Borrar
Barjola sigue vivo a 10 años de su muerte

Barjola sigue vivo a 10 años de su muerte

Hijo adoptivo de Gijón, de obra potente, dramática y comprometida, llegó a ser uno de los cronistas existenciales de la realidad y de la humanidad

PACHÉ MERAYO

Domingo, 21 de diciembre 2014, 01:23

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Desde que Juan Barjola (Badajoz, 1919 -Madrid, 2004) plasmó su propio gesto en el lienzo que acompaña estas líneas han pasado 64 años. A su mirada joven, pendiente en ese retrato del infinito, le quedaba por delante algo más de medio siglo para extinguirse. Cerraba para siempre los ojos el pintor extremeño con museo en Gijón un día como hoy de hace 10 años. Tenía 85 diciembres y la muerte le visitaba pintando. El autor del 'Muro de las lamentaciones', ese relato desgarrado del mundo que donó como parte de su importantísimo legado a Asturias, murió por un accidente en su estudio de Las Matas, en Madrid, mientras preparaba una de las obras con las que tenía pensado participar en la siguiente edición de Arco, la de 2005.

Falleció Barjola con los pinceles en la mano, intentando ampliar su crónica existencial. Su densa, potente, desgarradora y dramática narración de la vida que queda patente en cada una de sus obras. Son muchos los museos donde es fácil acercarse a sus pinceladas, pero es Asturias la tierra en la que se custodia la más importante colección pública de sus obras. Y es que este maestro indiscutible del expresionismo figurativo del siglo XX hizo al Principado heredero de su talento. Especialmente a Gijón, ya que, aunque su primera donación es dirigida al Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, donde deposita seis obras de enorme trascendencia (el 9 de marzo de 1985), será la cuna de Jovellanos la que reciba su mayor demostración de afecto, con un regalo que supera el centenar de obras y del que nace tres años después (en 1988) el museo que lleva su nombre sobre los viejos pilares del conjunto arquitectónico de la Trinidad. De hecho el legado lleva consigo una condición. Las pinturas solo se quedarían en Gijón si la ciudad levantaba una sede para que estas pudieran ser puestas en valor. Dicho y hecho. Nada más formalizarse el legado, el Principado inicia la restauración de un edificio cedido por Cajastur que une el Palacio de Jove-Huergo y la capilla anexa construida en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura barroca. El proyecto lo saca adelante un equipo integrado por los arquitectos José Antonio Galea Fernández, hijo de Barjola, y Álvaro Llano.

Contaba el propio Juan Barjola que mucho habían tenido que ver en su decisión de dejar sus principales pinturas en Gijón dos amores. El que ya empezaba a sentir por esta tierra, que le llegó a hacer hijo adoptivo, y otro más profundo. El que profesaba a Honesta Fernández Calzón, su esposa asturiana. En realidad, el gesto para con esta región tuvo más de declaración de amor a su mujer que a esta tierra. Era su manera de contestar a la «ayuda, comprensión y estímulo para pintar que siempre le procuró». También es cierto que el apoyo de las instituciones asturianas a su obra no se quedó corto aportando enteros a la voluntad del pintor, que tras aquella primera entrega realizó otras tres posteriores. Ya la primera se entendió como el inicio de una cadena de depósitos. De ahí que en 1992, 1993 y 1994 Barjola ampliara su representación en el museo, actualizando y completando su colección con piezas que, poco a poco, fueron dando cuerpo a la practica totalidad de su discurso cronológico, temático y expresivo. Piezas, no obstante, que su heredero universal y primogénito considera que no pertenecen al centro asturiano, por lo que lleva años queriendo recuperar su propiedad. Estando Vicente Álvarez Areces en la presidencia del Principado ya intentó que se le «devolvieran» algunos cuadros, e incluso, según aseguró a EL COMERCIO, «que muchos de los que permanecen en los almacenes fueran intercambiados por otros» de su propia colección.

La oferta sigue en pie y sin respuesta firme del Principado, titular del centro gijonés. De hecho cuando se cumplen diez años de la desaparición del maestro, José Antonio Gadea renueva su vieja intención de «iniciar acciones legales». No niega que fuera posible que su padre tuviera voluntad de donar, pero advierte que «no hay documento escrito que acredite esa voluntad».

Ajeno a la disputa, el museo levantado a mayor gloria del pintor sigue trabajando por difundir su obra. Entre sus paredes se celebró este aniversario enfrentando sus pinceles a los del mismísimo Goya. Clausurada esa exposición se rememora la efeméride de hoy con el edificio principal dedicado a mostrar sus intensos trazos. Recorrer sus plantas es caminar por el inabarcable universo barjoliano lleno de magnetismo, tanto al óleo, como al aguafuerte. Tanto a todo color, como en blanco y negro. Suburbios, multitudes, maternidades, guerra, sexo, retratos apócrifos, prostíbulos, tauromaquias, sueños o crucifixiones dibujan su herencia viva pese a su muerte.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios