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LAURA SAIZ
GIJÓN.
Domingo, 1 de octubre 2017, 05:29
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Las bibliotecas públicas de Asturias no han vuelto a ser las mismas desde los recortes sufridos en 2010 a causa de la crisis. El bajón en las partidas presupuestarias destinadas a este fin, que se mantiene hoy en día, ha causado que los servicios ofrecidos por las bibliotecas se vean mermados desde entonces. Ni el número de préstamos de libros se ha recuperado del todo todavía. Y mucho menos el dinero destinado a obtener nuevos fondos. Así lo certifican los bibliotecarios consultados por este periódico.
Hay dos tipos distintos de bibliotecas: por un lado están las que dependen directamente del Principado, como la Jovellanos, en Gijón, o la Pérez de Ayala, en Oviedo, y por otro están las diferentes redes de bibliotecas municipales. Estas últimas son las que subsisten casi exclusivamente gracias a las aportaciones de los ayuntamientos y a algunas donaciones, ya que, como varios coordinadores de las redes admiten, «la cantidad del Principado para las municipales es simbólica».
Pero, ¿a qué se debe la disminución en los préstamos de las bibliotecas, si apenas ha habido reducción de los usuarios? Los muros de las bibliotecas congregan a jóvenes estudiantes y adeptos lectores durante todo el año. Eso apenas ha cambiado, la gente sigue requiriendo este espacio y necesitando de su fondo documental. No importa si solo leen la prensa cada mañana, o pasan ocho horas delante de los libros, hacen uso de la biblioteca y, como tal, cabe esperar que estas puedan seguir, al menos, ofreciendo los mismos servicios que hace cinco años, algo que resulta, si no imposible, muy difícil, ya que sin los fondos necesarios no se pueden comprar novedades editoriales y esto provoca una reducción de los préstamos. En definitiva, los libros de las bibliotecas son prácticamente los mismos en los últimos seis años.
«Cada año la Biblioteca Pública Jovellanos presenta su proyecto a la Consejería de Cultura, otra cosa es que se atienda esa demanda o no. Ha habido incluso recortes en la plantilla, ya que las jubilaciones no se cubren y eso, al resto de empleados que queremos ofrecer un buen servicio, nos dificulta la tarea», admite Ana Navarro, directora en funciones del equipamiento cultural gijonés. El gasto en adquisiciones bibliográficas para este año 2017 asciende a 18.000 euros -3.630 euros menos que en 2016 y 52.630 euros de diferencia con respecto a los presupuestos de 2010-. Una incongruencia de cifras ya que si contamos el número de préstamos de libros, 93.356 adultos y 22.557 en niños, y los comparamos con la cantidad de volúmenes que tienen actualmente disponibles -unos 350.000-, podemos obtener la conclusión de que «aún no siendo malas cifras las de los préstamos, hay gente que no coge libros, porque no encuentra lo que busca, y eso es un problema».
Por otro lado, la Biblioteca de Asturias Ramón Pérez de Ayala, la única que debe albergar todos los libros que se encuentren en el resto de bibliotecas de la región, contaba con un presupuesto de 26.895 euros el año pasado, diez veces inferior al que accedía en 2010. Unas cifras que no corresponden equitativamente a las visitas de 534.621 personas y 151.467 préstamos tanto de libros como de materia audiovisual.
Para las municipales, al depender del ayuntamiento como recurso económico principal, no han tenido tantos problemas para mantenerse al día, pese a no haber sido tarea fácil ya que las aportaciones siempre se estiman a la baja. La red municipal de Oviedo cuenta con unos recursos económicos que, aunque bajos, «se mantienen estables», como afirma su coordinadora, Chelo Veiga. Sus empleados son funcionarios, y los recortes no les afectan en ese sentido, sin embargo, «como profesionales queremos ofrecer el mejor servicio, y a veces, no es posible».
En la misma línea, Carmela González, coordinadora de la red de Mieres, afirma tajante que «necesitamos tener permanentemente los fondos renovados, y eso nos lo aporta el Ayuntamiento o incluso la donación de ejemplares que posea algún vecino». Una red que el año pasado se manejó con los 15.000 euros que aporto el Ayuntamiento y los 3.200 de la Consejería y que debe repartir los títulos entre cuatro centros municipales.
Gijón, al igual que la capital, cuenta con once bibliotecas municipales, lo que amplía la necesidad de fondos y hace más evidente la escasez de libros. Algo que no deja indiferente a nadie, y menos a Patricia Menéndez, coordinadora de la red gijonesa: «El presupuesto se mantiene, pero es bajo», admite, aunque quiere aclarar que el análisis del estado de las bibliotecas no es tan simplista. «Hay mucha controversia. Las bibliotecas, hoy en día están en un momento dificil, de cambio, porque incluso con el descenso continuado de usuarios y de préstamos, aunque no sea nada alarmante, también influyen lo digital y los cambios en la vida cultural», concluye. Se trata de una red que tiene un total de 336.000 unidades censadas en 2015 en el fondo documental y que realizó, en el mismo año, 271.754 préstamos.
Parece ser que la irrupcion del mundo digital ha hecho perder socios a las bibliotecas. En las de Gijón trabajan día a día para «atraer a los jóvenes de otra manera, hay que adaptarse a los cambios generacionales y de vida», confirma Ana Navarro. Y es que el acceso a través de internet a la lectura, a los libros, a los periódicos es cada vez más habitual, y cada vez son más los usuarios, incluso los de edades avanzadas, que se han sumergido en la red. Quizás sea hora de repensar un modelo que, salvo los procesos de informatización realizados en los últimos años, apenas ha cambiado en los últimos siglos.
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