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La actriz Luisa Gavasa.
«A partir de una edad no te ven como una mujer»

«A partir de una edad no te ven como una mujer»

Luisa Gavasa. Actriz

AZAHARA VILLACORTA

Miércoles, 24 de agosto 2016, 00:28

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Después de toda una vida sobre las tablas, a la actriz enorme que es Luisa Gavasa (Zaragoza, 1951) el éxito le ha llegado con 'La novia', la adaptación de 'Bodas de sangre' firmada por Paula Ortiz en la que da vida a una madre imposible de olvidar: dura como el pedernal e infinitamente sola. Una película de una belleza abrumadora en la que Gavasa encarna a uno de los personajes más brutales del cine español de los últimos tiempos, el papel que la llevó a alzarse con el Feroz y el Goya a la mejor interpretación femenina de reparto. Y, en sus propias palabras, «uno de los mejores regalos» de su carrera.

-¿Tiene usted algo que ver con ese personaje implacable?

-Nada. Nada. Solamente que soy madre. Por lo demás, no hay nada en mí, en Luisa, que tenga que ver con 'la madre'. Soy muy alegre, muy normal, encantadora (Risas).

-¿Cómo se prepara una para encarnar a alguien tan poderoso?

-Ni lo sé. El lema de Paula y mío es «menos es más». Pero a mí es un personaje que me da mucha pena. Ten en cuenta que manda a la muerte a lo que más ama: a su hijo. Yo envejecí diez años haciendo de 'la madre'. Lo noté mucho en la mirada. Tardé como tres meses en quitarme la mirada de sufrimiento de ese personaje. Ahora puedo hablar de ella sin emocionarme. Antes no podía. Se me encogía la garganta porque, con los hijos, nace el miedo. Y el mayor miedo que puede tener una madre es que le pase algo a su hijo. Entonces, yo estaba enfrentándome a mi miedo más absoluto. Esos días de rodaje, solo quería llamar a mi hijo y escuchar su voz.

-Él, Pablo, es tan importante que le dedicó el Goya.

-Yo, siempre que hablo en público, lo hago desde el corazón. Y quería decirle que lo más grande que me ha pasado en mi vida es él. Pensé que qué mejor momento que hacerle una declaración de amor en público, ante todo el país. Y fue muy hermoso ver su carita aguantándose las lágrimas.

-De repente, hay cientos de «gavasistas», estilistas, elogios... pero usted ya ha trabajado con grandes como Almodóvar o Villaronga.

-Sí. Pero lo cierto es que mi carrera en cine es corta. Yo vengo del teatro universitario. Cuando terminé la carrera, porque estudié Filología Inglesa, decidí ser actriz profesional. Es decir: yo arranco del teatro. Y, alrededor de 2000, empiezo a hacer series de éxito en televisión. Donde más me ha costado entrar es en el cine. Pero, de pronto, me han descubierto (Ríe).

-Su peli ha sido preseleccionada para los Oscar. ¿De aquí a Hollywood?

-A mí me gustaría. Evidentemente, la competencia es muy dura. 'Julieta' de Almodóvar es un hueso duro de roer, Icíar con 'El olivo' también. Pero yo tengo que defender lo que quiero. Además, Lorca, en Estados Unidos, no deja de ser un referente. Y, como soy académica, votaré por ella (Risas).

-¿Este trabajo demuestra que Lorca está más vivo que nunca?

-Claro. El problema es que en España tenemos demasiado miedo a los clásicos, mientras que los ingleses lo tienen muy claro: Shakespeare, para los actores ingleses, es absolutamente cotidiano. Lo cogen, lo remodelan, lo llevan hasta una película como 'Shakespeare in love'... ¿Y por qué no? Mira, por ejemplo, lo que hace El Brujo. El otro día estuve viendo un espectáculo suyo maravilloso donde lo mismo te recita un poema hermoso de Quevedo que empieza a explicarte lo que es el culo. En la versión que hace de Francisco de Asís, acabé llorando como una mona. Pasa de la emoción al divertimento.

-¿Hay que seguir denunciando que el cine es machista y no hay papeles para mujeres de cierta edad?

-Sí. Sí. Sí. Es una realidad muy candente. A partir de cierta edad, decrece el número de papeles que nos dejan hacer. Ya no te cuento nada del tipo de rol. Te encasillan en la típica abuelita no sé qué o la típica mamá no sé cuánto. Yo ahora acabo de hacer una película con Agustí Villaronga donde hago una papel de una aragonesa sucia, bruta, del 37. Y estoy feliz. Pero, a partir de cierta edad, ya no te ven como si fueses una mujer. ¿Y por qué una mujer de sesenta y tantos no puede enamorar a un tío de cuarenta y tantos? Si pasa al revés, ¿por qué no puede pasar a la inversa? Ese es mi gran caballo de batalla.

-¿Qué le gustaría hacer ahora?

-Protagonizar una comedia. Y, si no, un buen secundario, pero comedia. De hecho, acabo de rodar un corto en el que hago de una señora de Parla que se hace pasar por gitana vidente y me lo he pasado tan bien que no te lo puedes imaginar. Así que, cuando me dicen que si no me gustaría hacer 'La casa de Bernarda Alba', les respondo: «A mí dejadme de dramas». Quiero reírme y que no me encasillen en nada de mi vida, porque no soy un ser encasillado. Soy un ser vivo que se va transformando.

-Dice que comprende perfectamente que, con tanta alfombra roja, a las jóvenes se les vaya la cabeza. Que las actrices son frágiles e inseguras.

-Sí, porque están los egos, las inseguridades que te llevan a parecer vanidosa y, a lo mejor, son miedos... Y, claro, ves a unas crías con esos cuerpazos y esas piernazas... Yo no me cambio por ellas, pero sí volvería a tener 40 años, la mejor edad de una mujer.

-¿Y votaría? Porque tengo entendido que fue en las listas del PSOE en Madrigal de la Vera...

-Soy una mujer de la izquierda. Aunque en estos momentos no se sabe muy bien qué es ser de la izquierda (Risas). Hablo de la izquierda que yo conocí cuando éramos antifranquistas, cuando todo estaba mucho más claro. Pero, evidentemente, mi ideología está siempre con la izquierda, con las mujeres, con los débiles, con los intelectuales.

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