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José Luis Garci, ayer a mediodía en la sidrería La Tonada de Montevil.
«Hay una propuesta para mis películas asturianas, pero el Principado no ha contestado»

«Hay una propuesta para mis películas asturianas, pero el Principado no ha contestado»

Garci se explaya sobre su memoria gijonesa y los proyectos en los que actualmente se ocupa tras dejar el cine

Alberto Piquero

Viernes, 13 de marzo 2015, 00:28

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Ha decidido dejar de hacer películas, pero nada que se le parezca a entrar en la vía muerta de un travelling. José Luis Garci (Madrid, 1944), nuestro primer Oscar en Hollywood, volvió ayer una vez más al Gijón de su infancia, invitado por la COPE a un programa deportivo de la noche, y antes se explayó con EL COMERCIO, hablando de los muchos proyectos que continúa haciendo germinar y también de aquellos a los que se les ponen obstáculos incomprensibles. Y, por supuesto, de cine, de memorias luminosas e incluso de política.

¿Definitivamente no rodará nuevas películas?

Ya lo dije hace tres años y en eso fui pionero, me adelanté a la abdicación del Rey y a la dimisión de Rubalcaba. Hay un tiempo para cada cosa. Me siento bien, escribo, veo cine todos los días, cada vez me gusta más el fútbol y acudo a veladas de boxeo. Existe una propuesta para llevar mis seis películas asturianas a Gijón, Oviedo y Avilés, algo así como el territorio asturiano en el cine, que estaban dispuestos a presentar Eduardo Torres-Dulce o David Gistau, entre otros; pero quienes han tenido la iniciativa no han recibido ninguna respuesta del Gobierno asturiano desde septiembre.

¿Con lo mucho que aprecia el cine negro -su anterior libro fue 'Noire'-, no le tienta la posibilidad de retratar esta sociedad española de hoy, que haría las delicias de Dashiell Hammett?

Esta semana sale a las librerías 'Adictos al crack', donde explico cómo fueron las dos películas de 'El crack' y la tercera, que no pudo llevarse a cabo. Sin Alfredo Landa, ya no sería lo mismo. El otro día estuve en una velada de boxeo, en Torrejón, en la que participaban chavales de distintas razas, todos un ejemplo de nobleza y generosidad. Bien, pues en este país de la corrupción, el boxeo está prohibido. He ido dejando de entender muchas cosas.

¿De lo que ha visto en el cine últimamente, qué le ha llamado la atención?

Sin duda, 'Boyhood', ese paso y peso del tiempo, tan profunda y a la vez tan ligera, con la sensibilidad de lo cotidiano. Se le ha escapado a la Academia, que sólo ha dado el Oscar a Patricia Arquette.

Tiene fama, acreditada, de poseer una memoria cinéfila imponente. ¿También le ocurre en otros aspectos de la vida?

Sí, la memoria es un don que me vino dado, como el que tiene don de lenguas o para la pintura. Si recuerdo El Molinón de cuando era un guaje, aparecen los tenderetes de la época. Existe un filtro sentimental, que puede llevarme a mi primera foto en la playa de San Lorenzo, aquel olor a Nivea, los barquillos con miel, incluso sus crujidos, o los helados de la calle Cabrales... Mi padre nació en El Humedal y yo nací para el cine en los Campos Elíseos, en el Roma, en el Versalles, en el Goya...

Asegura que el cine mayúsculo se realizó en Hollywood entre la década de los 20 y los 50... ¿No faltará perspectiva para juzgar el que se viene produciendo después?

Es muy posible. Yo comparo ese periodo del cine con el Siglo de Oro español de las letras o el de la pintura impresionista en el XIX. Y lo que digo es que resulta difícil hallar tanto talento en una unidad de tiempo y espacio así de limitada. Pero continúa habiendo buen cine. 'Master and Commander' , de Peter Weir; 'Sin perdón' o 'Million Dolar Baby', de Clint Eatswood; la trilogía de 'El padrino'... Otra cosa es que cada generación defienda lo suyo. Y las injusticias, como que apenas se hable del cine mudo. Lo que no se debe hacer es dejarse llevar por las modas.

Su amigo Eduardo Torres-Dulce ha dimitido de la Fiscalía General del Estado... ¿Sabe algo que ignoremos los demás?

Jamás hemos tocado el tema de la política. Poco antes de que se le designara fiscal general, colaboró en mi última película ('Holmes & Watson'), hemos veraneado juntos y ha escrito uno de los capítulos de 'Adictos al crack', pero de eso no hablamos. Yo nunca le he pillado el punto a la política. Si acaso, podría pertenecer a esa tercera España, la de Marañón o Pérez de Ayala. Antes, había una izquierda con humor. Ahora se ha perdido hasta el sentido del humor. Y del amor.

Un deseo suyo, que parece que no se ha confirmado, era el de ser cronista de El Retiro...

Ahí toda la culpa es mía. Bieito Rubido, el director de 'Abc', me abrió sus páginas. Sucedió que estaba acabando 'Las siete maravillas del cine', un volumen de setecientas páginas, y no pudo ser entonces. Lo será a partir de septiembre. No he dejado de ir a El Retiro, que permite contemplar la evolución de la vida y correr el peligro de los héroes bajo los árboles que se caen o los patinadores sobre una tabla.

¿Nos adelanta cuáles son esas siete maravillas del cine?

No hay ningún problema. 'Vértigo', 'Casablanca', 'Perdición', 'El hombre que mató a Liberty Valance', 'Ordet' -que creo que aquí se tituló 'La palabra'-, '2001, Odisea en el espacio' y la trilogía de 'El padrino'. Hay colaboraciones de Juan Marsé, de Arturo Pérez Reverte o de Petón (presente durante la entrevista).

Último intento. ¿Seguro que no resucitará a Cerralbos del Sella, de 'Historia de un beso'?

Nunca digas nunca jamás, como nos enseñó James Bond; pero hay demasiadas cosas que hacer y poco tiempo.

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