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El nieto del artista, comisario de la exposición, ante una imagen de su abuelo.

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El nieto del artista, comisario de la exposición, ante una imagen de su abuelo. IÑAKI MARTÍNEZ

Las catedrales industriales de Asturias

La exposición dedicada a la obra de Vaquero Palacios, artista integral en las centrales eléctricas asturianas, se inauguró en la Fundación ICO de Madrid. La muestra, patrocinada por la Fundación EdP, llegará antes de que finalice el año a Asturias, y todo apunta a que el escenario elegido será el Centro Niemeyer de Avilés

m. f. antuña

Madrid

Jueves, 15 de febrero 2018, 15:08

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La suya era una vocación humanista. Anhelaba crear espacios de trabajo hermosos, acogedores, construir pirámides al puro estilo egipcio en las que la belleza se quedaba dentro, ajena a las miradas externas. Porque por mucho que las centrales hidráulicas y térmicas asturianas reciban en torno a tres mil visitas al año, siguen siendo un tesoro oculto bajo las rocas, escondido tras los túneles al final de los cuales se hace la luz, en sentido figurado y estricto, en sentido estético y energético. Y ayer la luz se hizo en Madrid para el creador de esos lugares, el arquitecto, el pintor, el diseñador, el artista integral que fue Joaquín Vaquero Palacios (Oviedo, 1900-Madrid, 1998), cuyo trabajo en Asturias se expone en la sede de la Fundación ICO.

Al ladito mismo del Congreso de los Diputados se ha articulado una exposición comisariada por Joaquín Vaquero Ibáñez, nieto de Vaquero Palacios e hijo de Vaquero Turcios, que transita por esa forma de concebir los espacios industriales que sigue siendo tan sorprendente hoy como ayer. «¡Qué difícil es llamar la atención sin pasarse de moda!», reflexionaba ayer un emocionado y entusiasmado Vaquero Ibáñez, que ha empleado año y medio en darle forma a una exposición que busca ser una reivindicación de ese abuelo cuya obra sigue siendo hoy rabiosamente moderna y escandalosamente bella.

La muestra -titulada ‘Joaquín Vaquero Palacios. La belleza de lo descomunal. Asturias, 1954-1980’-propone un recorrido por las cinco centrales firmadas por Vaquero Palacios para la antigua Hidroeléctrica del Cantábrico y hoy EdP. Son Salime, Miranda, Proaza, Aboño y Tanes. Pero ese camino por lo que son esos espacios se acompaña de abundante información que va trazando un retrato del artista, desde aquellos primeros momentos en los que acompañaba a su abuelo Narciso por los montes asturianos en busca de una mejor ubicación para el salto de Salime, pasando por su amor por los pinceles, sus años en Roma, su relación con Picasso, sus viajes a Estados Unidos... Se funden obra y autor en un viaje que se hace a través de fotografías, de pinturas, de elementos industriales llevados desde las centrales asturianas, también de maquetas, de producciones incluso en las paredes de las salas de murales creados por Vaquero para sus centrales.

Es minucioso y detallado el camino que del conocimiento de un hombre capaz de llenar de luz la sala de turbinas de una central ubicada a 300 metros de profundidad. Se completa todo lo dicho con varios audiovisuales realizados por Juan Vaquero.

Las frases de Palacio, los porqués de esa obra humana y bella para disfrute de los trabajadores se dejan leer y admirar a casa paso que se da. La primera de ellas es ya toda una declaración de intenciones: «No hay nada más complicado que hacer lo que uno quiere». Pero querer es poder, y la luz, el arte para los espacios industriales se halla en el equilibrio, en la luz, en los colores, en la chispa que recorre Salime frente al gran mural de Vaquero Turcios que narra su construcción (y que se puede ver al detalle en un audiovisual), en los campos magnéticos de Proaza, en la roca viva y pura de Tanes, en la inspiración egipcia que desprende Miranda. Todo está ya en la exposición que ayer presentó Vaquero Ibáñez acompañado por la directora de la Fundación ICO, Cristina Cabrera, y el director de la Fundación EdP, Nicanor Fernández. Hasta el 6 de mayo la muestra estará en Madrid. Su siguiente destino será Asturias. Aún no está cerrado de forma definitiva, pero todo apunta a que antes de que finalice el año se podrá visitar en el Centro Niemeyer de Avilés.

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