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Carmelo Gómez estará durante toda la semana en Mieres.
«El oficio de actor se está muriendo»

«El oficio de actor se está muriendo»

Dirige en Mieres un curso de interpretación centrado en Lorca, que conmemora el 25 aniversario de sus Talleres de Teatro

M. F. ANTUÑA

Lunes, 7 de noviembre 2016, 01:10

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Tiene dos Goya en casa y un carrerón en el cine espectacular, pero Carmelo Gómez (Sahagún de Campos, León, 1962) ha dicho adiós a la pantalla grande para centrarse en el teatro. Habla con amor desmedido de un oficio que ve languidecer y habla con pasión colosal de su experiencia como maestro en los talleres de teatro. Durante toda esta semana estará en Mieres al frente, junto a Emy Ecay, de un uno de ellos -'Imaginación al descubierto', centrado en textos de Lorca- con el que se conmemoran los 25 años de los Talleres de Teatro de Mieres.

¿Qué le puede enseñar usted a un actor que no se enseña en las escuelas?

Buf, soy actor, y aprendí hace tiempo que el mejor maestro es aquel que no lo es, que no tiene sentimiento de ir a descubrirle nada a nadie ni emplea un tono pedagógico o dogmático. Lo que vamos a hacer en Mieres es tratar de descubrir ese mundo de imaginería, en el que lo real se pone al servicio de lo poético y que es pura emoción en sí mismo. Vamos a hacer un trabajo de búsqueda todos juntos, con vocación de descubrir más que de mirar y decir 'yo esto sé de Lorca'. Nos lo vamos a pasar muy bien. Además en este curso hemos mezclado gente de distintos niveles, actores que han hecho series en Madrid con currículo tremendo, profesores de la escuela de Gijón, gente que no ha hecho nada nunca...

Insisto. ¿Qué es eso que no se enseña en las escuelas y a usted cree importante enseñar?

La situación de las escuelas hoy, como la de casi todo que tiene que ver con el mundo institucional, es muy institucional. Hay mucha gente que aprueba unas oposiciones y ya está ahí, y se aleja de la realidad, de por dónde van las tendencias actuales. Esa falta de conexión profesional es un hándicap. En general las escuelas deberían ser itinerantes, ir de acá para allá, viendo qué es lo que está pasando.

¿A usted le enseñó alguien cómo superar los vaivenes de la montaña rusa, de hoy soy muy famoso y mañana ya no?

Yo sé mucho de eso, pero no se puede transmitir. Lo puedes decir mil veces, pero es una experiencia que hasta que no se aprende en la acción no se sabe qué es. Pero hay que decirlo para cuando pase. Subir ybajar es una forma de pertenecer a este mundo.

¿Qué hay de puro instituto y qué de aprendizaje en un buen actor?

Un 100% de cada uno.

O sea, hay que estar al 200%.

Sí. Hace falta un 100% de conocimiento práctico y un 100% de aprendizaje teórico. También le digo que en el revés de los textos es donde está la información: ahí está la magia, donde los actores empiezan a ver espacios expresivos. Pero volviendo a su pregunta, es un cien por cien de todo.

Le iba preguntar qué porcentaje hay de inspiración, de magia...

La inspiración es el todo de un actor, es el todo de cualquier creador. Tiene que haber duende y magia, pero también están el trabajo y el esfuerzo. No se pueden separar. Hay que estar todo el día trabajando para que la inspiración te pille en ello.

¿Qué aprende el maestro en estos talleres?

Todo. Yo no daría talleres si no fuera porque para mí es una experiencia vital. Trabajamos con la técnica y con el subsconsciente y de repente descubres muchas cosas en alguien.

Se le ve entusiasmado con la docencia. ¿Lo suyo es ser profesor de interpretación?

Llevo un par de años deseándolo profundamente, dedicándome a la pedagogía, a la enseñanza, a compartir trabajo con otros.

Su hija ha decidido seguir sus pasos y usted ha dicho: «No he podido evitarlo». ¿Por qué?

Es un sentimiento muy contradictorio. Yo sé que el futuro es muy malo y muy duro. No me arrepiento de nada de mi carrera, pero la suerte que yo he tenido no es nada fácil en los tiempos que corren. Veo actores con mucha ilusión, pero veo carreras efímeras, cuando empiezan a no complir con las expectativas físicas pasan a la reserva. Mi hija, a la que quiero y tiene unas dotes extraordinarias para las matemáticas y el pensamiento abstractivo, me hubiera gustado que hubiese sido feliz en otro ámbito. Este es un oficio que se está muriendo.

¿El oficio de actor?

Sí, el oficio se está muriendo. El mundo de la poesía se ha ido, todos los actores quieren hacer series de televisión, a nadie le interesa subir al escenario. Quieren hacer series y ser famosos. Están en el mundo de pragmatismo.

Se le ve muy negativo.

Soy muy objetivo. En este un 'jodío' país si no tienes un discurso positivo eres negativo. He estado en lo más alto y también en lo más bajo, he tenido guiones encima de mi mesa y solo tenía que elegir y ahora si voy a los casting me tratan a patadas y me despiden con cajas destempladas. Entre esos dos mundos hay una línea que hay que trazar que tiene que ver con el mundo del teatro y con este mundo maravilloso de la investigación.

No parece que haya dado marcha atrás en su decisión de no volver a hacer cine.

Sigo en la misma idea. He encontrado un mundo que me persuade, económicamente es más difícil, pero me crea muchas satisfacciones. En Mieres me lo voy a pasar pipa.

También hay jóvenes con muchas ganas de hacer teatro, con amor al oficio.

Hay gente que sí está enganchada al teatro porque tiene una vocación extraordinaria, y sabe que en las tablas se producen efectos mágicos que es difícil que se den en otros ámbitos, pero la mayoría está aferrada a la idea del pragmatismo, es decir, 'si dedico tres años a estudiar esto, al cuarto quiero rendimiento'. Y en el teatro no pasa eso. Pasan cosas a otro nivel, pero ahora en el mundo de los recortes no caben. Muchos actores tienen que combinar el teatro con otro trabajo y lo hacen por absoluta fe y por puro placer. Pero no es un buen momento para los actores, en las series se les trata muy mal, se les somete a una presión tremenda. Y si hablamos del cine, está también muy cercano a esa forma de entender la industria televisiva. Si tuviese subvenciones tendría más capacidad para hacerse como se debe, pero ahora está muy supeditado a las necesidades de las televisiones. Todo son planos secuencia, no hay creación. Eso se ha perdido, ya no existe la artesanía del cine.

¿Pinta mal el futuro?

El cine en España no puede desaparecer, porque como el teatro es un arte y no puede con ello ni la Moncloa.

Aunque se empeñe...

No lo van a conseguir aunque se empeñen. Es un arte que está ahí. Nadie puede borrar todo lo que se ha hecho. Algún día volverá a florecer porque es valioso y necesario para las sociedades.

Al margen de los talleres, este año ha estado haciendo 'El alcalde de Zalamea'.

Sí, vamos a reponer en enero y ya se acaba.

¿Tanta falta nos hacen los clásicos?

Los clásicos nos ayudan a pensar. Hay una idea de esperanza de vida, de gusto por lo bello, por la composición, por la palabra. ¡Hablar bien es tan evocador y eleva tanto al ser humano! Me gustan los clásicos porque se alejan del racionalismo, se atreven a hablar de aquello que no entienden. Sabemos el final nada más arrancar pero lo bonito es ver cómo el hombre se enfrenta a los grandes retos de la vida. Me gustaría hacer clásicos toda la vida.

¿Algún proyecto?

En estos momentos ando detrás de Lorca y me gustaría hacer algo.

Pese a todo y pese al IVA, los teatros se llenan. ¿Cómo valora desde el punto de vista creativo el teatro que se hace en España?

Muy positivamente. Es lo más alentador. A pesar de la dureza con la que nos están tratando, se están llenando los teatros porque el público lo necesita. La gente necesita la ficción, necesita un cuento, pero además contado en un espacio que es tangible, oyendo la voz y viendo sudar al actor. En el teatro dejas de ser Carmelo Gómez para ser Hamlet, y el público, que sabe quién es Carmelo Gómez, se olvida. Se me pone la carme de gallina. Es transparentarse. Es maravilloso.

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