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C. DEL RÍO
AVILÉS.
Miércoles, 7 de marzo 2018, 04:19
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La montañera asturiana Rosa Fernández afrontará a partir del 1 de abril su próximo reto: la ascensión al Dhaulagiri (8.167 metros), uno de los catorce ochomiles del Himalaya y uno de los nueve de Nepal, «mi segunda casa». La deportista, invitada estelar de la semana cultural del colegio público Marcos del Torniello, se lo contó ayer a unos alumnos que, por clases, escucharon las entusiasmadas explicaciones de la montañera sobre sus expediciones, las dificultades, las emociones y todo lo relacionado con su carrera. Como, por ejemplo, cómo empezó.
Rosa Fernández explicó que, siendo como es de Cangas del Narcea, la montaña y la escalada siempre habían estado presentes en su vida, pero nunca se había planteado el montañismo como forma de vida. Surgió de casualidad. Cuando un grupo formado íntegramente por hombres con el Himalaya en mente no encontró ningún patrocinador que sufragara la expedición. Se les ocurrió que si iba una mujer en ella tal vez tuviera más repercusión mediática y alguien se animara a costearla. «Me lo propusieron y me dije 'para allá que voy'», confesó. Así empezó una carrera que incluye el 'Proyecto 7 cumbres' (las montañas más altas de todos los continentes) y seis ocho miles (Everest, Makalu, Lhotse, Manaslu, Kangchenjunga y Gasherbrum). La del próximo mes de abril, su segundo intento en el Dhaulagiri (el anterior fue en el año 2000), podría convertirse en el séptimo.
«Estoy nerviosa por todos los preparativos de última hora», confesó Fernández, «y encantada por estar aquí y poder hablar con los escolares». Para ellos preparó un vídeo sobre la organización de una expedición y las escuelas en Nepal, «en las que no tienen absolutamente nada». Entre otras muchas cuestiones, los alumnos preguntaron a Fernández qué llevaba en la mochila, cuál había sido su primera montaña, la que más le gustaba, la expedición más difícil y si la montaña la hacía feliz.
Rosa Fernández que, a pesar del terremoto, no ha dejado de viajar anualmente a Nepal para colaborar con una ONG, estuvo el año pasado en las alturas de Bolivia. «Pero no es el Himalaya. Así que me puse a pelear otra vez, a buscar patrocinadores, que es lo más difícil, pero es un camino que tienes que recorrer antes de ir a la montaña» y han aparecido dos que le permitirán regresar a un país, Nepal, del que adora «su cultura y su gente. «Aunque siempre digo que las montañas que más me gustan y donde más disfruto es aquí en Asturias. Aquí puedes subir a la montaña más alta por la mañana y por la tarde bañarte en la playa. Somos muy afortunados», afirmó.
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