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KOLDO DOMÍNGUEZ
Jueves, 24 de julio 2014, 00:16
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El Campos Elíseos se quedó pequeño para acoger a las cientos de personas que quisieron despedirse del actor vizcaíno fallecido el pasado domingo en un accidente de tráfico. Colas, gente de pie y puertas abarrotadas para estar presente en el último adiós organizado por los amigos del intérprete. Fue una función muy especial, su última aparición en escena y volvió a ser un éxito rotundo a pesar de que ninguno de los presentes deseara haber tenido que asistir a ella. Rieron, lloraron, cantaron y aplaudieron... La esencia del buen teatro condensada en hora y media de sentimientos a flor de piel, de nudos en la garganta y de atronadores lamentos en silencio por la «maldita carretera».
La puesta en escena era sencilla y humilde. «Así lo habría querido él». Sin escenario, sin platea, con la gente sentada en el suelo. «Hoy no hay público, hoy somos todos iguales. Estamos aquí para arropar a la familia de Álex», explicó el actor Santiago Burrutxaga, compañero de Angulo en 'La fuga de Segovia' y que ayer actuó de maestro de ceremonias. Todos iguales. Lo mismo el alcalde de Bilbao y representantes de todos los partidos políticos, que directores (los bilbaínos Álex de la Iglesia y Pedro Olea), actores y actrices (Adolfo Fernández, Aitor Mazo, Maribel Salas, Santi Ugalde...), que familiares o vecinos anónimos de Ciudad Jardín, el barrio de Angulo.
Mayda Zabala, su viuda, había llegado una hora antes arropada por Loli Astoreka, amiga íntima de la familia. A todos recibió sonriente el ayer sí protagonista de la velada. Una gran imagen suya presidía la escena. Parecía decir adiós, despedirse, aunque bien mirada también podía estar saludando, diciendo 'hola a todos, aquí estoy'.
Y estuvo. Estuvo presente en cada uno de los poemas que se recitó, en las canciones que se cantaron y en las anécdotas que brotaron de voces emocionadas, entrecortadas y pronunciadas con lágrimas en los ojos. El pianista Iñar Sastre y el bailarín Asier Zabaleta fueron los encargados de abrir la 'despedida' ; la actriz Ane Gabarain reivindicó la profesión del actor con un poema de Bernardo Atxaga; el intérprete y músico Jimmy Barnatan cantó al piano; y César Saratxu recordó los comienzos de ambos, juntos en París. «He avisado de lo que ha pasado a alguno de los compañeros que tuvimos en aquel curso de París. Mayda, quiero que sepas que ahora en Londres, en París, Suecia, Canadá y Estados Unidos están pensando en ti y en Álex», le confesó a la pareja de Angulo, que seguía el acto sentada en el suelo, en primera fila junto a Álex de la Iglesia.
Ramón Barea fue el más irónico y el que más llegó a los presentes. Reivindicó su amistad, la unión que han mantenido los dos actores durante 40 años -«que nos quiten lo bailao, eh, Angulo. Era cuando teníamos toda la vida por delante, Álex; cuando queríamos cambiar el mundo; cuando nadie creía en nosotros más que nosotros mismos; cuando convivimos; cuando nos enamorábamos de las mismas novias; cuando buscábamos ese oficio que hemos amado y seguimos amando. Yo no me olvido y sé que tú tampoco». El momento más emotivo y humano llegó cuando la actriz Esther Velasco salió a escena junto a Dodó, la hija de Angulo. Se sentaron en el suelo y juntas recitaron un poema 'Mientras dormías'. La voz de la niña sonó limpia, firme a pesar del momento y las miras de cientos de personas. Pero acabado el poema, delante de la mirada de su padre, corrió a los brazos de su madre y ambas se fundieron en el abrazo más necesario de la tarde. Juntas ante la adversidad. Ante la muerte.
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