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Armando Arias, María del Amor y José Manuel Díaz, ayer en el Centro de Servicios Universitarios.
El protagonismo de joyas periféricas

El protagonismo de joyas periféricas

José Manuel Díaz Alonso muestra en el Aula de Cultura de LA VOZ los parques que hacen 'respirar' a los barrios avilesinos

M. PICHEL

Martes, 28 de marzo 2017, 08:50

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Los avilesinos pueden presumir de salvar la jungla de asfalto gracias a las cuidadas manchas verdes que jalonan todos sus barrios. Joyas periféricas, unas muy conocidas, otras casi escondidas, que dan vida y oxigenan la ciudad. José Manuel Díaz Alonso las mostró ayer a los asistentes a su charla, en el marco del Aula de Cultura de LA VOZ, en el Centro de Servicios Universitarios. Fue la cuarta de las conferencias del ciclo del ciclo 'Avilés: abajo y arriba', coordinada por Armando Arias y patrocinada por Cafés Toscaf.

Nada menos que medio millón de metros cuadrados de parques y jardines. Un pulmón que permite escapar de la polución. «En muy pocos lugares pueden presumir de todas estos parques que tenemos aquí, y tan bien cuidados», reflexionó Díaz. Nacidos de la iniciativa de las empresas que protagonizaron la historia moderna de la ciudad, las que dieron a luz barrios como Llaranes (Ensidesa) o La Maruca (Cristalería Española); o de la acción estatal (El Nodo); de las reivindicaciones y luchas vecinales que obtuvieron respuesta con las primeras corporaciones democráticas, en La Luz, La Carriona, El Pozón, Villalegre, El Carbayedo. O la planificación urbanística coordinada, merced al impulso municipal, como La Magdalena, El Quirinal, María Zambrano...

En cada barrio, sus vecinos cuentan con una zona de esparcimiento, de juegos infantiles, para descansar, para practicar deporte. José Manuel Díaz Alonso y su hermana María del Amor las conocen como la palma de la mano. Un saber que nace de la experiencia, y de la formación que ambos atesoran. Ayer fue el primero de los dos, Capataz Agrícola especialista en Hortofruticultura y Jardinería, el que tomó la palabra, ante la expectación de los asistentes. «Son en total 18 zonas verdes grandes, que ocupan 545.000 metros cuadrados», indicó. Una herencia «muy bien cuidada», resaltó; un patrimonio único. Además, recordó la figura del alcalde Manuel Ponga, y de su responsable de parques y jardines Carmen Muñiz, bajo cuyo mandato se multiplicaron.

Comenzó sus explicaciones, reforzadas con las fotografías de los diferentes recintos, con la más extensa: el Cinturón Verde de Valliniello, creado para tratar de limitar el impacto de la contaminación de los hornos, la térmica y la dolomía de Ensidesa en la ladera del monte Payarón, camino del Fondo. Cuenta hasta con un área recreativa.

Del Alfaraz a Versalles

Uno de los que más transformaciones ha sufrido es el de Las Meanas. «Aún conserva alguno de los plátanos que llegaban hasta La Exposición», reseñaba Díaz. Empezó en las afueras a finales del S. XIX. De allí al Carbayedo. «Aún mantiene algún carbayo de los que le dan nombre», indicaba. Siguiendo por el centro, escondido en lo que fue la finca del Palacio de Balsera, el de Cabruñana, abierto al público en 1986, destacando por sus plátanos o magnolios.

También casi oculto entre edificios de Juan XXIII, Fernando Morán y Juan Ochoa, el del Quirinal, con sus arbustos. Un poco más allá, por donde José Cueto se alarga, uno de los últimos, el de María Zambrano. «Es muy pequeño y está muy bien diseñado», destacó.

Pero en Avilés la vida también se hace en los barrios de la periferia. El de La Carriona se inauguró en 1987, en lo que se conocía como el Pozo de la Granda. «Tiene dos estilos», apuntó Díaz. De la misma época, llegó el de La Luz, en la falda de la Xungarosa, separando el barrio de Villalegre, que también cuenta con el suyo, en linde con el río Arlós. Y el del Pozón, «con su jardín francés»

En el de Llaranes, junto a la iglesia de Santa Bárbara, «destaca la zona de juegos infantiles», dijo Díaz. «Pero todos tienen algo», destacó. El de La Espina, el de Bustiello, «con muy buenas vistas», como el de El Alfaraz, «mirando al Gorfolí». De estilo japonés, como el del muelle de San Agustín; los jardines del Nodo y La Maruca. El parque de Versalles, y entre sus edificios, los jardines que le dieron el nombre, porque recordaban a los del Palacio de Versalles.

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