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Marín Estrada, con su perros, 'Rima' y 'Cooper'.
«Cada vez soporto menos a los de las filigranas estilísticas y conceptuales»

«Cada vez soporto menos a los de las filigranas estilísticas y conceptuales»

Esta tarde presenta en Gijón su último libro de relatos cortos y después proyecta sacar a la luz una antología con toda su obra poética

MIGUEL ROJO

Martes, 30 de junio 2015, 00:27

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Pablo Antón Marín Estrada (Sama de Langreo, 1966) vive por y para la palabra. Colaborador habitual de EL COMERCIO, donde además de publicar ficción visita pueblos, caminos, teatros y salas de concierto de toda Asturias para contarlo después a los lectores del periódico, presenta mañana en la librería La Revoltosa (20 horas) su último libro, 'Fábules humanes'. En él recopila relatos y cuentos, varios de ellos publicados en el suplemento 'Culturas'. Ayer aprovechaba el sol de Gijón para pasear a sus perros por el parque fluvial del Piles. Se llaman 'Rima' -«porque se lleva muy bien tanto con animales como con humanos»- y 'Cooper' -«por el agente de 'Twin Peaks', pero también por Alice Cooper y Gary Cooper». Literatura, televisión, música y cine; todo su universo resumido sobre las ocho patas de sus mascotas.

-Con 'Fábules humanes' vuelve a recopilar un buen ramillete de relatos cortos. ¿Es ese el formato en el que más a gusto se encuentra?

-Sin duda. Me permite, por una parte, contar aquellas historias que me llevaron a la confusión en mi propia vida, aquellas en las que muchas veces no soy capaz de diferenciar la imaginación de la realidad. Por otra, en el plano literario, esa extensión permite una gran libertad, porque cabe todo, no requiere la condensación de un poema ni el desarrollo de una novela.

-Muchos de esos relatos tienen una gran carga de oralidad...

-Es el tipo de literatura que me gusta leer y también escribir. Cada vez soporto menos a los amigos de las filigranas conceptuales y estilísiticas. La realidad es lo suficientemente compleja como para complicarle las cosas aún más a los lectores. Espero que el que se acerque a este libro esté tan cómodo al leerlo como yo al escribirlo.

-Muchas de las historias mirán hacia atrás, hacia su infancia...

-Son los lugares a los que me gusta volver. Ese tiempo que, al haber pasado ya, se convierte a la vez en imaginario y las cosas que sucedieron en él adquieren la categoría de míticas. También hay historias reales más actuales, como la de mi encuentro con el poeta Claudio Rodríguez, que empezó una noche en Oviedo y acabó al día siguiente, a mediodía, en el cabo Peñas... Son historias que le suceden a uno y se van nutriendo además de imaginación y de sueños.

-¿Le cuesta darle forma a esas historias o es de los que escribe automáticamente?

-Me sale de una forma natural, utilizando el tono de las confidencias, el conversacional. Es así como a mí me gusta que me hablen y así es como hablo yo a mis lectores. Además soy consciente de que así se resalta la verosimilitud de las historias, es como si se las estuviese contando a un amigo en un chigre.

-¿Y cuál será su próximo libro? ¿En qué está trabajando?

-El próximo libro que salga será de poesía, es en lo que estoy trabajando desde hace tiempo, una antología de mi obra poética en edición bilingüe. Eso sí, una vez al año o cada dos años iré recogiendo en forma de libro los relatos breves que van saliendo.

-Y siempre en asturiano...

-Es la lengua que uso habitualmente y en la que me sale espontaneamente lo que escribo, pero también hago cosas en castellano. Y no tengo inconveniente en traducir: también tengo previsto publicar alguna recopilación de cuentos en castellano.

-¿Cómo se siente al escribir y hablar en una lengua que no es oficial?

-Sobre la oficialidad, en lo institucional tengo pocas esperanzas, a no ser que haya cambios muy grandes. Creo más en la propia gente de Asturias, pues llegará el momento en el que la ciudadanía sea consciente de que tiene la responsabilidad de que no se pierda una lengua. Si no se pone remedio, en la próxima generación ya no será una lengua patrimonial. En ese sentido soy más optimista porque la mayoría de la sociedad asturiana ha dejado atrás los prejuicios que existían, todo se ve como algo más normal, no como una reivindicación que va contra algo o contra alguien. Se ve como un hecho que enriquece la diversidad.

-¿Cómo ve la salud de la literatura en asturiano?

-Hay escritores extraordinarios como nuestro compañero en EL COMERCIO Xuan Bello, cuya obra se traduce al castellano, al catalán, hasta al griego. O Berta Piñán. Y hay también autores más jóvenes de una calidad excelente. Si dependiese de la literatura, del ámbito creativo, el futuro estaría asegurado. El problema es el del uso cotidiano de la lengua.

-La situación social y política está muy animada. ¿Es un buen caldo de cultivo para la creación?

-Los tiempos de cambio, crisis o revolución lo que hacen es devolver a los creadores al terreno de la realidad. Se ve muy claro por ejemplo en la música: vuelve la reivindicación, la protesta, las canciones que dan voz a la gente, que es de lo que tanto se habla ahora. Salvo alguien que viva en una torre de márfil, los creadores somos también ciudadanos y eso se nota.

-¿Cuál es su relación con las nuevas tecnologías?

-Me llevo bastante mal (Ríe). Nunca me gustó estar controlado, ya huía de los teléfonos cuando eran fijos. Siempre me gustó hacer honor a la canción 'El desaparecido', de Manu Chao, que «cuando me buscan nunca estoy». Un poco más en serio: desde el punto de vista práctico, los teléfonos móviles y los ordenadores son muy útiles y no podemos escapar de ellos, pero a la vez tienen una parte muy positiva: contra lo que dicen los catastrofistas, que la gente escribe y lee menos, lo cierto es que los dispositivos móviles han conseguido que la gente joven se comunique mucho más por escrito, les obliga a recurrir al ingenio, y también leen libros o periódicos y ven películas a través de ellos. Facilita la comunicación entre la gente, que es lo que nos hace seres civilizados.

-¿Se puede vivir de escribir libros?

-Hoy es casi imposible vivir solo de eso. Ni siquiera las editoriales, salvo las grandes. Editar libros es casi filantrópico, una heroicidad. Los creadores hemos encontrado en los periódicos, la televisión o la publicidad otras vías para diversificarnos. Yo mismo colaboro todo lo que puedo con EL COMERCIO, y espero seguir haciéndolo mucho tiempo.

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