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Purificación González García cuelga exposición en la escuela de Artes y Oficios. MARIETA
La mano maestra de Cuérigo

La mano maestra de Cuérigo

La allerana se instaló en Avilés primero como profesora y luego como administrativa de Ensidesa. Desde hace años disfruta pintando

POR C. DEL RÍO

Domingo, 26 de noviembre 2017, 02:13

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Puri es un emblema para la Escuela de Artes y Oficios y un ejemplo a seguir para las mujeres de su quinta. Lo primero lo dice Favila, jefe de estudios del centro y su maestro durante muchos años. Lo segundo, cualquiera que la conozca. Sin estridencias ni ganas de enviar un falso mensaje, Purificación González García (Cuérigo, Aller, 1928) da ejemplo con su forma de ser. Natural y sencilla, es una mujer sin artificios que hace lo que le gusta a pesar de esos dolores que le recuerdan sus 88 años. No baja nunca los brazos porque está convencida de que tener ilusiones es importante.

Nacida en una pequeña aldea de Aller que hoy habita poco más de medio centenar de habitantes, Puri fue la hija única de un matrimonio de labradores al que le hubiera gustado que siguiese sus pasos. Pero ella siempre soñó con otro destino. Asomada a la ventana de la parte alta de su casa, que en la Edad Media usaban los vigías para controlar el valle, escuchaba las historias que le contaba su madre sobre una propiedad construida en el siglo XII para la guarda y custodia de las armas de los soldados. Las estancias y caballerizas atestiguaban un relato que hizo soñar a Puri con un mundo más allá del valle. Y eso, a pesar de que no se vivía nada mal en Cuérigo o, al menos, eso es lo que permanece en el recuerdo de Puri.

Mucho más poblado que ahora, el eco de las risas y el bullicio infantil reverberaba entre las montañas. El orden quedaba para el interior del hogar y la escuela mixta, hoy destruida. Niños y niñas se mezclaban en las clases y aprendían juntos geografía, matemáticas y lengua. Luego, por la tarde, a ellos los enseñaban a cavar la tierra y a plantar árboles, y a ellas, a coser y a bordar. Aunque a Puri le permitían en ocasiones saltarse aquellas lecciones porque su facilidad para el dibujo era conocida por sus maestros.

Cuenta que se decantó por el dibujo porque tenía cualidades para él y no para otras disciplinas artísticas, pero descubrió esa facilidad para el trazo por un pie. Sí, por un pie. El que había dibujado y sombreado tan bien que casi parecía real. Puri entendió en ese momento el poder de atracción del dibujo. Un reto al que nunca le ha perdido el respeto.

Empezó copiando a su primo y fue ampliando su universo con otras representaciones hasta que, por fin, muchos años después, pudo recibir clases en Artes y Oficios. Conocimientos que le han valido para que hoy siga haciendo pruebas en su casa, en lienzos que acumula por toda el domicilio y en los que incorpora el nombre de Cuérigo a su firma.

Pero antes de eso estudió comercio. Tenía dieciséis años y un maestro a cuatro kilómetros de Cuérigo que, por supuesto, cubría a pie. Los exámenes eran en Oviedo y allí comenzó a trabajar dando clases a los hijos de familias acomodadas. Dice Puri que esa figura se llamaba entonces 'señorita de compañía', expresión ante la cual su cuidadora rumana da un salto.

De Oviedo encaminó sus pasos a Avilés, donde le tocó bregar con una familia madrileña con diez hijos, si bien ella se ocupaba de los cinco menores.

Rozaba la treintena cuando entró en Ensidesa. Primero como mecanógrafa y, poco después, dio el salto al departamento administrativo, en el que estuvo hasta su jubilación. Soltera y sin hijos, su tiempo libre era solamente suyo y podía disponer de él sin ataduras ni dar explicaciones a nadie. Se enteró por la prensa de que en la Escuela de Artes y Oficios impartían clases de dibujo y pintura y, desde entonces, han pasado unas cuentas décadas como fiel alumna. Ahora ya no va tanto porque sus piernas no responden como le gustaría, pero sigue aplicando en casa todos los conocimientos aprendidos, manteniéndose fiel a una afición para la que ya no tiene estudio propio. Desde que se mudó a un piso más pequeño perdió la habitación en la que dejaba fluir los trazos de un pincel sincero.

En los últimos ocho años, Puri ha estado rindiendo homenaje a Cuérigo. Sin prisa y sin intención de mostrar un pueblo desconocido para la mayoría de los avilesinos. Eso vino después, de la mano de Favila, que la invitó a protagonizar una exposición en Artes y Oficios en la que se muestra el trabajo de una alumna aplicada y sorprendida por la acogida de sus cuadros. Puri muestra en ellos un Cuérigo de pincelada corta y suave, con un río apacible que cuela su azul entre impetuosos verdes. Un valle amable con vestigios de un pasado algo más próspero. Las felicitaciones se suceden y hasta la prensa ha reparado en una mujer que representa uno de los empeños de los servicios municipales en la actualidad: la vejez activa.

Ella sonríe y le quita importancia. Al fin y al cabo, esto para ella es lo normal. Hacer cosas para sentirse plena.

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