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Una de las piezas de la muestra.
Diluvio en la catedral de San Pablo

Diluvio en la catedral de San Pablo

El fotógrafo Pablo Genovés expone en el templo londinense sus imágenes sobre el cambio climático

Álvaro Soto

Viernes, 14 de abril 2017, 00:40

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La primera vez que Pablo Genovés (Madrid, 1959) escuchó hablar del cambio climático fue en 1986, en boca de un compañero de piso preocupado por el medio ambiente. Desde aquel momento, el fotógrafo comenzó a investigar sobre un asunto que entonces aún sonaba extravagante: buscó documentación e imágenes, y ya nunca dejó de interesarse por ello. Más de 30 años después, la catedral de San Pablo de Londres alberga 'Tides', cuatro piezas de Genovés inspiradas en los desastres naturales que ya está causando el calentamiento global.

Colgadas del techo de este espectactular edificio neoclásico, tres imágenes de gran formato muestran oleajes que inundan el templo y la cuarta, una nube que desde la cúpula amenaza lluvia. El comité artístico de la actedral anglicana eligió la obra de Genovés para exponerla en un lugar que antes ocuparon creadores como Bill Viola, Antony Gromley o Yoko Ono. «¿La humanidad abandonada por Dios a las fuerzas elementales? Tal vez Él está esperando entre bastidores para dividir las aguas y llevarnos a la salvación», cavila.

Genovés vive a caballo entre Londres, Berlín y Madrid, donde reflexiona sobre su trabajo, collages en los que mezcla unas imágenes reales, antiguas («rescatadas», las llama él), y otras imaginadas. El resultado estalla ante un espectador que se siente obligado a replantearse sus certezas. «Los artistas somos los seres de la tribu humana que profundizan en lo que les ocurre a los demás. Valemos para reflejar lo que la gente piensa pero no tiene tiempo de expresar. El sitio del arte es filtrar la realidad y las ideas», asegura el fotógrafo, que ve su obra como «un diálogo permanente con la vida». «A veces se te va de las manos y a veces no te funciona, pero eso es lo mágico del arte, que se parece a la vida», proclama con entusiasmo el creador, hijo del gran pintor Juan Genovés.

Quizá el cambio climático representa mejor que ningún otro problema la encrucijada de la sociedad del siglo XXI, empujada al consumismo y a la destrucción de su hábitat con la (falsa) esperanza de lograr así la felicidad. Muchos consideran a Genovés el artista de esta era Antropogénica, en la que el hombre ha dejado una huella que la naturaleza ya no podrá borrar. Sin ir más lejos, en la misma orilla del Támesis donde se levanta la catedral. «Pude ver con mis propios ojos cómo una barrera que en los 80 utilizaban una vez al año para contener el agua del río ahora tienen que ponerla 170 veces. Prueba más clara de lo que es el calentamiento global no existe», destaca el creador, feliz de poder jugar con el arte dentro de un espacio religioso.

«La Iglesia ha perdido eso que siempre ha tenido de estar cerca de los artistas, aunque los anglicanos son más abiertos», apunta Genovés, que envidia de los británicos su gusto por el arte, algo que, considera, no existe en España. «La cultura española es importantísima, pero desde la guerra civil estamos viviendo un terror artístico: no solo no se ayuda al arte, sino que se le castiga. No entiendo de otra manera medidas como el 21% de IVA cultural. ¡Pero si así te cargas el arte y recaudas menos! En diez años, nos podemos quedar sin galerías en España y si la cultura no recibe ayuda, no habrá artistas», denuncia Genovés, que reclama un pacto para la cultura «que dure tres legislaturas» y pide una cabeza pensante que ponga un poco de cordura en el panorama artístico nacional. «Tenemos las infraestructuras, tenemos museos de arte contemporáneo en muchas ciudades... Pero no nos preocupamos de llenarlos con obras. Con lo fácil que sería trasladar una exposición de un lugar a otro para que más gente lo pudiera ver...».

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