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La orquesta de una boda, valle del Nalón, 1948.
Valentín Vega se va a Madrid

Valentín Vega se va a Madrid

El Museo de Antropología inaugura el jueves una exposición del fotógrafo asturiano

M. F. ANTUÑA

Martes, 13 de diciembre 2016, 00:34

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La vida cotidiana de la Asturias de los años cuarenta se muestra en Madrid. El jueves se inaugura en el Museo Nacional de Antropología la exposición 'La vida por delante. La infancia en la calle, de 1941-1951', que mediante fotografías de Valentín Vega (Luanco, 1912-El Entrego-1997 ) pondrá ante la mirada pública hasta el 12 de marzo la realidad de unos tiempos retratados en blanco y negro. A través de 70 fotografías en papel y cien más que se proyectan en un audiovisual realizado para la exposición, se dibuja un fiel retrato de la sociedad de aquellos tiempos, haciendo especial hincapié en los niños.

Es en 1941 cuando comienza el viaje fotográfico comisariado por Juaco López y José Luis Mingote. La España que sale de la guerra se deja retratar por un hombre que acaba de salir de la cárcel tras tres años de reclusión por su militancia de izquierdas. Sin oficio ni beneficio, siguió la estela de sus tres hermanos y comenzó a trabajar como fotógrafo ambulante. Vivía en Gijón y a diario se trasladaba a la cuenca del Nalón en bicicleta o en tren. Tomaba su Leica, disparaba y revelaba de vuelta a Gijón. Esa fue su rutina, hasta que en 1951 se traslada a El Entrego y deja la fotografía de calle. Pero esa es otra historia. De la que se ocupa la exposición es de la esos años deambulando y retratando la vida en la calle, en el trabajo, el mercado, los bares, las tiendas, las celebraciones familiares, las fiestas... La gente de a pie, de clase media y baja, se deja fotografiar sin recurrir a esas poses forzadas que antaño frecuentó la burguesía. Esas gentes comunes y corrientes, que trabajan en una peluquería o venden pescado, que tocan en una orquesta o disfrutan de la fiesta en una caseta de feria o que simplemente celebran la Primera Comunión de la niña adquieren protagonismo en la exposición, que es la segunda del Museo del Pueblo de Asturias que viaja al Museo Nacional de Antropología. Antes lo hicieron las imágenes de Baltasar Cue. La fototeca del museo gijonés es la que conserva y difunde el legado de estos y otros muchos fotógrafos asturianos.

Vega da buena cuenta en estas instantáneas que ahora le llevan a Madrid de su amor por una fotografía humanista. No fue un fotógrafo convencional pese a ganarse la vida haciendo muchas fotos que sí lo eran. Su objetivo enfocó un poco más allá y por eso dejó constancia de esa infancia que crecía en las calles y por eso dejó también testimonio de esos niños que laboran en la mina, en la construcción, en el transporte, niñas que cosen y trabajan en las tejeras, en el campo...

Pero además de la dureza de una existencia de todo menos cómoda en plena posguerra, retrató Vega las ganas de vivir, de pasarlo bien. Pese a la escasez, pese a las carencias, pese al trabajo extenuante, encontró la belleza, captó el lado más sensible, disparó sobre un mundo en el que también hay mendigos, músicos ambulantes, vendedores callejeros, militares... Dejó en negativo y positivo una muestra significativa de la sociedad española del momento que hoy es documento antropológico.

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