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Tasio López e Inmaculada Cereceda, docentes de español para Secundaria y Primaria.
«Las clases nos gustan y aprendemos con los amigos»

«Las clases nos gustan y aprendemos con los amigos»

Jóvenes y docentes expresan su satisfacción por el sistema de aprendizaje del idioma español

F. DEL BUSTO

Lunes, 30 de enero 2017, 01:58

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Llegaron de Rumanía hace unos cuatro meses sin tener conocimiento alguno de español y, ahora, ya mantienen algunas conversaciones y son capaces de vencer la timidez para hablar de su experiencia en el aula de inmersión lingüística. Josmin Lucian Odochian, alumno de tercero de ESO, y Bianca Cosmina Bergheva, de cuarto de ESO, ambos en el Instituto de La Magdalena, reconocen que se encuentran cómodos con la enseñanza que reciben.

Aunque no es el único apoyo. «Los amigos nos ayudan. Hablamos con ellos en el instituto y fuera», afirman ambos. «Debemos ser los únicos profesores que queremos que nuestros alumnos vean la televisión», destaca Tasio López, ya que es una de las formas más rápidas para aprender el idioma.

Cierto es que ambos chicos forman parte de un grupo concreto de alumnos extranjeros: aquellos que ya conocen el alfabeto latino y que comparten raíces con el español, lo que facilita su aprendizaje a pesar de la dificultad de aprender algunos sonidos.

Tasio López e Inmaculada Cereceda son los docentes del aula de inmersión lingüística. Trabajan con los estudiantes y también con los profesores. «Los alumnos viven un cambio cultural. A veces no saben cómo saludar, hay que enseñarles el centro, las costumbres sociales, cómo saludar», comenta López.

Ambos coinciden en que su trabajo «es muy gratificante» a pesar de las dificultades que implica. Inmaculada Cereceda cuenta este año con senegaleses (donde el idioma materno, el uolof, no tiene alfabeto escrito y, si hubo suerte, el menor se escolarizó en francés), marroquíes, sirios, rusos, chinos y rumanos.

«La técnica para enseñar es igual en Primaria que en Secundaria. Los mayores cambios vienen en función de la edad, para mí es más sencillo trabajar con jóvenes que con adolescentes», explica Cereceda.

El aula de inmersión lingüística se encuentra bien dotada con tabletas, ordenadores y pantalla para facilitar, aunque ello no impide la existencia de dificultades. «A los alumnos árabes les cuesta aprender la diferencia entre la 'i' y la 'e', porque no existe en su idioma, de igual manera que en chino no hay sonidos como la 'te' y la 'de'», comenta Cereceda.

Su trabajo les facilita conocer detalles de otros países que, de otra manera, igual no hubieran descubierto. «Descubres prejuicios entre culturas que están muy arraigados. También aprendes a poner ejemplos. Igual no puedes decir 'a' de ardilla, porque nunca vieron una, pero sí 'a' de avión, porque saben lo que es», explica Cereceda.

«La empatía con los alumnos es fundamental», afirma Tasio López. Ambos son conscientes de que representan la primera puerta de las familias con el sistema educativo que, en el fondo, no es sólo la enseñanza, sino con la propia sociedad donde han llegado. Para ellos, el lenguaje es unión, el puente para la incorporación de los emigrantes.

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