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Jaime Martínez, frente al Teatro Campoamor de Oviedo, en 2015, en una fotografía captada para una entrevista.

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Jaime Martínez, frente al Teatro Campoamor de Oviedo, en 2015, en una fotografía captada para una entrevista. ALEX PIÑA

Adiós a Jaime Martínez, alma de la Ópera de Oviedo

Asturias pierde un médico humanista que amaba la cultura y que dirigió la institución ovetense 15 años | Se ha ido con 77 años después de batallar contra un tumor de páncreas y deja un hondo vacío en el mundo de la lírica

PABLO ANTÓN MARÍN ESTRADA

GIJÓN.

Sábado, 28 de septiembre 2019, 01:40

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El campo de la cultura y el de la sanidad del Principado perdían ayer a una de sus personalidades más destacadas, la del neumólogo y expresidente de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera Jaime Martínez González-Río. Un tumor de páncreas diagnosticado hace apenas unos meses acababa con la vida del facultativo ovetense de 77 años, prototipo de médico humanista y responsable de la temporada operística del Teatro Campoamor durante quince años. La noticia de su fallecimiento causaba una auténtica conmoción, especialmente en el ámbito de la salud donde ejerció su actividad profesional y docente, así como en el musical o en el deportivo en los que volcó sus grandes pasiones vitales: el bel canto y el rugby, una disciplina de cuya federación regional llegó a ser presidente, además de ejercer el mismo cargo en el Rugby Club de Oviedo.

Nacido en la ciudad de Clarín en 1942, siempre evocó el origen de su melomanía en sus primeros años cuando escucha a su padre afeitarse entonando fragmentos de arias. Luego, trasladado a Madrid para cursar Medicina en la Universidad Complutense, hallaría en la discoteca del Colegio Mayor en el que se alojaba un auténtico tesoro para poder escuchar los grandes títulos de la ópera universal y en la programación musical de la capital una oportunidad para asistir a cuantos estrenos se le permitían a un joven estudiante en la España de los años 50. De regreso a la ciudad natal tendría ocasión de vivir su gran pasión entre las bambalinas del Campoamor durante la temporada operística, participando como figurante (comparsa se decía entonces) en obras como 'Tosca' , 'Carmen' o 'La Bohème'. En Madrid se especializaría en Neumología en la Fundación Jiménez Díaz, un campo de investigación del que llegaría a ser uno de los mayores especialistas en España y que le abriría el camino para seguir formándose en Nueva York, donde conocería a su mujer, Susan Schmickrath. En la ciudad de los rascacielos se incorporaría en 1971 como 'research fellow' en la Columbia University y posteriormente como 'fellow in Medicine' en la misma universidad americana.

La trayectoria profesional del doctor Martínez González-Río le llevaría a trabajar como médico adjunto de la Unidad Docente de Neumología para pregraduados en la Fundación Jiménez Díaz, adscrito a la Universidad Autónoma de Madrid entre 1972 y 1975. Ejercería luego la docencia como profesor ayudante contratado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Oviedo entre octubre de 1975 y septiembre de 1987, más tarde como profesor asociado de 1988 a 1994 y desde 1996 como profesor titular de Neumología en la institución académica asturiana. Al mismo tiempo, desempeñaría la jefatura de Servicio de Neumología en el Hospital Covadonga de Oviedo y posteriormente, hasta su jubilación, jefe del mismo servicio en el Hospital Universitario Central de Asturias. Como facultativo seguiría ejerciendo en el Centro Médico de la capital del Principado.

Salud y melomanía no resultaban esferas separadas en la concepción vital de este médico ilustrado y liberal nieto de un ministro de la II República -el también doctor Alfredo Martínez- y así, en una entrevista publicada en este diario en 2016 aseguraba: «No tengo la menor duda de que la música cura». A ella, materializada en su pasión por el bel canto y probablemente a las incontables horas de felicidad que éste le proporcionó como espectador en las butacas del Teatro Campoamor, se hubo deber el que en setiembre de 2003, apenas unos días antes del comienzo de la temporada operística y casi por casualidad, aceptara asumir la presidencia de la Asociación Asturiana de Amigos de la Ópera. La responsabilidad que entonces presumía un compromiso puntual se prolongaría durante los siguientes quince años, en los que bajo su mandato, llegaron a estrenarse en el coliseo ovetense 78 representaciones.

Su presidencia en la Asociación no sería un camino de rosas y hubo de afrontar momentos difíciles, en unas ocasiones motivados por crisis económicas derivadas de la merma de subvenciones públicas a la temporada ovetense y en otras a la oposición interna de algunos socios. Ayer, entre quienes lo recordaban, era unánime la opinión de que con Jaime Martínez la Ópera de Oviedo había logrado alcanzar unas cotas prácticamente impensables hasta entonces en calidad y proyección. Entre sus logros, tal vez el más destacable haya sido la apertura de la programación a una oferta más amplia de títulos, más allá de la que parecía una restricción al repertorio clásico del belcantismo italiano, apostando por obras contemporáneas o propuestas de una mayor complejidad y ambición como el ciclo wagneriano que culminaba este año con 'El Ocaso de los Dioses'. También contribuyó decisivamente a ensanchar el público con ofertas destinadas a los espectadores jóvenes o a descentralizar la temporada llevando representaciones fuera de Oviedo. Bajo su mandato se realizaron igualmente proyectos tan ambiciosos y necesarios como la producción propia de obras nuevas como 'Fuenteovejuna', con partitura del compositor asturiano Jorge Muñiz y libreto del poeta Javier Almuzara. Su empeño por engrandecer la Ópera ovetense desde la calidad y la apertura a nuevos públicos no siempre fue comprendido por todos, aunque ahora, tras su fallecimiento son pocos quienes niegan la transcendencia de sus logros. Detrás de todos ellos, de cada uno de sus proyectos, estaba el amor y la pasión de este médico liberal y humanista que creía por igual en la bondad de la ciencia como en la de la cultura.

El doctor Jaime Martínez González-Rio será despedido hoy en su Oviedo natal, la ciudad a la que siempre fue fiel y en la que discurrió la mayor parte de su trayectoria vital. El funeral por su eterno descanso tendrá lugar a las cinco de la tarde en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen (Los Carmelitas) para posteriormente ser incinerado en el Tanatorio Los Arenales.

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