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Cristóbal Suárez y Roberto Enríquez, durante la representación de 'Arte' en el Auditorio del Centro Niemeyer. PATRICIA BREGÓN
Un cuadro en blanco a modo de espejo

Un cuadro en blanco a modo de espejo

La obra de la francesa Yasmina Reza, que se ha convertido en un clásico de nuestros días, recibió una ovación clamorosa del público avilesino El Auditorio del Niemeyer se quedó pequeño para albergar al numeroso público que quería ver 'Arte'

ALBERTO PIQUERO

GIJÓN.

Sábado, 27 de enero 2018, 00:08

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Desde que se estrenó en 1994, en el parisino Teatro de los Campos Elíseos (producida por Sean Connery), 'Arte' se ha elevado a la categoría de los clásicos. Ocho años se mantuvo en cartel en Londres, ha tenido éxito en todas las latitudes y en nuestro país ayer subió al escenario del Niemeyer la cuarta versión española que se ha hecho del texto de Yasmina Reza, en este caso dirigida por Miguel del Arco, teniendo como protagonistas a Roberto Enríquez, Cristóbal Suárez y Jorge Usón.

La historia se sitúa alrededor de tres amigos, Sergio, Marcos e Iván, el primero de los cuales ha comprado un cuadro abstracto por la nada desdeñable cifra de 30.000 euros (cuando levantó el telón la obra en París, todavía no se había oficializado el euro; pero esta adaptación gira en términos muy apropiados hacia nuestra sociedad).

El debate que ocasiona la adquisición del lienzo, un cuadro en blanco, remite a las polémicas en torno al arte moderno, que incluso pudieran llevarnos a aquella novela de Max Aub, 'Josep Torrens Campalans', que hizo creer a concienzudos críticos la existencia real de un pintor inventado por el narrador.

Ese es un aspecto de la trama, que bajo capa de comedia esconde una indagación acerca de la condición humana que nos traslada mucho más allá.

Sergio (Cristóbal Suárez) defiende las razones que le han impulsado a hacerse propietario del cuadro, mientras que Marcos (Roberto Enríquez) minusvalora con crueldad las presuntas cualidades del mismo. Una guerra dialéctica sin cuartel. A su lado, Iván (Jorge Usón) trata de levantar inútilmente la bandera de la paz, ocurriendo que acaba por ser el chivo expiatorio de la encendida polémica de sus amigos, destinatario de las iras argumentales, al modo del payaso de las bofetadas.

Las risas abundaron entre los espectadores que llenaron el auditorio avilesino, incluso se quedó gente fuera, pero sin que ello mermara la atención prestada a unos diálogos que albergaron la profundidad de las minas submarinas.

La controversia establecida fue perfilando las siluetas de cada uno de los personajes, trascendiendo el motivo de la disputa, revelando el orden último al que apelamos en situaciones de confrontación, la subjetividad numantina en la que nos movemos.

De forma que las artes plásticas pasaron a un segundo plano, para dibujar lo que somos. O, dicho desde otro punto de vista, el examen del cuadro abstracto -sobre el que pintarrajean-, transparentó en género realista la personalidad y el carácter de los contempladores.

Cristóbal Suárez y Roberto Enríquez hicieron palpitar una escenografía desnuda con interpretaciones vertiginosas, llenas de vida y latidos. Roberto Usón estuvo magistral, bordando la frontera que unió y separó lo cómico y lo dramático.

'Arte' es también un cuadro en blanco que sirve de espejo al espectador y sus opiniones. Ayer, fueron entusiásticas. Ovación atronadora.

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