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Jacobo Bugarín, ante su instalación en Lorient.
«El arte ha de  ser una crítica  del mundo»

«El arte ha de ser una crítica del mundo»

El Premio Asturias Joven de Artes Plásticas 2015, presenta una instalación en el Euro Celtic Art del Festival de Lorient

ALBERTO PIQUERO

Sábado, 13 de agosto 2016, 00:33

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Aunque el eje principal del Festival Intercéltico de Lorient (FIL)gire alrededor de las músicas y las danzas, también tienen su sitio otras artes. Entre ellas, el Euro Celtic Art, que del 6 al 12 de agosto acoge en el magnífico edificio del Hotel Gabriel a varios creadores procedentes de Cornualles, País de Gales, Escocia, Isla de Man, Irlanda, Galicia y Asturias. Sucede, además, que se cumple el cuadragésimo aniversario de esta convocatoria, la cual, según nos indicaba el director de la misma, Philippe Boucly, está superando notablemente el número de visitas de ediciones anteriores. En representación del Principado, expone aquí Jacobo Bugarín, arquitecto y diseñador, Premio Asturias Joven de Artes Plásticas 2015, quien ha desplegado una instalación titulada 'To join or to fall over stone circles' ('Reunirse o caerse de los círculos de piedra'). Una idea que ha desarrollado «específicamente para el contexto, el lugar y el público del FIL», según ha explicado a EL COMERCIO.

El concepto es el de que «los objetos ayudan a crear comunidad, le otorgan sentido». Dos vídeos, en uno de los cuales las manos manejan el barro y en el otro se recubren con guantes para manipular plásticos, reclaman la atención inicial. «El moldeo del barro remite a lo primigenio. El trabajo con los plásticos habla de la asepsia que rehuye el tacto, como si no hubiera que tocarse para reunirse».

Sobre la pantalla, la fotografía fragmentada de un escultórico caballo aporta «una cierta sexualidad, mortificación, lucha y la propia consideración histórica que se desprende las estatuas».

Los objetos que se distribuyen por la instalación van de los círculos de piedra repartidos por el suelo a un sacaleches de cerámica o la urdimbre inicial de un cestero, retratos costumbristas o varilla paralelas, que «establecen la unión de cosas distintas». Porque en la perspectiva de Bugarín, «no hay un splo relato que nos construya».

El espacio de la instalación tiene altas ventanas, que ha recubierto de cortinas de plástico, en un juego de ver y no ver a través de las rendijas. En cualquier caso, el propósito es el de que «la comunidad adquiere sentido mediante los objetos, son necesarios para construir la identidad y no caer en el desarraigo». Eso sí, el autor añade una pregunta: «¿Por qué escogemos unos objetos y no otros?».

En un diámetro más general, Bugarín reivindica que «para mí el arte ha de ser disidencia, todo lo que no sea hegemónico, una crítica del mundo. Si es sólo una representación, no me interesa. Podríamos realizar técnicamente arte barroco o cualquier otro, pero yo creo que el arte contemporáneo ha de estar atravesado por la duda, por lo que se nos escapa, aunque no nos guste». De otro lado, aceptando la afirmación de Cocteau de que «el arte es indispensable, pese a que no se sepa para qué», defiende que «tiene una función». Y en ese sentido, incorpora la «responsabilidad» de los artistas. Sin renegar de lo que hay en el arte de juego, a condición de que «el juego no sea inocente». Porque es imprescindible «una construcción visual para entender el mundo». Otra cuestión es la del artista en la sociedad actual. «El artista hipoteca la vida, ni dispone de Seguridad Social. Y las figuras que predominan son las de los comisarios o los gestores». Lo dice uno de los artistas jóvenes más galardonados de España.

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