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La versión de 'El método Grönholm' de Saltantes, ayer.
El sudor de la frente  y otros requisitos

El sudor de la frente y otros requisitos

Saltantes Teatro estrena en el Jovellanos la versión que ha hecho de la obra de Jordi Galcerán 'El método Grönholm'

ALBERTO PIQUERO

Lunes, 3 de agosto 2015, 00:15

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No ha cumplido todavía dos años la joven compañía artística asturiana Saltantes Teatro, fundada en noviembre de 2013 por Nerea Vázquez y Luis Alija, sumando ya varios éxitos a su repertorio, iniciado con 'Pareja abierta', de Darío Fo y Franca Rame. Ayer, tras varios meses de ensayos acogidos al Centro de Recursos Escénicos del Principado de Asturias, que alberga La Laboral, han puesto en pie su adaptación de una de las obras teatrales más celebradas de los últimos tiempos, 'El método Grönholm', de Jordi Galcerán, la cual, por cierto, fue estrenada orginalmente en el avilesino Palacio Valdés, dirigida por Tamzin Townsend, en agosto de 2004, antes de triunfar en medio mundo, de Melbourne a Los Ángeles, de Moscú a Filipinas.

Saltantes Teatro, que han contado para la ocasión con la enorme experiencia y sabiduría interpretativa de Alberto Rodríguez, junto al talento actoral de Carlos Mesa, agregándose al protagonismo de Nerea Vázquez y Luis Alija, han confeccionado una versión que sorprendió desde la escenografía de Alejandro Villaverde, diseñada en material de cartón, cumpliendo una doble sugerencia, la de atender a principios ecológicos y la de simbolizar el triste papel -en términos literales- al que se ven abocados los personajes de la función, aspirantes a un puesto ejecutivo en una multinacional y tratados al modo en el que se arrojan las páginas inútiles y tachadas a una papelera. En este ejemplo, confrontando a unos y otros desde las instancias invisibles que los mueven, azuzando las peores artes de la ambición. Esa mano invisible que mece la trama es la iniquidad por antonomasia, más allá de procurar el sudor de la frente. Al paso, claro está, un retrato de la condición humana, de su cara y su cruz, que generalmente hace que la tostada caiga del lado de la mantequilla, como nos previno la ley de Murphy.

Bajo la dirección de Cristina Suárez y encuadrada por los efectos audiovisuales de Chus Prieto, esta nueva comparecencia de 'El método Grönholm' sobre las tablas auguró un largo recorrido por los escenarios, con su eficacia en la vertiente actoral y un marco general cuidado en cada detalle. No pondrá objeciones Galcerán al resultado, al modo en que se disgustó por la secuela cinematográfica de Marcelo Piñeyro.

Espléndida y aplaudidísima.

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