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El grupo de 3 años interactúa con la ejemplar de papillón.
El mejor compañero de clase

El mejor compañero de clase

Los alumnos participantes se reúnen cada viernes junto a un grupo de psicólogas para trabajar con los animales sobre sus necesidades especiales

BÁRBARA MENÉNDEZ

Sábado, 22 de octubre 2016, 08:05

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«Es sólo la segunda sesión, pero los avances y el cambio de actitud de algunos niños ya son visibles», aseguraba ayer Mónica Corominas, jefa de Innovación Educativa y Orientación del Colegio San Fernando, durante la clase de terapia asistida con perros para alumnos con necesidades especiales que desde la semana pasada tiene lugar en el centro. La profesora no podía quitar ojo al desarrollo de una actividad que ya ha dejado varios momentos reseñables. «Al final del primer día, un niño que no había hablado prácticamente en los dos años que lleva con nosotros fue capaz de decir su nombre para darle una golosina al perro, todas nos pusimos a llorar», confiesa.

Este tipo de terapia es pionera en Avilés y se ha realizado en muy pocos centros de Asturias, pero las responsables ya apuntan a un posible éxito futuro por su eficacia. «Por muy bien que trates a un niño y por muchas carantoñas que le hagas, siempre estará más animado a establecer contacto con un perro», apunta Cristina López-Escobar, de la asociación Diversican de Oviedo. Junto a Ciudadano Can, entidad gijonesa, se encargan de las labores de formación de canes y de la ejecución de la actividad en el colegio avilesino. El principal objetivo de la misma es estimular las capacidades de lenguaje en los dos grupos de alumnos de tres y cuatro años a través de diversos ejercicios durante sesiones de 45 minutos. No obstante, otro sinfín de habilidades sociales y referentes al desarrollo emocional también se ven alentadas mediante el contacto con los perros.

«El punto de partida es muy comprometido, porque se trata de niños con necesidades muy variadas que, por lo general, no tienen ninguna voluntad comunicativa», comentaba la psicóloga López-Escobar. «Es pronto para determinar las exigencias específicas de cada participante, de momento iremos explorando semana a semana con dinámicas grupales», añadió. Pese al poco recorrido, los alumnos ya han establecido fuertes vínculos con sus compañeros caninos. Ayer, una de las niñas vivió un breve episodio de llantos cuando descubrió que su perro favorito, la border collie 'Güelcom', no se encontraba en la sala a su llegada; la efectividad del programa también se manifestó cuando fue capaz de pedir a las profesoras que la perra se incorporase a la clase.

No sin profesionalidad

«A veces la gente tiene la sensación de que esto es una especie de circo o que hay poca preparación detrás, pero es necesario dejar claro que esto no es algo que puedas hacer por tu cuenta», destacaba Inés Jiménez, educadora y dueña de ambos canes. «He conocido casos en los que una familia ha adoptado un perro para ayudar a una persona discapacitada y no ha funcionado», reveló. «Todos nuestros perros viven en un ambiente familiar y reúnen unas características concretas, como que sean proactivos, sociables y con saber estar», explica la educadora canina.

Pero la clave para el buen desarrollo de la actividad, ya sea con niños o con mayores -desde la asociación también trabajan con enfermos de alzheimer-, es que el participante sienta que recibe la atención del animal por su buena disposición y no porque esté adiestrado para ello. «En ningún momento dirigimos a los perros, simplemente les educamos para que sepan autogestionar la situación en cualquier contexto y después supervisamos las sesiones», aclaró Jiménez. Unas sesiones que seguirán celebrándose semanalmente hasta mayo en horario lectivo y que prometen motivar grandes cambios en estos nueve escolares.

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