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Emma Valdeón, frente al Palacio Valdés, uno de los monumentos que explica en sus visitas. MARIETA
Educación, feminismo y Avilés

Educación, feminismo y Avilés

El perfil... Emma Valdeón Menéndez ·

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Domingo, 29 de abril 2018

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Hay una fotografía en blanco y negro de su infancia muy reveladora. Emma está sentada detrás de un sofá tratando de ausentarse del más que probable bullicio del salón familiar en aquel momento. Está con un libro entre las manos, entregada a una lectura absorbente con la que viaja a un mundo muy alejado del Oviedo de su infancia. Cincuenta años después, Emma Valdeón Menéndez (Oviedo, 1955) no ha cambiado mucho desde aquella inocente instantánea. Tan solo ha sustituido la trasera del sofá por la cama y como los años exigen un poco más de comodidad, deja descansar su espalda en un trono de cojines antes de comenzar a devorar el último título de las decenas que se acumulan en su dispositivo electrónico. Ahora está con el último de 'Juego de Tronos', pero entre sus lecturas favoritas se encuentran muchos ensayos sobre el movimiento feminista. Porque si hay algo que define a esta profesora vocacional ahora jubilada de la enseñanza pública, enamorada de Avilés y divulgadora de su patrimonio, es su lucha por la igualdad.

Emma vive en Avilés desde 1992, algunos años después de haber llegado por primera vez a una ciudad imperdonablemente desconocida para ella, licenciada como es en Historia del Arte y Magisterio. Su primer colegio tras aprobar las oposiciones de Primaria en 1978 fue el Eulalia Álvarez Lorenzo (Langreo), después estuvo en Riaño, en Ciaño y tres años más en Luanco, localidad que completa la tríada de municipios que lleva en el corazón, encabezada por un Avilés en el que aterrizó en 1985. Aquí se estrenó en Valliniello, dando clases a primero y segundo de Secundaria, las edades que desde siempre más le han gustado por lo mucho que le recordaban a su propia preadolescencia. Tenía doce años cuando las Ursulinas la echaron del colegio, haciéndola sentir poco menos que una inútil incorregible. Su efervescente imaginación y su pasión por escribir no puntuaban en unos métodos educativos que premiaban hincar codos.

Sus padres la enviaron entonces a una academia donde le enseñaron a estudiar, a organizarse y a ganar confianza en sí misma. La sorpresa fue, para ella la primera, que comenzó a aprobar con buenas notas y en su ingreso en el Instituto de San Lázaro, ahora llamado Leopoldo Alas Clarín, terminó de definir una vocación para la que ya había mostrado inclinación desde cría. En aquella vivienda al estilo 'camarote de los Hermanos Marx', en la que entraban y salían familiares y amigos sin parar, la primogénita de seis hermanos se descubría como una niña sociable, abierta y entregada. Por eso muy pronto, las amistades de sus padres le confiaron sus hijos como canguro. Porque tenía mano izquierda y paciencia, dos virtudes fundamentales en el aula que le granjearon el respeto y el afecto de sus alumnos desde que se estrenó como profesora particular.

Dio clases particulares y aprendió a trabajar el cuero con el artesano Felipe Prieto

El cierre del instituto de Valliniello la llevó al Menéndez Pidal, al Suanzes antes de ser Centro Integrado de Formación Profesional, al colegio Marcos del Torniello, al Centro de Profesorado y Recursos (CPR) y al Instituto de La Magdalena, donde se jubiló hace casi tres cursos. Emma sigue pensando en cursos en vez de en años naturales porque sigue vinculada a la docencia. Por un lado, a través del CPR, donde lleva seis años como tutora de un curso básico de coeducación, dirigido por Marián Moreno Llaneza. Ha sido el feminismo un compromiso que descubrió de forma inconsciente siendo adolescente y teniendo a las mujeres trabajadoras e independientes de su familia como referentes. Emma se preguntaba por qué ella tenía que salir de casa hacia el instituto después de haber realizado una serie de tareas domésticas de las que su hermano estaba liberado. Aquella disconformidad, más en alguien inquieto por naturaleza, solo podía ir a más. Como así fue.

Curiosamente, el primer foro de debate y reflexión sobre todo tipo de temas, incluido este de la igualdad y hasta otros tabúes, fue el de los scouts de la parroquia de San Juan a la que pertenecía. Se hablaba con absoluta libertad sobre aquellos campos ignotos que, cual abono, ayudaron a cimentar un carácter cada vez más definido en tan temprana edad.

Tonada y cuero

Enseñar coeducación en el CPR le entusiasma casi tanto como mostrar su Avilés, ciudad en la que 'milita' activamente. Se estrenó como 'guía' de su patrimonio con la asociación de mujeres Dulce Chacón y ahora hace algo parecido con el alumnado del Colegio Palacio Valdés. Su entrega es tan conocida, que su teléfono corre de WhatsApp en WhatsApp pidiéndole unos recorridos que ella vive con pasión.

La misma con la que habla de familia y el maravilloso caldo de cultivo que encontró en una casa acogedora, llena de libros y banda sonora asturiana. Nieta de Cuchichi, uno de los grandes de la tonada junto a Botón, Miranda y Claverol, e hija de Luis, quien su tiempo libre fue locutor de Radio Asturias, aprovechó las oportunidades que le brindó aquel cálido hogar. Incluido el desarrollo de la curiosidad. Así, no lo dudó cuando se le presentó la oportunidad de aprender a trabajar el cuero de la mano de Felipe Prieto. Todavía hoy están a la venta en la tienda del artesano un Oviedo un par de bolsos con su nombre 'Emma' y 'Emmina'. Son modelos muy sencillos, como su diseñadora, una mujer normal, sin estridencias, alegre y comunicativa. Sin dobleces ni esquinas. Amante de una buena conversación entre amigas, un paseo con sus perras o un poco de golf al aire libre.

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