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C. R.
AVILÉS.
Martes, 6 de febrero 2018, 03:23
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La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Oviedo ha condenado a seis meses de prisión a un profesor del Instituto Isla de la Deva, en Piedras Blancas, por un delito de allanamiento de morada. La sentencia, conforme al veredicto del jurado popular que lo declaró culpable de los hechos, considera probado que el hombre entró en el domicilio de su mujer, de la que estaba en trámites de divorcio, sin su consentimiento y con la ayuda de un cerrajero. Contra la sentencia cabe recurso de apelación.
Los hechos ocurrieron el 2 de enero de 2016 cuando J. R. S. A., a pesar de haber sido advertido por su todavía esposa de que no volviera a entrar sin su consentimiento en el domicilio hasta entonces conyugal en Piedras Blancas, llamó a un cerrajero y le pidió que cambiara la cerradura. Por la tarde, le envió un mensaje de WhatsApp comunicándole que tenía las nuevas llaves de casa en el buzón.
Como recalcó la fiscal en el juicio, y así contempló el jurado por unanimidad, el Código Penal habla de allanamiento de morada y no de vivienda o domicilio porque quiere dar a entender con ello el lugar de residencia de una persona, independientemente de si, como en este caso, la casa era de los dos y uno de ellos la había abandonado voluntariamente.
En esta misma línea, el jurado dictaminó su veredicto de culpabilidad basándose en el testimonio de la exmujer del profesor, que confirmó que en septiembre de 2015, a raíz del inicio de los trámites del divorcio, le había prohibido volver a entrar en la casa. Hasta entonces, y a lo largo de un año, el ahora condenado había accedido con normalidad al domicilio a ver a la hija común y coger enseres personales. No concedió credibilidad a la declaración del acusado, que afirmó que había cambiado la cerradura «por razones de seguridad». La sentencia impone la pena mínima a J. R. S. A.
El juicio se celebró a lo largo de dos días en la Audiencia Provincial con tribunal de jurado. El primer día declaró el acusado y el segundo, la exmujer, el cerrajero y compañeras de trabajo del profesor que trataron de corroborar la línea de la defensa, que el profesor era muy despistado y perdía habitualmente las llaves, la cartera y hasta prendas personales.
Estos argumentos no convencieron a la fiscal, que mantuvo la acusación inicial. Subrayó que el acusado no avisó antes a su esposa de que iba a entrar en su morada, e incluso que la comunicación fue bastante posterior.
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