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Emilio García Rúa, en Gijón durante una entrevista.
«Soy del campo libertario. No confío en absoluto en la política»

«Soy del campo libertario. No confío en absoluto en la política»

García Rúa atacó el capitalismo, los esfuerzos de la izquierda por llegar al poder, la globalización y el consumismo

M. F. ANTUÑA

Sábado, 7 de enero 2017, 00:11

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Hombre afable y de ideas claras, García Rúa regaló frases para la reflexión, para no olvidarnos de quiénes somos en todos los planos: el puramente filosófico, el social, el sindical y el político. Visitante habitual de Gijón, donde cada año se organiza su Aula Popular, nunca temió a las palabras. «Pertenezco al campo libertario. No confío en absoluto en la política», decía en una entrevista con este periódico en 2004. Entonces ya hablaba de una situación política dramática y no se cortaba en lamentar los males el pasado: «La Transición ha sido una farsa, un chantaje, una imposición en la que se admitieron una serie de cosas que ahora se están desarrollando. Se mantienen muchas características del franquismo. La pérdida de libertades es ya flagrante, el carácter autoritario del Gobierno es total, el desprecio de la voluntad humana en muchos aspectos es también visible, se ha creado una práctica cultural que tiende a la imbecilización del pueblo... No creo que la situación política cambie, pero sí que se puedan desarrollar atisbos de conciencia en las bases populares», auguraba.

Quizá cuando años después aparecieron en escena movimientos ciudadanos como el del 15-M sintió que sus palabras cobraban actualidad. Aunque no compartiera el camino que se trazó después. «Que el movimiento obrero intente colarse en el poder es un grave error. El poder es el Leviatán, el monstruo pagano. El poder es, en sí mismo, conservador. Se entra en él con la intención de cambiarlo y lo único que se hace es fortalecerlo». Palabra de un anarquista con un objetivo: «Combatir las estructuras de poder establecidas. Hay que buscar un autogobierno, enfrentarse al Estado y conseguir que la sociedad se autoorganice».

Su batalla contra el capitalismo, el despilfarro y la globalización no era fácil de ganar, pero nunca dejó de librarla. «La globalización es la verdadera responsable de la miseria de la población», decía en 2014. «Pese a los problemas manifiestos, para el Gobierno capitalista la globalización es algo tan necesario que interrumpirla supondría un auténtico mal», añadió.

Nunca estuvo contento con otros muchos males asociados al sistema imperante, en especial el despilfarro. «En el mundo capitalista moderno el concepto de producción se ha ido sustituyendo por el de productividad y el de consumo por el de consumatividad. Así, este último se convierte en un modo de estructurar la forma de producción. Todo eso lleva al aspecto destructivo del consumismo y los efectos que tiene», advertía. Y decía aún más para poner los puntos sobre las íes: «El concepto de necesidad es más bien ideológico. Ya Epicuro decía que había deseos naturales y necesarios, otros naturales pero no necesarios y otros ni naturales ni necesarios. Hay necesidades porque el sistema necesita que las haya».

Sus pensamientos abarcaron el ámbito de lo social y el proceso de individualización de la población. «El mundo actual está organizado de una forma de entretenimiento y aturdimiento», apuntó.

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