Borrar
Gerardo Iglesias.
«Villa siempre me pareció un matón»

«Villa siempre me pareció un matón»

Presenta un libro con «150 historias que claman contra la impunidad» de la dictadura, de la que acusa a los dos partidos mayoritarios

Azahara Villacorta

Viernes, 25 de septiembre 2015, 03:15

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Hablar lejos de los micrófonos con Gerardo Iglesias (La Cerezal, Mieres, 1945) es escuchar historias de La Pasionaria cocinando con el mandil puesto («era una mujer de otra pasta, la única que me impresionó junto con Fidel»), de Carrillo buscando protagonismo en La Zarzuela y «haciéndoles la cama» a unos y otros («no tenía un colmillo retorcido, tenía varios») o «del abuelo guerrillero de Cherines». El exsecretario del PCE y de CCOO y fundador de Izquierda Unida («ahora quieren atribuirle la fundación a Anguita, cuando ni la olió»), desvinculado de la formación desde 1991 y con «la espalda destrozada» tras el accidente en la mina al que le siguieron varias operaciones, no concede entrevistas, pero ayer hizo una excepción para presentar su nuevo libro, titulado La amnesia de los cómplices, un volumen de 800 páginas que le ha llevado dos años de trabajo y en el que cuenta «150 historias que claman contra la impunidad del franquismo» acompañadas de fotografías de sus protagonistas. Algunas de ellas, encontradas «en Estados Unidos, Canadá, Venezuela o Francia» en manos de los descendientes de las víctimas. Por respeto a ellas, se ha guardado las más crueles. Aquellas en las que aparecen mutilados, torturados, asesinados, tirados en las cunetas.

¿Quiénes son los cómplices?

Los que, después de 37 años, siguen negando el reconocimiento a las víctimas de una dictadura criminal. Hay cómplices que mantienen vínculos con el régimen y otros que estuvieron en la oposición al franquismo, pero que callan. Y el que calla otorga. El Gobierno se niega y el PSOE, que espero deje de ser el primer partido de la oposición, calla. Y hay silencios cómplices.

Narra episodios muy crueles.

Me viene a la memoria lo que ocurrió en el Cuesta Vindoria, en Ciaño. Sacaron a unos cuantos hombres y mujeres de la cárcel de Laviana y, en un matorral, los asesinaron a todos. Dos de las mujeres estaban embarazadas. Una, de ocho meses. Al final, apareció el feto de encima de su vientre después de haberla rajado. Hay historias realmente escalofriantes, muy duras. Pero eso es lo que ha ocurrido y lo que tiene que saberse. Este país no puede pretender construir su futuro sobre miles de fosas comunes y de cadáveres a los que no les han concedido siquiera el derecho a un entierro digno.

¿La ley de memoria histórica no ha supuesto un avance?

Fue un parche mal pegado. No ha resuelto prácticamente nada. Lo poco para lo que podía servir, que eran algunas subvenciones a los particulares para las exhumaciones, lo liquidó el Gobierno de Rajoy. Pero lo más grave de todo es que algo que cometió el Estado español, fascista, el Estado democrático se lo traslada a los particulares. Inaudito.

Algo se ha conseguido...

Lo más importante es que empezaron a surgir asociaciones de la memoria por todas partes. Asociaciones impulsadas por los descendientes de las víctimas. No por los partidos que fueron los que sufrieron la represión. Estos siguen ocupándose del tema sin involucrarse demasiado.

¿Qué hacer entonces?

Los crímenes de la dictadura franquista han de ser investigados y juzgados. Más allá de que sus responsables vivan o no. Aquí se hizo una Transición pasando de puntillas sobre todo esto, ignorando lo que dictan las leyes internacionales, que dicen que todo paso de una dictadura a una democracia ha de hacerse sobre tres principios: verdad, justicia y reparación. Aquí, todo lo contrario. Hay una Ley de Amnistía del 77 que es increíble que siga vigente. La Transición se hizo como se pudo, con una oposición democrática que acababa de salir de las alcantarillas. Pero una cosa es que entonces se transigiese y otra que, después de que el PSOE ganase dos veces las elecciones con mayoría absoluta, no se empezase a corregir esa situación.

¿Cuál es su propuesta?

Espero que en las elecciones algunos partidos coloquen la reivindicación de anular esa ley en primer término de su programa. Esa cuenta pendiente hay que resolverla mal que le pese al PP y al PSOE, que no hace nada a pesar de que muchos de los suyos también están en las cunetas. Somos el segundo país, tras Camboya, con más desapariciones forzadas. Eso no hay quien lo resista. Esa anomalía forma parte de la marca España de la que tanto habla el Gobierno.

¿La esperanza está en las nuevas formaciones?

Debería. Pero, hasta ahora, no veo que estén abordando este asunto con fuerza. Desde luego, todo el que hable de la necesidad de abrir un proceso constituyente, que me parecería imprescindible, y que no incluya como una de las primeras premisas abordar la impunidad del franquismo cometería un error.

¿Por qué?

Entre otras razones, porque estoy convencido de que la corrupción institucional que devora este país tiene sus raíces en cómo se hizo la Transición. Sin democratizar ninguno de los aparatos del Estado: la Polícia, los militares, los jueces siguieron siendo los mismos. Se heredó la cultura del franquismo. Un ejemplo: tengo un amigo cercano al poder que me resuelve este problema. Y, como no ha habido ruptura, el pueblo no ha podido quitarse toda la represión y el miedo. Es un handicap que juega a favor de las fuerzas conservadoras y del bipartidismo.

¿En qué debe consistir ese proceso constituyente?

Hablo de un proceso con todas las de la ley. Se trataría de formar un gobierno de transición en el que estén integradas todas las fuerzas, convocar unas elecciones a Cortes y redactar una Constitución. Hay que empezar por reconocer los derechos de las víctimas, porque quienes más se jugaron, su vida, no han tenido un reconocimiento. No solo como personas. Tampoco sus valores democráticos. ¿Cuánto conocen las nuevas generaciones de los valores de la segunda República? Todo eso hay que dárselo a conocer a ellos, que tienen que dirigir el país.

Asegura que, al hacer las entrevistas para el libro, se encontró todavía con mucho miedo.

Es una auténtica vergüenza para un país que se dice democrático. Con frecuencia, los más jóvenes de la casa no sabían nada de lo que había pasado en su familia. Es una manifestación del profundo miedo que todavía pervive. A mí me han dicho muchas personas mayores: «Yo me voy con el miedo a la tumba». Y una democracia asentada sobre el miedo tiene un futuro poco halagüeño. Aquí sigue planeando la sombra de Franco. Y, cuando se nos dice que no hay que urgar en el pasado, nos están amenazando. Así de claro.

Hay miles de republicanos sepultados en el Valle de los Caídos.

Atroz. Allí perecieron unos 27.000 prisioneros y ahí siguen tirados. Y ahí sigue enterrado el caudillo, el tirano, el sanguinario. Parece que el tema tiene difícil solución. Entre otras razones, por la Iglesia católica. Una Iglesia que ha estado pringada hasta el cuello y que intervino de una forma activa en la represión tras la guerra. En las masacres, las torturas, con frecuencia aparece un cura cogiendo el garrote, no repartiendo mensajes espirituales.

¿Hacia dónde va Cataluña?

Se habla del nacionalismo catalán, pero desde el nacionalismo español las cosas se están haciendo muy mal. Un nacionalismo que, en su día, promovió campañas contra los productos catalanes, que es una total aberración. Zapatero les dijo que hicieran un estatuto y el Parlamento le metió la tijera. Pero, no contento con eso, el PP, cada vez más radicalizado, cada vez más cerca del franquismo, se carga ese estatuto. Es una provocación constante. Y, cuando las fuerzas independentistas dicen que van a por todas, el Gobierno central calla y amenaza. Pero este problema que no se resuelve con amenazas. Hay que negociar, ser muy sensibles. Yo, si estuviese en Cataluña, no votaría a favor de la independencia, pero comprendo que los catalanes tienen derecho a expresarse. Y, en todo caso, hoy hay más independentistas que hace un tiempo porque los creó el PP, su desgobierno. Declaraciones omo las del ministro diciendo que hay que sacar los tanques. Qué horror.

¿Es partidario de una coalición IU- Podemos?

Creo que es importantísimo que haya la mayor unidad de la base social de izquierdas. Ahora: yo no sé si una coalición Podemos-IU suma. La cuestión no es tanto la coalición por arriba como en hacer lo que se hizo con las mareas, con el 15-M. Y hay que apostar por las fuerzas emergentes a pesar de todo lo que tienen en contra: los dos grandes partidos, la banca, las corporaciones, la troika... El ensañamiento que han hecho con Grecia se hizo pensando en España. No vaya a ser que si Tsipras se sale con la suya, Podemos crezca a como la espuma. Lo que está claro es que, a partir de las fuerzas políticas tradicionales, no hay regeneración. Nos hemos quedado en un democracia en la que se vota cada cuatro años. Hacen un programa y se lo pasan por la entrepierna.

¿Un frente popular?

Movilización social. Si la ciudadanía se mueve, se puede cambiar este país. Se demostró en las municipales. Yesperemos también que las fuerzas emergentes no sean rehenes de las instituciones, que son tremendamente peligrosas. Se te ofrece una secretaria, un despacho, un coche, tarjetas... Todo eso es muy seductor. Las fuerzas emergentes tienen que seguir pegadas a la calle y ojalá se peguen también los que hasta ahora han estado recluidos en las instituciones y ahí incluyo, con un cierto dolor, a IU, que nació para ser algo más parecido a Podemos, pero muy pronto la inercia la llevó a recluirse en las instituciones. Ahora: también digo claramente que no me gusta nada el modelo organizativo vertical de Podemos.

¿Cómo ve a Asturias?

El PSOE sigue instalado en el bipartidismo y a un modelo neoliberal en el terreno económico. Porque lo del PSOE como partido de izquierdas es una milonga. Ahora, me ha sorprendido mucho lo que ha hecho IU. Porque lo primero que hace Gaspar Llamazares es llegar a un acuerdo con el PSOE para la mesa, para los asesores y para los sueldos marginando a Podemos. La dirección nacional que encabeza Garzón quiere la unidad con Podemos, pero es difícil si se les margina. Luego, se le ofrece un pacto para poder estar en el Gobierno y pacta con el PSOE. Y ahora lo que está diciendo alguna prensa es que Llamazares podría irse de IU cuando la militancia acaba de elegirlo. Qué penoso, ¿no?

¿El caso Villa le sorprendió?

Tengo la misma opinión de él hoy que hace veinte años. A pesar de estar los dos en la brega sindical, nunca intercambié una sola palabra con él. Siempre me pareció un matón, un elemento. Aparte de que yo tenía informaciones sobre sus relaciones con la Brigada Político-Social. Siempre tuve una opinión pésima de este personaje que estuvo durante años quitando y poniendo presidentes. ¿En manos de quién estábamos? ¿Y cuál es la responsabilidad del PSOE? ¿Quién se lo permitió? ¿Qué tipo de democracia rigió en el partido y el sistema? Porque, más o menos, el PSOE en Asturias estaba gobernado por Villa. No me extrañó nada y me produjo una repulsión total y absoluta. Es una terrible vergüenza para esta región y supongo que para el partido en el que militó, pero también es una lección. Hay que reflexinar: ¿Cómo pudo un personaje de estar catadura dirigir la política de Asturias durante años?

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios