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Carlos Taibo.
«Podríamos vivir mejor con menos»

«Podríamos vivir mejor con menos»

El profesor Carlos Taibo desnudó los intereses del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones

ALBERTO PIQUERO

Miércoles, 13 de julio 2016, 00:34

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Profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo es asimismo el autor de una ingente producción bibliográfica. A la Semana Negra ha venido para hablar del Tratado Trasatlántico de Comercio e Inversiones que negocian Estados Unidos y la Unión Europea.

¿Hablar de la crisis que atravesamos es remontarse a la quiebra de Lehman Brothers en 2008 o habría que remontarse mucho más atrás?

Mucho más atrás. Deberíamos ir a la lógica de fondo del capitalismo. Sería absurdo pensar que lo deseable fuera volver a 2007, esa no es la salida social a la crisis global del capitalismo.

¿Qué pretende el Tratado Trasatlántico de Comercio?

Tiene dos objetivos fundamentales. Homologar a la baja las leyes comerciales en Estados Unidos y Europa de la forma más favorable para las transnacionales. Y poner dificultades a las economías emergentes en beneficio de las potencias occidentales.

Usted afirma que «la globalización avanza hacia el caos». ¿La alternativa es el nacionalismo o la internacionalización desde un punto de vista más igualitario?

La internacionalización, con espacios autónomos de base, recuperando la soberanía en todos los ámbitos.

También aboga por el «decrecimiento». ¿No podría derivar en perjuicio de los bienes a repartir?

Podríamos vivir mejor con menos. El planeta no da para más. Lo imprescindible es una buena redistribución. La mayoría de la población mejoraría. Sólo perderían los privilegiados de hoy.

Su horizonte es la democracia directa y el anarquismo. ¿Un empeño de difícil alcance?

El principal problema lo tenemos en nuestra cabeza. Formamos parte del sistema que queremos echar abajo, y eso influye en nuestra conducta. Es preciso adquirir conciencia de la proximidad del colapso para que nos venga un arrebato de lucidez. Pero, sí, la batalla es difícil.

¿La adquisición de conciencia podría estar impedida por la manipulación política a la que llama «neolenguaje»?

Sobre todo, más que cuando se trata de una manipulación burda, en el desarrollo de conceptos abstrusos que producen atontamiento social. Hay discursos académicos que usan lenguajes arcanos, sólo para iniciados, que se plantean en términos de metáforas adormecedoras y no comunican nada.

Ha dedicado varios libros a las transiciones en Europa Oriental y Central. ¿En qué momento se torció la Revolución Bolchevique?

En octubre de 1917 (en su origen), aunque después se llevó al extremo la degradación. Desde el principio, la maquinaria del Estado se separó de la población. Y al cabo de poco tiempo reapareció la lógica imperial del zarismo. No se rompió el universo cognitivo y emocional del capitalismo.

Viniendo a nuestra orilla, ¿Podemos representa el armazón político del 15/M?

No soy simpatizante de Podemos, pero entiendo que representa un determinado cauce del 15-M. Hay otro, que responde a un estímulo de creación de espacios de autogestión.

Yendo a otro de sus libros, 'En defensa de la consulta soberanista de Cataluña', ¿cuáles son sus razones?

Si nuestros gobernantes presumen de un Estado democrático, habrían de reconocer que existe una parte significativa de la población catalana que la desea. Que se acuda simplemente a las leyes me causa perplejidad. Es un problema político que requiere soluciones políticas. Al final, se demuestra que aquellos que niegan la consulta son unos nacionalistas más esencialistas que los propios catalanes.

Tras un largo silencio, parecen regresar sin embozo algunos que defienden las bondades de la dictadura franquista, cuando están a punto de cumplirse los ochenta años de aquella insurrección que derribó a la República. ¿A qué obedece este retorno?

A dos motivos. En primer lugar, la quiebra de la credibilidad de la transición y el final del pacto de silencio que entonces se acordó. Llegados a esa circunstancia, los franquistas quieren dar su versión porque el pacto de silencio ya no les beneficia. De otro lado, el riesgo de que se rompa España también les anima a manifestarse, porque no hemos de olvidar que el nacionalismo esencialista español fue uno de los caldos de cultivo del franquismo.

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