Secciones
Servicios
Destacamos
BÁRBARA MENÉNDEZ
Domingo, 26 de marzo 2017, 01:52
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
El saber no ocupa lugar. Bien son conscientes algunos exalumnos de la Escuela Municipal de Cerámica que, gracias a sus estudios, consiguieron no sólo mejorar sus destrezas en este campo de las artes plásticas, sino que además encontraron una oportunidad laboral en su afición. El centro, que se fundó sobre los pilares de la alfarería tradicional de Miranda, pronto enfocó su atención hacia la artesanía contemporánea como oportunidad de negocio, modernidad que no significó el abandono de las técnicas tradicionales.
La Escuela de Cerámica, capitaneada en los últimos años por Anabel Barrio, ha logrado combinar así un fructífero modelo educativo que rescata las raíces de la significativa tradición alfarera de la comarca a la vez que potencia las destrezas de sus alumnos y les anima a adaptar sus creaciones e ideas de negocio a las actuales exigencias del mercado de artesanía.
En el grupo de alumnas aventajadas se encuentran las cinco integrantes de Barruntando, un negocio especializado en figuras de cerámica elaboradas a mano con técnicas tradicionales, pero con grandes dosis de creatividad e imaginación en sus diseños. Estas mujeres son una de las últimas incorporaciones al mercado laboral provenientes de la escuela avilesina. «Nos conocimos en 2013 mientras hacíamos un curso del INEM», explica Amelia López, una de las artesanas.
Junto a Lola Ibáñez, Eva Pérez, Maite Suárez y Ana Magallón forma Barruntando, un negocio que surgió a raíz de meses de trabajo conjunto en las clases y alguna que otra charla tomando un café, lo que se tradujo finalmente en una gran química entre ellas. Su página de Facebook tiene ya 8.300 'me gusta' y el éxito es tal que a veces incluso se ven desbordadas. «Somos las ceramistas, pero también las distribuidoras y las 'community manager', cuando se acumulan los pedidos nos agobiamos un poco», bromea López.
En esta buena marcha también ha influido la experiencia previa de todas ellas y el gran abanico de posibilidades de distribución que abre Internet. «La web es nuestro principal foco de ventas, también vamos por alguna feria, pero más para darnos a conocer», señala López, quien por el momento rechaza la idea de abrir una tienda física. «Estamos bien así, ahora las cinco estamos 100% centradas en este proyecto», asegura.
Desde Barruntando todo son buenas palabras hacia la Escuela de Cerámica y la Factoría Cultural. «Aún seguimos en contacto con Anabel (Barrio) y con muchos otros profesores, valoramos muchísimo el apoyo que nos brindaron desde el primer momento», agradece. Igualmente satisfecha por el respaldo se muestra Alba Campelo, propietaria del taller de azulejos Viento D'Agua (calle Sánchez Calvo, 3). «No hubo nada negativo de mi paso por la escuela, aún me llaman para alguna exposición», asevera.
La formación artística de Campelo comenzó muy pronto, cuando apenas tenía quince años, y a partir de ahí fue mezclando períodos de estudios reglados con otros de aprendizaje autodidacta, pero sin detener nunca su curiosidad. «Además de que me gusta, siempre se me ha dado muy bien el tema de las manualidades y el bricolaje, ya mi madre era muy 'manitas'», resalta.
Principios duros
La combinación de todos estos factores derivó en la apertura de su negocio, del que destaca su dureza. «Lo tengo todo, artesana y autónoma», se ríe. «Para una sola persona es mucha carga, ya casi no atiendo de cara al público y no voy a ferias porque el poco tiempo que tengo lo empleo en producir material para la venta», lamenta. Campelo tampoco tiene ninguna duda de que «el futuro es Internet, sin esta vía mi negocio no tendría perspectiva de futuro porque casi todos mis encargos son para fuera de Asturias».
Una visión compartida también por la artesana María Tejada, quien desde su taller en Cudillero elabora los originales productos de Cerámica Soluna mientras se plantea abrir una página web que permita la venta directa a los usuarios y no sólo el contacto. «Quiero actualizarme porque es un proyecto de futuro», subraya. La historia de esta madrileña difiere bastante de la de Campelo; fue un amigo quien la introdujo en el mundo de la cerámica. Desarrolló un fuerte interés por la disciplina antes de llegar a Avilés, donde completó su formación en la Escuela de Cerámica. «Nunca pensé que podría vivir de ello», celebra.
No en forma de taller, pero Pablo Hugo Rozada y Luis Cora también han visto cumplidas sus expectativas artísticas gracias a su paso por la Escuela de Cerámica. Ambos continúan asociados al centro, pero ahora en calidad de profesores. A Rozada, hijo del escultor Constantino Rozada, siempre le atrajo el mundo del arte, por lo que fue cuestión de tiempo que se apuntase a los cursos de cerámica tras su traslado a Avilés desde su Pola de Siero natal. Es docente de moldes, lo que compagina con su faceta de pintor. «Ahora hago bastantes exposiciones, mi paso por la escuela fue un gran impulso», reitera.
Lo mismo se podría decir de Luis Cora, quien recientemente ha impartido un curso de torno y cuyo nombre es casi un fijo en las dos grandes exposiciones anuales que organiza la escuela en sus instalaciones. «Es muy ilusionante que te escojan, a mí personalmente siempre me han dado mucha ayuda y facilidades», señala Cora, quien hace un guiño a la Escuela de Cerámica cuando asegura que «es difícil dedicarse al arte, pero con apoyo todo es distinto». El centro, de momento, no piensa cesar en su empeño por ayudar a los jóvenes -y no tan jóvenes- a dar forma a su proyecto empresarial, cuyo éxito viene determinado por el grado de originalidad en los diseños.
Hijo del escultor Constantino Rozada, comenzó su formación en la escuela tras su traslado a Avilés desde Pola de Siero hace veinte años. Su trabajo en una fundación de arte elaborando moldes derivó en convertirse en profesor de esta misma disciplina. Actualmente, lo combina con su faceta como pintor. Es un habitual en las exposiciones y actividades de la Factoría Cultural.
Tras realizar un curso del INEM, trabajó durante una temporada como profesor de cerámica en el colegio Palacio Valdés y en el Marcos del Torniello. Recientemente dio un curso de torno en la Factoría Cultural; compagina su faceta como docente con la realización de diversas exposiciones.
Completó su formación con un par de cursos de la escuela tras llegar a la ciudad desde Madrid. Ahora trabaja en su taller en Cudillero, donde elabora originales piezas de cerámica bajo el nombre Cerámica Soluna. Por sus planes pasa abrir una web de ventas.
Comenzó su formación a muy temprana edad y la combinó con etapas autodidactas, así como con su carrera en Económicas. Desde 2012 regenta a tiempo completo el taller de azulejos Viento d'Agua, situado en la calle Sánchez Calvo. Desde aquí prepara pedidos para toda España e incluso para México y Chile.
Estas cinco artesanas se conocieron en 2013 mientras realizaban un curso del INEM, aunque todas tenían experiencia previa e interés en el campo de las manualidades. Juntas formaron unos meses después Barruntando, una empresa de productos artesanales de cerámica que destaca por la originalidad de sus diseños. Trabajan sin descanso en su taller de la avenida Fernando Morán, donde preparan todos los pedidos que venden a través de su página web (www.barruntando.com).
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.