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C. DEL RÍO
AVILÉS.
Sábado, 16 de junio 2018, 01:12
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«-¿Qué haces aquí? ¡Me van a meter preso!/ -Tranquilo, no si soy yo la que la rompe (la orden de alejamiento). / -¿Qué haces aquí si yo no hice nada? / -Ya lo sé, ya sé que no hiciste nada». Esta breve conversación grabada en vídeo por el acusado con su móvil fue determinante para que ayer el fiscal retirara la acusación de agresión sexual sobre el mismo en una vista oral celebrada por el Juzgado de lo Penal Número 1 de Avilés. La acusación particular pide tres años de cárcel por un presunto delito de agresión sexual y uno más por otro de lesiones leves. El caso ha quedado visto para sentencia.
El acusado, defendido por José Manuel Rodríguez García, aseguró que se había casado con ella a los pocos meses de comenzar la relación porque había recibido una segunda carta de expulsión, dado que ella era venezolana en situación irregular en España. «Al mes surgieron los problemas y al año se quiso separar», declaró. Contó que quedaban esporádicamente después de esa separación física, muchas veces para mantener relaciones sexuales. «Ella siempre decidía sobre ese tema», explicó a propósito de un WhatsApp que ella le envió tras una discusión disculpándose por sus modos y aclarándole que si acudía a su domicilio para recibir esas disculpas en persona solo sería para eso. «Si quieres venir, ven, pero solo para hablar», rezaría ese mensaje.
En esa visita al domicilio de ella se habría producido el hecho juzgado ayer, una presunta agresión sexual que él niega («solo la aparté con una mano») y que ella relató detalladamente. «Me cogió por los brazos y me lanzó a la cama. Me zafé. Me volvió a coger y lanzar y me medio zafé. Se abalanzó sobre mí y comenzó a manosearme a la fuerza y a meterme mano. Forcejeamos. Logró bajarme el pantalón y solo paró cuando me di con el tope de la mesa de noche», relató ella.
Declaró que su frase en el vídeo grabado por él con su teléfono móvil se refiere a la orden de alejamiento, que había sido ella y no él quien la había quebrantado. Refirió agresiones sexuales anteriores, tras lo que el fiscal le preguntó por qué no había denunciado antes, por qué no había iniciado los trámites del divorcio, por qué había tardado 24 horas en acudir al hospital tras la supuesta agresión y por qué tres meses después de lo juzgado ayer, con una orden de alejamiento vigente, ella fue a hablar con él. «¡Porque por alguna razón lo extrañaba y quería estar con él!», confesó antes de que estallara el momento de máxima tensión en la sala. El fiscal le recriminó que se riera durante su declaración porque había una persona que se estaba jugando tres años de cárcel «por una cosa que a todas luces parece mentira». Ella justificó su risa por los nervios y comenzó a explicar entre sollozos que «los papeles eran lo de menos porque tenía trabajo».
El letrado de la defensa recalcó que ella había presentado una denuncia contra un exnovio de Gijón por violencia de género quince días antes de empezar la relación con su cliente. Esta denuncia fue archivada posteriormente. Asimismo, el fisioterapeuta que le trató el trapecio en dos ocasiones declaró que la lesión del informe forense era compatible con su trabajo como camarera. No así los hematomas en los brazos. La defensa echó de menos la exploración genital en el hospital, que no se hizo.
En caso de sentencia absolutoria, el fiscal ve incluso un posible delito de denuncia falsa, que la defensa valorará en su momento.
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