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Sandro Cordero, autor y actor de 'Ese instante'.
«La comedia cada vez tiene más límites, estamos muy susceptibles»

«La comedia cada vez tiene más límites, estamos muy susceptibles»

Actor y autor teatral

C. DEL RÍO

Jueves, 23 de marzo 2017, 09:49

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Sandro Cordero (Cudillero, 1971) es el autor de 'Ese instante', uno de las tres escenas independientes, pero relacionadas, de la obra 'Instantes', que mañana viernes se podrá ver en el Teatro Palacio Valdés, a las 20.15 horas, bajo dirección de Roberto Cerdá. Néstor Villazón y Paloma Pedrero son los autores de 'La última noche' y 'Solos en la Noche', respectivamente. El precio de la entrada es de diez euros.

-¿Cómo surge 'Ese instante'?

-Era una escena que había escrito y que tenía guardada en un cajón. No nació con la idea ser pequeña, pero cuando escribes algo no siempre salen cosas grandes y es difícil saber qué hacer con lo que te ha quedado. Un día hablando con gente surgió este proyecto.

-Que se basa en...

-Son siete historias diferentes que hablan del mismo tema: tres son escenas independientes, que no han sido escritas ex profeso para esta obra, y cuatro son monólogos, uno por cada actor. Dos han sido escritos por mí y otros dos por Néstor.

-¿Y cuál es esa temática?

-Es un tema tan, tan, tan visitado, y tan fácilmente visitable, como es la relación de pareja. Desde un punto de vista muy peculiar. Son cosas que ocurren en instantes porque todas las escenas tienen un instante en el que podría cambiar el rumbo de lo que sucede. Son 'microdecisiones', la base de nuestra vida, que influyen decisivamente en el futuro. Por ejemplo, si alguien te pide que lo acompañes a casa. ¿Lo haces o no? Y en función de lo que decidas ocurre algo.

-De esos tres instantes el suyo es 'Ese instante'. ¿Qué pasa en él?

-Es el que abre la función y el que da título a la obra. Ocurre entre un taxista y una clienta, entre los que quizás surge un destello de luz. Ese momento pasa, pero luego se encuentran más adelante y no voy a contar más. Quizás la conclusión es que no hay que dejar pasar ese instante, esas miradas que se cruzan en el metro, en la calle, en el bus y en los que uno cree ver algo extraordinario.

-¿Son siempre mutuos estos destellos, como usted los ha definido?

-No lo sé. Supongo que algo habrá. Lo más lógico es pensar que hay una atracción mutua, incluso aunque las dos personas sean conscientes de que no va a pasar nada entre ellas.

-¿Puede cambiar la vida de alguien en un instante?

-Totalmente. Construimos nuestra vida sobre la base de 'grandes decisiones', como son el trabajo, la boda y la compra de un piso. Decisiones que supuestamente marcan nuestra vida y no es así. La decisión que marca la vida es levantarte de la silla y preguntarle al chico que tienes enfrente si quiere tomar un café contigo. Ojo, que uno tampoco puede salir a la calle pensando que cada cosa que uno decida puede cambiarte la vida porque entonces sería imposible vivir.

-¿Cuánto dura un instante?

-No tiene medida matemática real. Puede ser eterno, aunque la mayoría son fugaces. Es ese momento en el que mientras sucede algo, el resto deja de tener importancia. Un momento es más que un instante. Un instante es nada, pero puede tener mucho fulgor.

-¿Los hechos fagocitan al instante?

-Sí, claro. Es la forma de darle relevancia a esas decisiones, a esos momentos que generalmente ni reparamos en ello.

-'Instantes' es una obra cómica.

-Sí, es una comedia. Yo creo mucho en ella como medio de comunicación. Cualquier reflexión en tono cómico entra mucho mejor. Primero te ríes y cuando se te pasa la risa, cae el poso. Se puede hablar de todo, respetando ciertos límites, que cada vez son más porque nos estamos volviendo muy susceptibles. ¡Ya no se pueden hace chistes sobre nada!

-Y usted 'reestrena' el papel de taxista.

-Sí, ha pasado algo muy curioso con esta obra, que ya va por su segunda dirección. Yo fui el taxista en unas jornadas de teatro exprés que se celebran en Santander por el verano y compartí escena con otra actriz. Ahora vuelvo al papel con otra compañera y es como estrenar papel. La dirección cambia una obra. Son pequeños matices, pero a los que los actores tenemos que ser permeables.

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