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1. 'La vuelta de la romería', de Piñole, inscrita al museo que lleva su nombre y entre las seleccionadas para el programa 'Mío, tuyo, nuestro. Museos para la integración'.2. 'Los carboneros', de Martínez Abades, pieza esencial de las colecciones del Museo Jovellanos.3. Vista de San Lorenzo y Campo Valdés, de Ramón Sánchez, pintado para Jovellanos, también integra los fondos del Museo-Casa Natal.4. Altorelieve del Retablo del Mar, de Sebastián Miranda, igualmente del Museo Jovellanos, donde tiene estancia propia en la tercera planta. Es prácticamente un retrato del barrio de Cimadevilla.
Los museos como «puertas de  la ciudad» para  los inmigrantes

Los museos como «puertas de la ciudad» para los inmigrantes

Las actividades en torno a ambas colecciones subrayarán la «dimensión socializadora del arte», integrando «educación, cultura y cooperación»

PACHÉ MERAYO

Miércoles, 8 de marzo 2017, 00:07

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«La belleza salvará al mundo', decía Dostoievski, que iba siempre que podía a contemplar la Madonna Sixtina de Rafael en busca de paz. Que el arte es una herramienta firme para que la sociedad salga a flote ya no debería entrar en cuestión, sin embargo hay que seguir subrayándolo como verdad. Y eso es lo que pretenden hacer los museos de bellas artes de Gijón, el Piñole y la Casa Natal de Jovellanos, incorporando sus programas, desde siempre socializadores, al plan Museos+Sociales del Ministerio de Educación y Cultura. El resultado se titula 'Mío, tuyo, nuestro. Museos para la integración' e incide, en palabras de su directora, Lucía Peláez en la idea de los espacios de arte como «puertas de entrada a la ciudad y a la historia y a las costumbres de Asturias», especialmente para los que vienen de lejos y «proceden de una cultura diferente».

En 'Mío, tuyo, nuestro. Museos para la integración', que cuenta con la colaboración de Accem (recientemente galardonado con el Premio EL COMERCIO de Acción Social) y la Cruz Roja, «se aporta», según la concejala de Cultura Ana Montserrat López, «una mirada al arte, que integra cultura, educación y cooperación, haciendo que cobre una dimensión especial su capacidad socializadora». Se trata, añade la concejala de que la población migrante, como todos, «puedan reflexionar a través de la exploración de las colecciones de ambos museos para asociar y relacionar las obras con sus propias vivencias».

Con ese fin y la vindicación del museo como un lugar, según Lucía Peláez, «que no quiere estar al margen de la trayectoria real de la sociedad, sino todo lo contrario», se ha seleccionado una serie de piezas esenciales de dichas colecciones. Desde 'La Vista de San Lorenzo y del Campo Valdés de Gijón', un cuadro del paisajista Mariano Ramón Sánchez, pintado para el disfrute del mismísimo Jovellanos, y que luce en su casa natal, hasta las telas de Piñole 'La vuelta de la romería', 'Corpus en Carrió', 'Marineros en el puerto de Gijón', y 'La primavera', todas joyas de su museo. Como lo es el Retablo del Mar, que se puede visitar en la última planta del Jovellanos, o la mismísima mirada al horizonte que Chillida mantiene abierta al mar en el cerro de Santa Catalina y que también se incorpora al programa. Todas y cada una de esas obras y algunas más, no solo hablan de arte. En sus pinceladas hay historia, también migraciones y en algunas de ellas están los estragos de la guerra civil, el pasado industrial, las costumbres festivas, los ciclos de la tierra y hasta un retrato colectivo del barrio de Cimadevilla, que eso es, al fin, el retablo de Sebastián Miranda. «Lo que se busca es un diálogo entre esas historias y las experiencias y costumbres de cada nuevo espectador. De cada nuevo habitante de Asturias.

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