitas a estos profesionales.

Los antiguos trabajadores de IMSA denuncian el incumplimiento de los acuerdos, sobre todo en lo que se refiere a la cuestión laboral. En los últimos tiempos apenas se les ha llamado para trabajar. «A mí este año sólo me han llamado para dos días y el año pasado un mes», explica David Peláez. Esta precariedad laboral, sumada a su delicado estado de salud, ha hecho que las cosas exploten. «Parece que se han olvidado de nosotros», lamenta Carlos Martínez, que recuerda que el diputado Gaspar Llamazares «llevó el tema a la Unión Europea, pero hasta los que entonces se llevaban las manos a la cabeza han desaparecido».

Afirman sentirse defraudados, y están convencidos de que van a ir a peor. «No se trata de que den un golpe de talonario y se laven la cara, es que no pueden dejarnos así», reclaman. «No tenemos ni trabajo, ni médicos ni nada de nada, y esto no puede seguir así», explica Peláez que, como sus compañeros, inicia la huelga de hambre con convencimiento.

El seguimiento médico, no obstante, comienza siendo limitado. Aunque David Román ha comenzado a acudir a diario al médico para llevar un control de sus niveles de glucosa, a Carlos Martínez sólo le han dado algunas recomendaciones y le han dicho que vuelva a consulta «en un mes o antes si me encuentro mal».

Todos ellos seguirán la huelga en sus respectivos domicilios, aunque no descartan iniciar otras movilizaciones diferentes de forma paralela para ganar mayor visibilidad, al mismo tiempo que sus representantes seguirán presionando sobre todo al sistema sanitario público.

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