Borrar
El periodista posa con un libro sobre Arija frente al Grupo 8 en el que vivió. MARIETA
La memoria de Arija vive en Jardín de Cantos

La memoria de Arija vive en Jardín de Cantos

Protagonistas de la diáspora de los cincuenta rememoran su integración en el 70 aniversario del pantano del Ebro | Muchos llevan más de sesenta años viviendo en una ciudad que, aunque muy diferente a la natal, nueva sintieron extraña

C. DEL RÍO

AVILÉS.

Martes, 15 de agosto 2017, 02:16

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

El próximo viernes 18 se celebra en las localidades cántabras de Arroyo y Reinosa el 70 aniversario del llenado del pantano del Ebro, casi los mismos años que llevan residiendo en Avilés los arijanos que se trasladaron hasta la ciudad con Cristalería Española cuando el embalse anegó los terrenos anejos a la fábrica que había llevado la prosperidad a la villa de Burgos. Fue una diáspora escalonada que fue llegando entre 1948 y 1953, de entre dos mil y tres mil personas a las que, en su mayoría, no les dio tiempo a echar de menos lo que habían dejado atrás. Solo algunos refieren hoy episodios puntuales de nostalgia de una Arija que para otros dejó de existir desde el mismo el momento en que el río Ebro la cubrió en su mayor parte. La comunidad, instalada en Jardín de Cantos, donde la empresa construyó las viviendas de los obreros, nunca se sintió distinta ni ajena a un Avilés en el que se integraron rápidamente pese al mote de 'coreanos' con el que los oriundos bautizaron a todos los inmigrantes atraídos por la industria.

María González García

«Arija era muy bonito y tenía cosas que no había aquí»

María González tenía más de treinta años cuando se trasladó con su hermano pequeño a Avilés y eso que su padre fue de los primeros en llegar, los que vinieron en 1948 para levantar la fábrica de Cristalería en La Maruca. En Arija trabajaba «cociendo pucheros en los años del hambre para los trabajadores», pero aquí, una vez casada, el franquismo ya no se lo permitía. María recuerda el esplendor del pueblo que dejó atrás. Para ella, «Arija es lo mejor». Refiere un lugar «muy bonito, sobre todo para la juventud con lo que no tenéis aquí: dos salones de baile, cine, un paseo y una gran vía». Por eso el Parque del Muelle le pareció «pequeño» cuando lo conoció.

Daniel Alonso

«Digo que soy 'huérfano de pueblo' y alguno se enfada»

El arijano más ilustre de la diáspora tenía diecisiete años cuando llegó. Sociable y abierto, Daniel Alonso ya ganaba más que su padre albañil cuando vivían en Arija. «Era el recadero de los maquinistas de tren y, como era rápido y hacía bien los encargos, me pagaban en carbón que yo luego vendía», explica. Su pueblo era «majo y distinguido», pero el agua lo cubrió y allí ya no quedó nada. O muy poco, en realidad. Así que se vino con su familia y enseguida se integró en su nueva ciudad. «Lo que más me llamó la atención fue el mar y la ría, donde había mucha pesca y mucho marisco», rememora. «Yo siempre digo que soy 'huérfano de pueblo' y alguno se enfada, pero es verdad porque el agua lo hizo desaparecer», relata el empresario. De vez en cuando pasa por Arija, pero él se siente asturiano.

José Manuel Rad

«Me pregunto qué habría pasado de no haber venido»

El periodista José Manuel Rad 'Chéfor' ya nació en Avilés, pero eso no le libró de que le gritasen aquello de «¡Hijo del pántano!», convirtiendo la palabra llana en esdrújula, cuando cruzaba el vecino barrio del Nodo desde el grupo 8 (hoy, calle de La Xana), donde se instaló con su familia. Nunca se lo tomó a mal y, de hecho, refiere una infancia feliz en una comunidad integrada desde el principio. «Nunca me he sentido maltratado», asegura. A pesar de haber nacido aquí, le resultó muy «emocionante» conocer Arija e intuir donde estaba la casa familiar inundada, tal vez por eso alguna vez se ha preguntado «qué habría pasado de no haber venido». Lo que más le llamó la atención «fue aquella visión del pantano como un mar inmenso».

Sinda Pérez Isla

«Allí me habría tenido que dedicar a la tierra»

Gumersinda Pérez Isla 'Sinda' nació en Higón, un pueblo de apenas treinta vecinos próximo a Arija, y sospecha que, de no haber venido, su futuro allí habría pasado «por dedicarme a la tierra y a los animales». Llegó con 21 años y primero vivió con sus cuñadas en el tercer grupo y después se trasladó a Salinas con su marido y sus hijos. Ahora, ha vuelto a Jardín de Cantos. Asegura que siempre han estado integrados y que el cambio, al menos en su caso, fue para mejor. Sus recuerdos son del regreso en vacaciones a Burgos, en aquellos trenes «que parecían llenos de vacas» desde La Robla a León y a Mataporquera (Cantabria), «donde nos iban a buscar en burro».

Ángeles Fernández del Moral

«Me sorprendió que en las tiendas se pagara a plazos»

Ángeles Fernández del Moral vivía en Pedrosa de Valdeporres, a cuatro kilómetros de Arija, y vino con su marido cuando ella tenía 39 años. Fue su segunda estancia en Avilés y la definitiva, porque estando soltera había vivido con una hermana que ya estaba aquí y que fue la que la animó. «No tengas miedo ni pena porque se vive muy bien aquí», refiere Ángeles que le dijo. Lo que más le sorprendió fue ir a comprar a las tiendas y que le preguntaran si quería pagarlo a plazos. «Allí no teníamos costumbre. Se pagaba todo al contado», tal vez por eso en los comercios «nos atendían estupendamente». «Llevo sesenta años aquí, soy más de aquí que de allí», afirma rotunda una mujer que regresa todos los veranos a la casa familiar en coincidencia con los festejos de San Lorenzo.

Roberto García

«El trato fue fantástico y la confianza, también»

Lo que para Ángeles Fernández del Moral fue una sorprendente novedad (que le ofrecieran pagar a plazos) para Roberto García fue una muestra de confianza hacia los arijanos. «El trato fue fantástico y la confianza en nosotros, también. Cuando íbamos a comprar nos preguntaban si éramos de Arija y, entonces, nos permitían pagar a plazos». Reconoce que recuerda «pequeños detalles» como «cuando los guajes nos gritaban 'coreanos' desde las ventanas de su casa» o la importación de costumbres como «tirar caramelos y monedas en bautizos y comuniones», algo que siguieron haciendo aquí.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios